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El fugaz y discreto viaje del rey Felipe VI a Gran Canaria responde a la profunda amistad que desde décadas atrás ha forjado con el regatista grancanario Fernando León Boissier, a cuya boda acudió este fin de semana el monarca en Bañaderos.
No en vano, tanto el Jefe del Estado como el medallista olímpico -casi coetáneos, 58 años el isleño y 57 el monarca- comenzaron a compartir experiencias en esta disciplina náutica una vez que Fernando -tras darse a conocer en el Real Club Náutico de Gran Canaria- se trasladó de joven a Barcelona para desarrollar su futura carrera deportiva, que tantos éxitos le granjeó en la posteridad.
En aquellos tiempos, Fernando se fue codeando con la élite náutica como los hermanos Doreste, Roberto Molina, Domingo Manrique o Patricia Guerra, siendo finalmente uno de los insignes deportistas isleños que lograron tocar metal en los juegos olímpicos, en este caso el oro en la Clase Tornado en la cita de Atlanta 96.
No obstante, Fernando León tuvo la ocasión de compartir cuatro años antes, en Barcelona 92, experiencia deportiva con el entonces Príncipe Felipe, compitiendo ambos en la clase Soling junto a Alfredo Vázquez.
«Yo ya tenia una buena amistad en esa época», reconoció el propio León en una entrevista reciente para el diario deportivo Relevo. «Habíamos navegado juntos en 420, y hablamos de montar equipo para poder ir a los Juegos. El barco que más podía encajar por la disponibilidad de tiempo y nuestras características era el Soling, con tres tripulantes, que además tenía la novedad de que se competía en match race, barco contra barco», agregó en dicho reportaje digital. «Nos metimos a tope a entrenar, vivimos en Barcelona y en primera persona fue una explosión del deporte español, fue una experiencia maravillosa».
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A pesar de la dura competencia, ambos lograron obtener un más que meritorio diploma olímpico. Una experiencia que guarda con mucho cariño Fernando, ya que el deporte español estaba en pleno auge, y su amistad continuó fortaleciéndose con el paso de los años, coincidiendo ambos en otras competiciones, especialmente en la Copa del Rey de Vela.
Ya a finales de los 90, Fernando León volvió a Gran Canaria y continuó vinculado la vela, especialmente en la clase Snipe y puntualmente en la de Cruceros, compaginándolo con su labor de aparejador y psicólogo deportivo. Pero la amistad sigue intacta entre ambos, tal y como se pudo comprobar este fin de semana con la presencia de Felipe en la boda del regatista olímpico.
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