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Ideas espesas, plomo en los pies

Ideas espesas, plomo en los pies

La Unión Deportiva de Lobera todavía transmite mejores vibraciones en la estética de su propuesta que en la belleza de sus interpretaciones. Ante el Tenerife se extinguieron los partidos para ajustar medidas, y eso sucedió entre bostezos y párpados caídos. Ganó el representativo con un gol de Sergio Suárez, pero no con la mejor visión imaginable de sus posibilidades.

Domingo, 12 de agosto 2012, 01:53

Los esfuerzos de Lobera por disimular cuál es la idea que concibe para estrenar el juego real en El Sardinero son infructuosos. Con el Tenerife, en la última y más seria posibilidad de calibrar el estado veraz de su propuesta, el diseño y los figurantes están muy claros. Alguna duda le queda, eso es evidente. Lo que el aragonés propone tiene taras en los laterales; él quiere jugadores de recorrido y amplitud, justo lo que no tiene. Por eso volvió a probar con Dani Castellano en el lateral izquierdo, una solución incómoda para el futbolista.

Con el Tenerife firme físicamente, el partido tuvo una trama insípida. Las Palmas quiso exprimir la posesión, pero su propuesta lucía dividida desde las alturas. Iniciando desde atrás, Deivid bajaba para hacer de puente entre David García y Murillo y David González se pegaba a la terna ofensiva. Así, se abría una distancia kilométrica y ambos vértices quedaban inconexos, con Vitolo intentando cruzar por detrás de Chrisantus pero a muchos metros de separación y con muchos tinerfeñistas congestionando la zona de elaboración.

Fue ese el momento, solo ocho minutos después de empezar, cuando se exhibió una de las armas de las que dispondrá el manual de Lobera. A balón parado y pierna invertida, Nauzet Alemán puso un caramelo en el área que adivinó a rematar Murillo, que aunque dirigió fuera de la portería de Aragoneses, demostró la fama que le precede en su habilidad para encontrar espacios en la zona de peligro rival en este tipo de acciones.

En esa línea languideció la primera mitad. Un dato: ni Barbosa ni Aragoneses usaron sus guantes en todo el acto, una prueba de la falta de profundidad de una primera parte en la que Las Palmas plasmó una propuesta muy barroca. Lobera quiso dar un impulso motriz a la segunda mitad. Dio entrada a Corrales por Dani Castellano, subsanando una idea que nunca aparentó funcionar. Pero también relevó a David González por Sergio Suárez en el núcleo de la creación. La intención era que el gemelo diera dinamismo a una fórmula demasiado estática.

Tuvo un efecto inmediato pero efervescente. Como subió, decreció. Aragoneses se inquietó durante unos instantes, y de hecho tuvo que laborar en unas cuentas apariciones de Nauzet Alemán, algo más involucrado en la dinámica del envite con el comienzo del segundo parcial. Pero a estas alturas de la preparación, hay plomo en las botas y en la cabeza de los futbolistas. Las Palmas se vició y fue cada vez más previsible. Se empecinó en los desplazamientos largos en diagonal como recurso, pero la zaga del Tenerife dio un paso atrás, extremó la atención y clausuró el paso.

Engullido el partido en los constantes cambios de futbolistas, solo uno fue capaz de invertir la dinámica: Pedro Vega. El extremo de San Mateo pisó el verde a 16 minutos del final, y cuando solo quedaban dos minutos encaró a Moyano, lo rebasó dirigiéndose a la línea de fondo y sacó un centro que Nauzet cabeceó. Amado interrumpió la dirección del balón con la mano, y Hernández Hernández significó el penalti. Sergio Suárez ejecutó con mimo y cerró el triunfo local.

Todavía quedó tiempo para que David Medina, enfurecido, fuera expulsado por protestar. Un corolario oportuno para un Tenerife agresivo que recibió siete amarillas en una confrontación amistosa.

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