Adiós a Mara, la voz amiga de Canarias

Hoy no escucharemos eso de «Tamaragua, buenos días». Ni mañana, ni pasado... Quien mejor decía esas palabras, la periodista Mara González, falleció ayer. Falta su palabra, falta el eco inconfundible de su voz, pero quedan las miles de horas de grabación, los recuerdos de quienes tuvieron la suerte de conocerla, y la huella imborrable que dejó en muchas generaciones.

Mara González murió ayer tras varios años de mirar cara a cara al cáncer. Con la seriedad propia de quien sabe de la gravedad de la enfermedad pero con la entereza y la valentía que la caracterizaron. A comienzos de este mes su cuerpo ya fue acusando que el final de esa batalla se aproximaba. Ella era plenamente consciente y se encargó de comunicarlo primero a sus oyentes, al anunciar que no podía continuar con su programa matinal en Radio Las Palmas. En paralelo fue llamando a sus conocidos, sobre todo a esos compañeros de otros medios con los que siempre mantuvo una grata relación, y les fue haciendo partícipes de que las noticias sobre su salud no eran buenas. Ni mucho menos. Fueron llamadas en las que esa voz cálida que siempre la caracterizó no se quebró, pero quizás en su mirada sí se apreciaba la desazón de quien deseaba seguir frente a un micrófono porque era consciente de que había mucho que contar. Porque hasta el final estuvo pendiente de cuanto sucedía, de la actualidad informativa y, sobre todo, de lo que pasaba en su tierra, a la que amaba casi tanto como a su familia y por la que entregó horas y horas de trabajo. Mara González llegó al mundo en marzo de 1948 y lo hizo con el nombre de María del Pino González González. Con apenas 17 años ya estaba trabajando en la radio y ahí nació una relación de amor con las ondas que era compartida: ella era una devota del micrófono y la radio la quería por iguala, con miles de oyentes como testigos. «Lo ha dicho Mara en la radio», comentaban sus seguidores y aquello era casi palabra divina