Coronado el Meru

La expedición Ralons Gran Canaria cumplió ayer con su primer reto en Tanzania, ascender el monte Meru con Enhamed Enhamed como entrenamiento previo a la conquista del Kilimanjaro. Sin embargo el camino hasta la quinta referencia más alta de África (4.566 metros) entrañó más exigencia de la esperada. Sin embargo el camino hasta la quinta referencia más alta de África (4.566 metros) entrañó más exigencia de la esperada. Sin embargo, tras 6 horas de trekking, el reto se cumplió no sin problemas.

A la sombra de su hermano mayor, el Kilimanjaro es la montaña más alta de África, el monte Meru pasa desapercibido ante el gigante tanzano. Sin embargo, esta montaña poco transitada por los turistas, esconde incluso más dificultades que la mítica cima del continente negro. Por ello, el grupo de montañeros grancanario, dirigido por Javier Cruz, abordó su senda hasta la cumbre con el propósito de aclimatarse a la altura.

Lejos de ser un simple entrenamiento, el Meru pone a prueba la condición física y la adaptación a las alturas de los que se atreven a abordarlo. Incluso el nueve veces medallista olímpico, además de otros logros internacionales, Enhamed Enhamed, sufrió su orografía accidentada. «La última hora se me hizo durísima porque no tenía referentes como los puedo tener en otras competiciones. Los últimos metros se han hecho eternos ya que había muchas piedras sueltas y el ritmo era de paso a paco y no llegábamos nunca a la cumbre», manifestó tras cumplir el reto el campeón paralímpico invidente. «Hubo un momento en el que pensé, no sé qué hago aquí, y estuve cerca de abandonar. Al final mantuve el objetivo en la cabeza y pudimos acabar gracias al equipo de Javier Cruz. Ahora, tras sufrir tanto en el Meru, afrontaré el ascenso del Kilimanjaro de otra manera», reconoció Enhamed, visiblemente fatigado en la cumbre. «He cumplido un sueño, es el lugar más alto en el que he estado, pero ahora quiero llegar hasta la cima del Kilimanjaro. Por lo menos lo voy a intentar con todas mis ganas».

Tras completar seis horas hasta el refugio Saddle, a 3.580 metros en la tarde del domingo, los miembros de la expedición Ralons Gran Canaria durmió apenas cuatro horas para abordar la cima del monte Meru (4.566 m.) a partir de la 1.00 de la madrugada. Serían entre 5 o 6 horas su posterior descenso. La ascensión a la cumbre tanzana se hace de noche para tener tiempo suficiente de ascender y descender, y por tanto evitar las altas temperaturas del día en una ruta muy exigente. Además se cuenta con el atractivo, como así disfrutaron los montañeros isleños, de ver salir el para ver salir el sol detrás de la silueta del Kilimanjaro desde una altura considerable. La ascensión es larga y en algunos puntos peligrosa. Con tramos de sendero cómodos, otros de arena volcánica y ceniza que son más resbaladizos y pesados, y otros de roca donde hay que vigilar más y a veces apoyar manos para tener más agarre. Por lo tanto, guiando a Enhamed Enhamed con una barra direccional por su invidencia, la ascensión se hace más dura de lo que esperaba. Además de estos condimentos, también pasan factura los más de 4.000 metros de altitud, el cansancio acumulado y las pocas horas de sueño con la que se abordó la montaña.

El último tramo es una pequeña rampa de piedras heladas hasta la estrecha cima, denominada Socialist Peak. Con temperaturas cercanas a los cero grados, la expedición Ralons Gran Canaria alcanzó la cumbre a las 7.15 de la mañana.

Cuatro horas más tarde, tras una contemplando el Kilimanjaro desde los 4.566 metros del Meru, llegó al refugio para iniciar el descenso. «A pesar de la exigencia del Meru, el grupo está bien. No esperaba que nos fuera a poner tan a prueba esta montaña, por lo que es una experiencia muy buena para encarar a partir del miércoles los casi 6.000 metros del Kilimanjaro», manifestó satisfecho Javier Cruz, jefe de la expedición. Ahora asoma el reto mayor. Nada más y nada menos que el Kilimanjaro.

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