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Desprende ese aroma inicial de las grandes salas, de estética muy cuidada y elegante, sin caer en lo cursi, con el personal de uniforme clásico y ¡hasta manteles de tela en las mesas!, que todavía existen, aunque el 'moderneo' imperante se los esté cargando. En realidad está acabando con muchas cosas valiosas de los grandes restaurantes clásicos, pero eso ya da para otra pieza.
Retomando el tema, la apertura de Las Lilas, en diciembre del año 2020, supuso una pequeña revolución en Carrizal, que potenció exponencialmente su nivel gastronómico con la llegada de un asador de alto nivel, orientado a una clientela que valore -y pague- la selecta variedad de carnes que alberga y la generosa oferta de vinos que el restaurante ofrece.
Claro que tener al maestro asador Fermín Rodríguez liderando los movimientos en el fuego ayuda, y mucho, a que este nivel no se quede solo en la estética del local o en el elegante uniforme de los empleados de sala. Rodríguez es un galáctico, con una trayectoria muy importante y con unos conocimientos de las piezas, los cortes y los puntos a tener muy en cuenta. De ahí que Las Lilas, entre otros motivos, tenga el éxito que tiene desde su apertura.
La carta, de oferta tradicional y donde todo, o casi todo, lo dice el producto, es muy apetecible. La ensalada Las Lilas, que es a su vez un pequeño mapa de productos de Gran Canaria, formidable. Tomates de La Aldea, aguacates de Mogán o cebolla roja de Gáldar, junto a huevo duro, mix de hojas baby, espárragos de Navarra, atún cocinado a baja temperatura y aliño francés. Refrescante, sabrosa, contundente. La pediré siempre.
Al mismo nivel estaban las croquetas de bacalao con muselina de su pil pil, de textura y sabor perfecto, que acompañó a unos chorizos parrilleros, otro clásico que no hay manera de que decepcione. En la parte líquida, por cierto, Las Lilas cuenta con una gran oferta de vinos, cuyas botellas, elegantemente expuestas y visibles desde la sala, aportan una agradable sensación al comensal. En esta ocasión, elegimos un clásico que siempre cumple, Pago De Los Capellanes Crianza, un buen acompañante de lo que vendría a continuación.
Aunque la carta de Las Lilas tiene una curiosa parte dedicada a sus platos de cocina japonesa, sorprendente por inesperada teniendo en cuenta el concepto, sin duda el punto fuerte está en las carnes a la brasa. Desde Wagyu Santa Rosalía hasta vaca rubia gallega, pasando por el Txogitxu vasco, retinta de Cádiz o solomillos argentinos y uruguayos. También, por cierto, cochinillo segoviano, paletilla y pierna de cordero lechal.
Bien aconsejado por la jefa de sala, opté por un chuletón de Simmental (Alemania), poderosa carne de sabor intenso, que bien preparada -estaba perfecta- se disfruta mucho. Un kilo (60 euros) de chuletón, aunque también se puede optar por un lomo alto (40 euros) o un lomo bajo (30 euros), ambos cortes con unos 350 o 400 gramos. De guarnición, unas papas fritas, aunque también pueden acompañar a la carne unos pimientos asados, verduras salteadas o papas nuevas risoladas al romero y ajo.
Un correcto postre de gofio y chips de plátano remataron un buen almuerzo en un asador que, sin duda, juega en la liga de los grandes. Por producto, servicio y sala. Por bodega, y por Fermín. Las Lilas es uno de los mejores asadores de Canarias.
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
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