El patriotismo nacionalista

En Encadenados Alfred Hitchcock, 1946 Cary Grant intenta reclutar a Ingrid Bergman como cebo para capturar a algunos líderes nazis que se están reorganizando en Brasil. Aturdida por una resaca monumental sobre la que intenta soterrar los conflictos filiales y su lealtad a un padre traidor, cuando él le invoca el patriotismo, ella es tajante en su respuesta: «Una palabra hueca».

Algo así debió espetar Fernando Clavijo, presidente del Gobierno de Canarias, cuando le llegó al teléfono la notificación con el comunicado del PNC adjunta. Esa misiva del partido de Juan Manuel García Ramos, muleta electoral de Coalición, en la que señalaba la fragilidad de un gobierno en minoría y pedía compartir cama de nuevo con el PSOE porque «es el que mejor se adapta al nacionalismo que entendemos».

La pregunta es si el nacionalismo sincero de García Ramos es compartido por CC, más allá de la defensa estatutaria de las siete estrellas verdes.

El Ejecutivo de Clavijo se aleja de los valores fundamentales de su nacionalismo imberbe por un perfil tecnócrata nada disimulado. El giro en Sanidad, una vez eliminado el PSOE de la partida, hacia un profesional que aunque tenga sus bases en la sanidad pública hoy es un paladín de la privada, o el claro sesgo al que se someten las cuentas desde la tutela de Rosa Dávila en Hacienda, muestran un partido en el que el contenido nacionalista queda para el retrato asambleario. Quien haya escogido la papeleta de Coalición Canaria esperando ver reconfortado su espíritu nacionalista pinchó en hueso.

Pero la deslealtad identitaria no es el principal problema de la geografía política de las Islas. El problema es, realmente, las dudas sobre la altura política que cada uno de los protagonistas, da igual las siglas, ofrece en este periodo tan confuso.