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El Rincón de Betty, 30 años de una cocina única que ha dejado huella
Restaurantes

El Rincón de Betty, 30 años de una cocina única que ha dejado huella

Este año se cumplirán tres décadas de la cocina de Betty, maestra para muchos, sobre todo de aquellos a quienes despertó el paladar con texturas y sabores que por aquel entonces nadie elaboraba en Gran Canaria

Vanesa Delgado

Las Palmas de Gran Canaria

Miércoles, 19 de febrero 2025, 00:23

Si echamos la vista atrás y nos remontamos al panorama gastronómico de la isla redonda de hace 30 años, muy pocos eran lo locales que se definían por una cocina diferente, sofisticada y sabrosa. Somos muchos, además, los que recordamos aquellos salones y esas cartas y son muy pocos los que a día de hoy permanecen abiertos.

Hoy, la oferta se multiplica y cada dos calles, sobre todo en las zonas más céntricas de la ciudad, el abanico de propuestas gastronómicas se despliega a merced de gustos y bolsillos, pero, dentro de todo este universo culinario que concentra la isla, somos muchos también los que sentimos nostalgia por el pasado y cuando esa magua no se puede reprimir, ahí está Betty y su cocina, hoy tan presente y vigente como siempre en el espacio de La Butaca en el Cicca.

Un error de acierto pleno

La trayectoria de este siempre encantador rincón es la resulta de un relato tan único como los platos que Betty elabora. Con 17 años se presentó en una agencia de viajes en su Filipinas natal. Ella iba con la intención de poner rumbo a Palma de Mallorca para encontrarse con su prima y un ligero error semántico la hizo aterrizar en Las Palmas.

Un antojo del destino quiso que en el aeropuerto estuviera Mercedes Cardona esperando por una chica de origen filipino y entre tanto, Betty daba una y otra vuelta en busca de su prima. Mercedes, quien advirtió a la inquieta 'muchachita', la sacó del error en su destino y con ella se la llevó y le encontró la primera cocina donde Betty comenzó a aprender y hacerse dueña de su propio destino.

No olvida cada cocina que ha pisado, no olvida sus orígenes y junto a su marido, Javier, compañero indispensable de su vida, han escrito juntos su historia y la de El Rincón de Betty, a la vez que, sin pretenderlo, despertaban el paladar de los grancanarios a nuevos sabores con recetas originales irrumpiendo con su cocina, tan versátil, delicada, variada e insólita como su propio relato.

Javier y Betty en sus comienzos Archivo personal de Javier y Betty

Recuerdan cada peldaño que subieron y Betty en especial, a cada persona que le aportó algo a su repertorio que, 30 años después continúa ofreciendo desde una cocina llena de contrastes.

Además, para quienes hemos tenido la suerte de acompañarles en las diferentes etapas de este viaje de 30 años de recorrido, su aportación a la historia gastronómica de la isla es un capítulo propio, al que hacerle muesca a la página para volver a leerlo una y otra vez, cada vez que se nos antoje.

Un sueño como meta

Juntos cumplieron el sueño de Javier, abrir su restaurante propio y colocaron Tafira en el mapa gastronómico de aquel entonces, montado un local tan encantador como la reconocible cocina de Betty. «Es curioso, nos apunta Javier, porque arrancamos con la propuesta que todos tenían en aquel momento. Una oferta donde la diferencia la marcaban las manos de Betty pero no el contenido y fueron los propios clientes los que la animaron a elaborar una cocina que, a día de hoy, es el ADN del Rincón».

Las cosas de la vida

Por esa serie de circunstancias que a veces marcan los rumbos de la vida, juntos abandonan el local de Tafira, un local que aún permanece intacto en la memoria de todos los que lo visitamos y, por aclamación de clientes y amigos, se vinieron a la capital.

Un primer local que no tardaron en dejar porque los invitaron a formar parte de La Butaca y donde, afortunadamente para todos, 'la vida de Betty' se sigue ofreciendo para estímulo y disfrute del paladar.

La sala actual en La butaca de El Rincón de Betty C7

¿Quién ha podido olvidar sus crepes rellenos de champiñones o de espinacas? ¿Sus lacitos? ¿Su lenguado? Probablemente nadie de tantos y tantos que los han probado a lo largo de estos 30 años, porque, con orgullo, Betty y Javier nos apuntan que hoy por hoy, reciben en su restaurante a la casi cuarta generación de aquellos primeros comensales en Tafira.

Un reto con nombre propio del femenino singular

Con mucha emoción y aún más orgullo, Javier nos apunta que jamás han estado a disgusto en ninguno de los locales donde Betty ha encendido los fogones y todo ese mérito «se le debe a ella». Un mundo, como apunta Javier, muy masculino cuando se trata de merecer la designación de chef y que ella se ha ganado con su pulso, con su imaginación y con su dedicación plena y absoluta durante más de 30 años.

Solomillo balear, un plato muy de Betty C7

«Escuchar al cliente» es una de sus tantas virtudes, porque Betty es de las que ponen los cinco sentidos. «Cada plato que elaboro también cuenta la historia de los clientes que nos han acompañado durante toda la vida». Ideas que surgen y que ella, valiente y decidida, sabe llevarlas a la práctica y ejecutarlas bajo su sello, porque, cuando la cocina de Betty se prueba, no solo no se olvida sino que se identifica con los ojos cerrados.

Una carta versátil y única

Sus platos hablan de ella, de su pasado y de su presente. Adaptarse a las tendencias sin dejar jamás de lado lo que la llevó a forma parte de la historia gastronómica grancanaria y en la que sigue escribiendo, con elaboraciones propias que traspasan las tendencias, el encasillamiento y las definiciones. No se trata de cocina fusión o de cocina exótica, o de vanguardia, ni siquiera de tradición. Su cocina la define a ella y ella ha definido, desde que comenzó, su cocina.

Pan y aperitivo en La Butaca de El Rincón de Betty C7

Platos que según se lean, despiertan la memoria gustativa de todos, como sus costillas de cochino negro, dulce de higos y chips de batata. Exquisito, sutil y perfecto.

Costillas de cochino negro C7

Como jamás se olvidan sus 'lumpiang', esos rollitos crujientes rellenos de ternera-buey, queso, membrillo y un salsa agridulce casera elaborada por Betty de principio a fin.

Lumpiang C7

Los vegetales y el producto de cercanía

A Betty no hay producto de la huerta que se le resista, habilidosa y creativa, ella solita es capaz de hacer una obra maestra, como sus berenjenas ahumadas con salpincón de manzana verde y anchoas del Cantábrico, un plato incomparable que solo Betty es capaz de equilibrar.

Berenjenas ahumadas C7

Mucho que contar también de su 'carpaccini' de atún toro, un corte a camino entre un carpaccio y un sashimi al que Betty acaricia con un aliño de manga verde y un toque de cacahuete irresistible.

'Carpaccini de atún toro' C7

Y redoble de tambores para sus inconfundibles flores de calabaza rellenas con queso y mariscos que a diario llegan frescas al local, se les retira el estambre y se rellenan para posteriormente ensalzar con remolacha y yogur.

Flores de calabaza de El Rincón de Betty C7

Un buena muestra de todo lo que encierra tras su permanente sonrisa, tras la tapa de caldero, tras la puerta de su despensa, netamente canaria, porque cada plato que elabora lleva todo lo aprendido y lo vivido en Gran Canaria.

De tartas de queso como el mejor y más dulce final

Tarta de queso de Betty C7

Antes de que proliferaran en casi todas las cartas las tartas de queso, Betty ya elaboraba la suya y aún hoy, donde este postre es una constante, nadie ha conseguido darle la esponjosa textura «made in Betty». Terminar con este postre, aplaudir su carta desde el fervor que lleva ofreciendo su cocina, nada más y nada menos que 30 años, es el mejor homenaje que se le puede hacer, porque, si de reconocimientos se trata, El Rincón de Betty se los merece todos.

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