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Dieter Korbanka reaparece en la galería Manuel Ojeda

Dieter Korbanka reaparece en la galería Manuel Ojeda

Lunes, 15 de diciembre 2014, 18:48

La vida nómada e intensa del pintor Dieter Korbanka (1936-2009) fue contaminando su expresionismo. Su obra absorbió la luz y el ritmo de Canarias, Nueva York, Filipinas y La India. Con los años, los colores planos y las tramas de líneas no fueron un obstáculo para que sus composiciones dinámicas se llenaran de espiritualidad.

La búsqueda de un sentido trascendental a la vida puede llegar a ser rabiosa. Este ímpetu existencialista, característico del expresionismo, es el que destilan las obras del polaco Dieter Korbanka ( 1936, Lyck, Polonia- Mindoro, Filipinas, 2009) que se exponen hasta el 9 de enero en la galería Manuel Ojeda, en la capital grancanaria. La sala exhibe una treintena de piezas realizadas entre los años 1997 y 1999 correspondientes a dos colecciones privadas.

El artista, que residió de forma intermitente durante 20 años en Canarias, tiene su obra esparcida por el mundo, ya que vivió, además de en el Archipiélago, en La India, Filipinas y Nueva York.

En 1958, en una parada de camino a Dakar, expuso por primera vez en Canarias en el Museo Canario junto al artista Wolfgang Natusch. En aquella época acababa de terminar sus estudios en la Academia de Salburgo bajo al tutela de Oskar Kokoschka.

Dos años después, tras viajar por Marruecos y Suecia, ya se había instalado en Arguineguín.

MURALISTA. En aquel periodo realizó murales en barro en distintos establecimientos hosteleros y edificios de Gran Canaria, como en el restaurante La Rotonda, la Clínica Perpetuo Socorro, el hotel Rocamar o el edificio Humiaga.

Korbanka frecuentaba a artistas como Pepe Dámaso, César Manrique o Felo Monzón. Este último decía de la obra del polaco: «Va de lo temperal inquieto a la violencia paroxística que hace surgir un volcánico lirismo de sus negros, sus rojos, grises y blancos espaciales», según recogía a filanes de los 70 una página del extinto diario El eco de Canarias.

A partir de 1974, tras pasar dos años en La India, su obra se impregnó de la mitología hindú y los dorados empezaron a irrumpir en sus composiciones. «Abandonó todas las formas de escapismo, incluso el tabaco», explicó Manuel Ojeda.

OBRA ESPARCIDA. La vida azarosa de Dieter Korbanka jugó en su contra. «Su trabajo no está historigrafiado», se queja Ojeda. No obstante, su último taller, situado en la ciudad filipina de Mindoro, es una casa-escultura que se ha convertido en un lugar de referencia para los amantes del arte. Entre los hitos de su trayectoria, figura una exposición celebrada en la legendaria galería Stadler de París, un lugar que sirvió de trampolín a pintores como Saura o Tàpies. En los años 80 expuso con cierta regularidad en la galería Vorpal de Nueva York. Además de en Canarias, Korbanka expuso en su trabajo en Alemania, Suecia, Kuwait, India, Polonia, Filipinas y Rumanía, entre otros países.

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