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Luis Pareja
Jueves, 19 de abril 2007, 13:12
Es evidente que del contenido de este artículo ante él responderé, pero no he podido sustraerme a las reflexiones que me han generado el privilegio de acompañarle en su desarrollo y poder compartirlas con ustedes, que, como yo, sabemos más allá de lo televisado, contado en los periódicos o dicho por las radios , también conforman la realidad. La educación y con ella el acceso a la cultura es la llave de la modernidad y la esencia de la libertad. Entender el mundo que vivimos, superando nacionalismos anacrónicos y blindajes aislacionistas, significa comprender la necesidad de profundizar en un modelo de convivencia multicultural, de relacioneseconómicas globalizadas y ambición en la búsqueda y consecución de acciones multidisciplinares y supranacionales que contribuyan a la mejora de nuestra calidad de vida. Por ello haber reconocido el valor y vanguardia que representan el Colegio Alemán o Heidelberg; y su traducción en ser recibidos por niños de 5 y 6 años (canarios de pura cepa ), que ya hablan la lengua de Johann Sebastian Bach, como la de sus propios padres; no sólo ha sido una satisfacción, sino sobre todo la indicación de un camino que es preciso recorrer. Me gustó compartir la sonrisa de Jerónimo cuando dirigiéndose en alemán a los infantes, éstos le rojeaban dándole cumplida réplica a sus preguntas y curiosidades. Miren es preciso detenerse, contar hasta diez y dejar de ver a los ciudadanos como estadísticas al servicio del PIB. El futuro de nuestros chavales de siete años poco a nada va a tener que ver con nuestro pasado. La importancia de la comunicación en al menos tres lenguas diferentes (la materna, inglés y alemán) junto al conocimiento y manejo de las herramientas informáticas, las nuevas tecnologías y la capitalización de una formación universitaria o profesional, cimentada sobre la pluralidad, el conocimiento de lo diferente y la curiosidad, serán las claves necesarias para la realización de un siglo XXI, lleno de luces, de constructores de paz y de arquitectos de complicidades. No estoy imaginando un mundo feliz. Lo que estoy es apostando claramente por aquellos que por encima de crispaciones, coyunturas y obsesiones saben si ustedes les dan su confianza, lo que tienen que hacer, frente a aquellos que durante catorce años ya han demostrado lo que saben hacer. Son también muchos y distinguidos por sus esfuerzos y capacidades los empresarios alemanes que identificaron esta tierra para crear riqueza y puestos de trabajo. Sectores económicos cono el automovilístico, soportes informáticos, turismo... así lo avalan. Con el tiempo estas Islas han pasado a formar parte de sus corazones y su vida. Muchos de ellos se enorgullecen de sus hijos canarios y es por ello complicado no concluir en una causa común que nos une y que precisa de todos los esfuerzos posibles. Europa somos todos. Hay que volver lo antes posible a recuperar la esperanza de una Constitución donde podamos caber sin empujones y desconfianzas. Nuestras Islas deben de ser vanguardia de interculturalidad y convivencia, de creación de riqueza y si es posible haciéndola productiva y competitiva, y para ello hay que hablar, escuchar, sentarse y caminar juntos. Permítanme reconocer el trabajo callado y eficaz de un brillante diplomático llamado Arnulf Braun . Es el Cónsul de la R.F. de Alemania para Canarias, un buen hombre y mi amigo. En los próximos días daremos continuidad a esa agenda comentada y nos reuniremos con empresarios y diputados del Bundestag. El objetivo es la vertebración, impulso y complicidad en un mismo objetivo: Canarias. Pero de ello ya les contaré más adelante.
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