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María Felisa comparte su buen humor en su libro ‘Senderos’

María Felisa comparte su buen humor en su libro ‘Senderos’

Está convencida de que la muerte le ronda. Esta idea le turba porque reconoce que aún le queda mucho por hacer. De hecho, a sus 91 años, está preparando un libro con los recuerdos de su juventud en Temisas. Por lo pronto, María Felisa Gómez presentará hoy su libro de relatos Senderos, donde comparte anécdotas y cuentos divertidos.

Jueves, 18 de abril 2013, 13:04

Niega haber hecho un pacto con el diablo. Pero lo cierto es que, a sus 91 años, María Felisa Gómez Campos, Maruca como le gusta que la llamen está estupenda. «Si acaso he hecho un pacto, sería con Dios», afirma risueña esta señora que hoy, a las 19.00 horas, presenta su tercer libro en el Museo Poeta Domingo Rivero, en la calle Torres de la capital grancanaria.

Felisa presenta Senderos, un pequeño volumen que reúne 20 relatos breves y cinco poemas. Editado por NACE (Nueva Asociación Canaria para la Edición), su tercera publicación, tras los poemarios Vivencias y A solas conmigo, recoge anécdotas y divertidos cuentos, narrados con sencillez y frescura. «Los lloros los dejo para mí», comenta Felisa, que se considera una experta en la soledad, pues enviudó en el año 1975.

En estas páginas nos invita a viajar en pirata con mujeres de abundante bigote y animales a bordo, comparte el divertido caso que le ocurrió por su aversión a los gatos o de cuando le desapareció su bolso nuevo. «Hay cosas de verdad y otras, inventadas», explica esta autodidacta, que ha acudido a varios talleres de escritura, como los que impartió Marisol Llanos Azcárate, Plácido Checa o Dolores Campos-Herrero. «Era un talento», dice sobre la desaparecida escritora a la que le hubiera gustado tratar más.

«Mi ansia es aprender», comenta Felisa, que ha cambiado las cuartillas y el bolígrafo por la pantalla del ordenador. No obstante, esta señora presume de modestia y dice que no escribe «nada de valor. Soy un peón de la palabra. No me considero escritora, sino extrovertida», confiesa esta anciana que durante muchos años fue modista y regentó un taller en Ciudad Jardín que vistió a la alta sociedad grancanaria.

«Tuve a doce chicas trabajando allí. Sé mandar», confiesa esta admiradora de Gabriel García Márquez, Isabel Allende, Antonio Machado y Jorge Luis Borges. «Leo todo lo que puedo», dice apenada porque un glaucoma se lo está poniendo difícil. De momento, la vista no le impide acudir a su cita semanal para jugar a la canasta. «Eso es sagrado».

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