

Secciones
Servicios
Destacamos
«Un joven de 21 años gana el premio Tomás Morales», decía la prensa local en 2001. Ahora, pasados 15 años y con cinco libros publicados, Miguel Pérez Alvarado (Gran Canaria, 1979) no es ningún principiante y aquella pulsión suya por la escritura se ha convertido en una constante que se ramifica por distintos campos.
Su dedicación a la literatura y, en especial, a la poesía lo hacen merecedor de un espacio en nuestro serial dedicado a descubrir los nuevos valores de la creación en Canarias. Sin embargo, Pérez Alvarado lleva bastantes años emergiendo, algo que, en el caso de la poesía, requiere de más tiempo.
Regresó a la isla hace tres años, tras pasar quince inviernos en Madrid. Ahora vive cerca del mar.
Llega a nuestro encuentro, en la casa de Manuel Padorno, en Las Canteras, con su libro Desnudo en Punta Brava. «Es un lugar simbólico, pues en él siento emparentar con su forma de regresar -en lo creativo- a esta orilla con la que yo deseo -creativamente- para mí mismo».
Esta afinidad se le reveló cuando leyó los versos de Padorno: La región bondadosa deja oír/ como aprender a ir de nuevo todo.
Pero sus conexiones con otros autores son muchas y variadas. De hecho, sus lecturas y, después, su escritura le han hecho sentirse emparentado con algunos de los autores que le han precedido, especialmente con los canarios. «Desde que unos autores se ponen a dialogar entre sí hay una tradición y, como hay autores canarios que durante estos siglos han dialogado entre sí, lanzándose ideas los unos a los otros, creo que la hay. Tomás Morales coge a Cairasco y lo reinterpreta. Y Manolo Padorno le da la vuelta al regreso que hace Quesada a esta orilla insular. Eso ya es una tradición para mí», dice el autor que divide su escritura entre la creación literaria y el estudio de algunos autores. «Tengo pasión por la escritura pero, como no soy académico, ni persona que pretenda investigar, ni uno está obligado a saber de toda la tradición que le antecede para poder disfrutar de la lectura o de la escritura, pues lo he desarrollado a mi instinto».
Sus lecturas también determinan su forma de sentir la escritura, aunque ha llegado a la poesía por distintas vías. «No voy buscando y leyendo solo poesía. Me relaciono con la escritura de forma abierta. Para mí leer La gaya ciencia de Nietzsche está al mismo nivel que Volver es resucitar, de Pedro Perdomo Acedo o que leer La luna y las hogueras de Pavese. No voy buscando una distinción de género».
Su partida a Madrid fue determinante para que abandonara los juegos verbales y empezara a escribir de forma meditada. «A partir de los 19 años necesité escribir con un sentido más vital», dice el autor que volcó sobre el papel la sensación de «esa distancia que se abre respecto a lo que uno tiene garantizado y seguro, y de repente se abre, se tambalea y se pone en cuestión», recuerda.
Pero su interés por este género nació mucho antes. Fue en su infancia cuando intuyó que la poesía podía darle juego. «Uno de mis primeros recuerdos es que uno mis abuelos, el padre de mi madre, recitaba a Tomás Morales. Eran poemas secundarios pero los recitaba con mucha pasión y también de algún poeta hispanoamericano. Ese fue el primer impacto que recibí sobre la existencia la poesía», rememora.
Pero eso no fue lo único que le impresionó. «Me asombró darme cuenta de que la lectura es un proceso inverso de la escritura e incluye la posibilidad de escribir», explica.
Y entre sus lecturas, variadas y heterogéneas, le marcaron especialmente las de ciertos autores canarios. «Sin Eugenio Padorno, sin Baltasar Espinosa, sin Alonso Quesada y sin Pedro Perdomo Acedo, yo no escribiría ni existiría igual, porque me impactaron en algún momento, al igual que José Ángel Valente o Tomás Segovia. Son autores que me parecen fundamentales porque han manejado el lenguaje de una forma imprescindible para mí», comenta el creador.
A través de su escritura, Pérez convoca a la Filosofía. «Uno trata de pensar a través del lenguaje», afirma el autor, cuya prosa es alambicada por densa. «Hay libros donde uno va y cuenta algo. En realidad, hay dos o tres temas que te llevan a jugar con las palabras. Pero el impulso no es tanto el de contar y seguir un hilo, sino darse cuenta de que uno está ante la necesidad de nombrar cosas, que no es un cuento ni una narración, sino que tiene que ver con la idea de relacionarse con los paisajes o las palabras», cuenta este licenciado en Ciencias Políticas y Ciencias de la Comunicación, que abandonó el periodismo para escribir de forma más pausada y satisfactoria.
En ello sigue.
DE LA POESÍA A LA INVESTIGACIÓN LITERARIA.
La poesía de Miguel Pérez Alvarado presenta una orografía difícil, con barrancos angostos y ondulantes que se alternan con la sobriedad de los silenciosos lajares, todo ello envuelto en una bruma ensalitrada. Sus palabras nos devuelven la imagen del paisaje insular, pero el poeta habla de otras cosas, de sentimientos, de sensaciones y de cuestiones existenciales.
«La Isla está ahí, en diferentes formas. Al final, no se trata de buscar hacer de un paisaje algo interior, sino que, cuando te relacionas con el lenguaje, lo que estás poniendo en juego es parte de tu identidad y tu memoria, y ahí está la isla y la distancia respecto a la isla. No solo, como lugar geográfico y descriptible, sino la isla como las posibilidades que te permiten pensar cosas en el mundo, en la vida, en la política y en todo. La isla tiene muchas derivaciones. No es un tema, es una forma de mirar que tiene que ver con lo insular, pensando más allá de lo descriptivo», explica el autor sobre el arraigo del paisaje insular en su forma de expresarse.
Quizá sea en su último libro, Tras la sístole, donde la isla está más presente. En este compendio de reflexiones en forma prosa poética, Pérez se enfrenta a la idea de regreso y a lo que experimentaron otros autores canarios que se vieron en la misma tesitura. «Al final de todo, entre el viaje y el hogar, lo que me ha quedado es la idea de la orilla. La isla no es un lugar rodeado de agua, sino una orilla sin fin, en algo más filosófico», sostiene el escritor que, además de apuntar sus ideas sobre el viaje y el hogar, también reflexiona en un segundo volumen sobre lo que supuso regresar a Canarias para autores como Pedro Perdomo Acedo, Alonso Quesada, Manolo Padorno o Viera y Clavijo.
Y es que una de sus pasiones es indagar en la obra de otros autores desde una perspectiva muy singular: la suya. Reflexiones que ha ido publicando en distintas revistas, como Fogal,o la revista de la Academia Canaria de la Lengua.
Entre sus proyectos está la publicación del poemario Ala y sal, centrado en la memoria. Además, tiene un arsenal de sus abordajes -aforismos poéticos- a falta de ver la luz.
Está desarrollando la segunda parte de Tras la sístole, en la que se centrará en los textos sobre el retorno de autores canarios.
Actualmente está preparando un libro sobre el periodista Juan Manuel Trujillo, corresponsal en Madrid del periódico tinerfeño La Tarde entre los años 20 y 30. Una selección de sus trabajos se publicará dentro de la colección Pensar Canarias del Cabildo de Gran Canaria.
También trabaja en la reedición del libro Entender Canarias, de Pepe Alemán, con Tamaimos.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Carmen Delia Aranda. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Debido a un error no hemos podido dar de alta tu suscripción.
Por favor, ponte en contacto con Atención al Cliente.
¡Bienvenido a CANARIAS7!
Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente, pero ya tenías otra suscripción activa en CANARIAS7.
Déjanos tus datos y nos pondremos en contacto contigo para analizar tu caso
¡Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente!
La compra se ha asociado al siguiente email
Necesitas ser suscriptor para poder votar.