

Secciones
Servicios
Destacamos
Pepe Dámaso se sometió a una grave operación el pasado junio y hace solo un año se enfrentó a un doble infarto. Durante este difícil trance, el artista se ha replanteado el sentido de la vida y llegó a la conclusión de que su vida es el arte, y el arte está hecho para los demás.
A pesar de los sustos que le proporciona su salud, dice sentirse bien y, sobre todo, feliz con su gran proyecto artístico: legar su trabajo al pueblo canario.
Un reto que, probablemente, asumirá con la constancia y la disciplina que caracterizan a este ciclón risueño nacido en el inspirador paisaje de Agaete.
El Atlántico, su naturaleza, los mitos y leyendas, la literatura, además de la muerte, son los principales ejes temáticos de una pintura que, aunque figurativa, está cargada de simbolismo y de cierto carácter místico.
El artista bebe del imaginario canario para trasladarlo a un territorio universal, pero siempre sin desechar lo popular. Así, su visión pictórica incluye elementos extraídos del entorno cotidiano y del paisaje isleño, visiones, todas ellas, fácilmente identificables para cualquier canario.
En 1951 expuso por primera en Agaete. Tres años después estudió en la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Madrid.
En la segunda mitad de los años 50 protagonizó siete exhibiciones en Canarias y fue en 1959 cuando saltó al extranjero, en concreto a la Biblioteca Española de París. A partir de esos años, expuso más fuera del Archipiélago que dentro: Madrid (1963), Dakar (1966), Copenhague (1963).
En 1967 viajó a México y a Nueva York, donde conoció a Andy Warhol en una fiesta en The Factory a la que acudió con su cicerone César Manrique.
Su obra está impregnada de sus experiencias viajeras que lo llevaron a Brasil, China, Egipto o Lisboa, entre otros muchos destinos. En 1970 participó por primera vez en la Bienal de Venecia, una cita en la que Luchino Visconti le compró un cuadro. En La Habana expuso por primera vez en 1977. El Grand Palais de París le abrió las puertas a su obra en 1983, que se pudo ver en Jerusalén en 1987. Aunque ya había expuesto en Nueva York, en 1993 protagonizó dos muestras en Estados Unidos; en el Cultural Center de Washington y en el Spanish Institut neoyorquino. En 2006 presentó su versión tropical de El grito en Oslo.
A pesar de su dimensión internacional, Dámaso nunca dejó Canarias porque le angustia estar lejos del mar. Una circunstancia que descubrió cuando hizo la mili en Madrid.
Entre sus logros está la creación del centro polidimensional El Almacén (Arrecife), que fundó con César Manrique en 1974.
Salas como La Regenta, el Cicca o La Recova han acogido en numerosas ocasiones la obra del premio Canarias de Bellas Artes 1996. Sin embargo, la sede principal del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) nunca le ha dedicado una muestra monográfica. Poco importa ya, porque el artista, con su generosidad, ha conquistado nuevos espacios en los corazones de muchos canarios.
PISTAS PARA ENTRAR EN EL UNIVERSO DAMASIANO.
Constancia. La gran producción artística de Dámaso se debe a su constancia. Una disciplina que se ha intensificado en los últimos años. Mientras la salud se lo ha permitido, los días de Dámaso se dividían entre las horas de trabajo en el estudio, por la mañana, y las de lectura, por la tarde, cuando se embarca en ensayos y catálogos para alimentar su faceta intelectual. Referentes canarios. Dámaso reivindica la cultura canaria y lo hace con una humildad impropia en un artista, sin evitar nombrar a otros astros de su ámbito: Óscar Domínguez, Martín Chirino, Néstor de la Torre, Manolo Millares o Cristino de Vera. También reclama mayor atención al legado de los indigenistas canarios a los que sitúa en el mismo nivel de los muralistas mexicanos Siqueiros y Orozco. La muerte burlona y colorista. La dama negra está muy presente en su obra. En 1967 se percató del impacto que causaba la parca con Carcajada blanca, incluida en un homenaje organizado por Westerdahl a Óscar Domínguez. «Mi muerte es tropical, pagana, no es la muerte insquisidora de España, sino que echa pájaros por la boca, frutas tropicales...», contaba sobre un tema que centró la muestra La sonrisa de la muerte (2008). Vitalidad cromática. La tropicalidad de la obra de José Dámaso también se traduce en el uso del color en muchas de sus composiciones. De hecho, sus tonos brillantes y vivos lo acercan al lenguaje del pop-art. Además, en muchas de sus series, como ya hiciera Andy Warhol, toma un motivo y lo traslada a distintos colores para comprobar el efecto que causa. Inspiración literaria y cinematográfica. Federico García Lorca, Fernando Pessoa, José Saramago, Arthur Miller, Rainer María Rilke, Samuel Beckett, Julio Cortázar, Domingo Rivero y Jorge Luis Borges, entre muchos otros, han tenido su reflejo plástico en su trabajo. José Dámaso también ha plasmado su cinefilia en su obra. De hecho, recientemente se ha expuesto en varias ciudades de Italia su serie sobre Luchino Visconti.
Noticias relacionadas
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Carmen Delia Aranda. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Debido a un error no hemos podido dar de alta tu suscripción.
Por favor, ponte en contacto con Atención al Cliente.
¡Bienvenido a CANARIAS7!
Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente, pero ya tenías otra suscripción activa en CANARIAS7.
Déjanos tus datos y nos pondremos en contacto contigo para analizar tu caso
¡Tu suscripción con Google se ha realizado correctamente!
La compra se ha asociado al siguiente email
Necesitas ser suscriptor para poder votar.