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Pizzas al horno de leña, productos que aterrizan cada semana directamente desde Italia en este local de la calle General Vives: recetas napolitanas, manos que amasan y hornean a velocidad experta y alma calabresa con todo su derroche de encantos, hacen de esta trattoria un exponente de la cocina italiana en la capital grancanaria.
Si acudes temprano, probablemente puedan acomodarte en uno de los rincones de este local, pero puede pasarte también que tengas que esperar y sin duda, la paciencia tendrá una sabrosísima recompensa.
Entre un italiano españolizado te darán la bienvenida y no pierdas detalle de su «despensa» porque, hasta llegar a la mesa encontrarás cajas, sacos, latas, todo a tamaño industrial, ambientando el local de una forma muy pintoresca y genuina.
Entre ensaladas y entrantes, la carta de Calabré va desde lo clásico hasta lo inédito, como la propuesta de marisco frito con papas fritas y que no te extrañe porque el marisco lo tienen en el local, vivito y nadando.
Seguro que también repararás en las albóndigas de berenjena o en su provolone con nueces, pero mi consejo es que te rindas a sus berenjenas a la parmesana que acompañan con unos pedazos de focaccia, de masa fina y textura extra crujiente que son una auténtica delicia.
Y ante la duda, el personal, atento y cálido sabrá contarte la historia de cada receta, en un dialecto propio a caballo entre el español y el italiano que los hace aún más encantadores. Sus recomendaciones suponen algo así como un ingrediente secreto que ya le da sabor al bocado antes de probarlo, así que nada como escuchar y que acerquen a la mesa una sorprendente tabla con burrata y embutidos italianos. Espectacular.
Para ellos, arrancar con una pasta es una opción estupenda, pero todo dependerá del apetito que se tenga. Desde luego, su propuesta de «pacchero con almejas y pesto de albahaca» es quizás uno de los platos que su público más comparte en redes sociales, redes que, por otra parte, suman más de 90.000 seguidores. Habrá que probarlos.
Las pizzas de Calabré son un capítulo aparte. Una masa fina, custodiada por un borde crujiente, con ese regusto final a la leña del horno de donde no dejan de salir pizzas y más pizzas, focaccias y más focaccias. Y los ingredientes, naturales y en la medida justa que acompañan a un queso derretido y cremoso absolutamente cautivador. Si eres amante de la burrata pide que coronen tu pizza porque el resultado será aún más espectacular.
Si eres amante del picante no dejes de probar su versión de pizza Diávola y seguro que la encantadora Martina te invitará a que mandes el punto de picante que más te guste.
Pero toda la carta merece probarla entera, su versión del calzone, sus pizzas con verduras o con ingredientes a la altura de todos los antojos como la de mortadela con pistachos se podría comer a diario.
Su carta de postres es más corta de lo habitual pero no por ello menos exquisita. El tiramisú resulta perfecto y a la altura de todo lo que ofrecen, pero si quieres salir de lo común, aventúrate con su «tarta della nonna» que seguro te encantará.
Así es Calabré, un local que tan pronto como se prueba se explica rápidamente la fama que lo ha popularizado, donde sus pizzas han pasado a ser el sello de identidad y sabor, pero que es capaz de enamorar a primera visita, con todo lo demás.
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