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Kike Espino, posando sonriente en uno de los espacios de Morro Colorao. Juan Carlos Alonso
Restaurantes

Vegueta se prepara para la apertura del año: Morro Colorao ya es una realidad

El nuevo restaurante de Kike Espino, fundador del grupo Kikong, que aglutina también los negocios Triciclo y Manuela Jimena, todos en la calle La Pelota, es el proyecto más ambicioso de los últimos años

José Luis Reina

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 16 de enero 2024, 22:46

Recuerdo la vez que Kike Espino me enseñó la preciosa casa donde se ubica Morro Colorao, que se inaugura por todo lo alto este miércoles. En aquella primera visita, Espino me relataba con una pasión sincera lo que sería el proyecto de su vida, el futuro restaurante con el que lleva soñando desde hace muchos años, su gran obra. Describía cada esquina, cada espacio, cada barra y cada mesa. En aquel entonces, era una casa que necesitaba una reforma integral, tras años de cierre y con todo por hacer.

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Mi sorpresa fue mayúscula tras volver a ese inmueble hace unos días. De nuevo acompañado por él, ahora pude ver, detalle a detalle, lo que el emprendedor me había descrito aquella vez. Estaba todo ahí, tal y como lo había preparado, imaginado y ejecutado. Un trabajo de obra, arquitectónico y de diseño admirable, donde el estudio Cúbica ha tenido mucho que ver. Kike sonreía al ver mi cara de asombro, mientras estaría pensando algo así como «no te creías que lo fuera a hacer». Y lo cierto es que sí me lo creí, pero el resultado final supera, con creces, aquel apasionante proyecto que él describió.

Uno de los espacios en la planta baja. Juan Carlos Alonso

Hasta unas horas antes de la gran inauguración, el ejército de trabajadores sigue detallando los últimos retoques. Todo tiene que salir perfecto, porque Espino es, por encima de todo, un perfeccionista. Las salas impresionan, los techos aún más. Las barras bajas, pensadas para una experiencia total del comensal; el gran salón de la balconada, con vistas a la calle Pelota; las luces, los detalles. Se nota que todo está pensado, desde el suelo hasta las luces, pasando por la ubicación de las mesas. La música también tendrá un protagonismo especial, evidentemente. Y en el interior de ese restaurante único en la isla, pueden sentarse más de 100 comensales, una buena muestra del colosal proyecto en la zona noble.

El emprendedor

Pero, ¿quién es Kike Espino? Además de ser el emprendedor detrás de este proyecto, es el chef ejecutivo, creador de todos los platos que se sirven en Triciclo, Manuela Jimena y Morro Colorao, y cogiendo la definición que utilicé en un reportaje anterior, un cocinero de profesión, soñador por naturaleza y empresario de corazón. «Uno no se lo cree todavía, es como un sueño que se va a hacer realidad. Estoy muy emocionado», relata el protagonista.

Barra frente a las parrillas. Juan Carlos Alonso

El mérito del empresario es doble, teniendo en cuenta sus inicios. «Llegar a este punto tras empezar fregando platos hace más de 20 años, empezar con Triciclo de manera humilde y con cinco o seis empleados, y llegar a los 72 de la actualidad en el grupo, es algo impresionante. Se me ponen los pelos de punta al entrar al nuevo restaurante, ver las instalaciones, la oferta gastronómica...», apunta feliz Espino, tras meses y meses de duro trabajo, donde ha estado a diario siguiendo la evolución de la obra.

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Lo cierto es que el proyecto de Morro Colorao empieza hace ya muchos años, en la mente del empresario. «Empieza cuando yo termino mi carrera de gastronomía en Barcelona. Pero claro, a nivel económico, la puesta en marcha en aquel entonces era imposible, así que empecé con Triciclo, detrás de la barra y con un concepto más callejero; después nace Manuela Jimena, que es un homenaje a esos bares de Madrid clásicos, elegantes. Y ahora Morro Colorao, que es el proyecto de mi carrera, que voy a conseguir después de más de 20 años».

Él define, con cierta melancolía, que estos tres negocios pueden servir también para ver su evolución vital, su madurez como empresario. De Triciclo a Morro Colorao, pasando por Manuela Jimena. Uno al lado del otro, con tres estilos diferenciados, pero de mucho éxito.

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Potente oferta gastronómica

En la parte puramente gastronómica, en Morro Colorao los comensales «se van a encontrar un gran abanico de posibilidades. Dos cocinas a vista del cliente, con una dedicada a espetos, que pueden ser, por ejemplo, de sardina, lubina, pulpo o carabineros. Por otro lado, tenemos una robata japonesa, que es una técnica ancestral de barbacoa, con carbón marabú, donde elaboraremos diferentes yakitoris como reconocimiento a la parrilla japonesa. También tenemos una parrilla vasca, utilizando el mismo excelente carbón, donde haremos diferentes cortes, tanto de vaca, como de buey y cerdo ibérico, seleccionados por nosotros. Todo es nacional y de pasto. Además de pescados a la brasa».

Espacio para la elaboración de los arroces. Juan Carlos Alonso

En la cocina de la planta alta encontramos la arrocería, «donde he querido recuperar las tradiciones en la manera de hacer arroces. Lo hacemos a la leña, con naranjo, para que aromatice con esos toques cítricos, y con sarmiento, que le dará un aroma súper especial, ambos de Gran Canaria. Además, el arroz ha sido seleccionado por nosotros, visitando molinos en Valencia. Utilizamos el de grano de la Albufera, seleccionado para nosotros por agricultores. Todo está hecho con mucho mimo, incluso los caldos que vamos a utilizar para esos arroces son elaborados con fuego de leña, para que también esté aromatizado».

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La parte líquida, como no podía ser de otra forma, cuenta con un nivel a la altura del escenario. Una gran selección de vinos nacionales e internacionales, con los canarios también muy presentes; espumosos, champagnes, cavas, generosos, gran oferta por copas... aquí no falta nada.

Barra en la parte superior del restaurante. Juan Carlos Alonso

¿Por qué Morro Colorao?

El nombre del restaurante tiene una bonita historia detrás, muy emotiva. «Empecé a pensar en mil nombres con el equipo, aunque ninguno me terminaba de convencer. Mi hija Amaia tiene un síndrome, que es el de Frey, con muy pocos casos en niños pequeños, que cuando come mucho algo que disfruta demasiado, el pH de la saliva sube y entonces se le pone el cachetito colorado. El nombre es un homenaje a mi hija», confiesa emocionado Espino, al que se le escapa alguna lágrima. Un nombre, por cierto, que lo empuja aún más a dejarse la piel por este negocio.

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Le he robado mucho tiempo a Kike, que pacientemente ha querido volver a enseñarme todo. Está feliz, motivado. Y no es para menos. Se trata de una de las grandes aperturas del año, y estamos en enero. Y para él es mucho más que eso, es cerrar un círculo y demostrarse a él, y a todos, que los sueños están para cumplirse. A base de mucho trabajo, inteligencia y honestidad. Y gana, una vez más, la gastronomía de Gran Canaria.

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