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Quería dejar pasar un tiempo prudencial hasta visitar el precioso restaurante en una de las zonas más bonitas de la capital grancanaria, la siempre apetecible y elegante Vegueta. Allí, en la calle La Pelota, el grupo Kikong que lidera el empresario Kike Espino abrió su último gran proyecto, Morro Colorao, un ambicioso restaurante de varios ambientes con una exclusiva carta, íntegramente creada por Espino, al igual que ocurre en Triciclo y Manuela Jimena, ambos en la misma calle.
El empresario reconoce que no ha sido fácil domar a esta bestia, teniendo en cuenta la envergadura y la singular oferta. Morro Colorao es fuego, sabor, carbón y leña. Es una divertidísima propuesta, compleja, pero de un resultado fascinante. «Llevo metido en el restaurante desde que abrimos, corrigiendo algunos errores, puliendo detalles. Ahora ya sí puedo decir con orgullo que Morro Colorao está perfecto, con la propuesta que tenía en mente desde el principio», me decía Kike, cuyos negocios lo avalan de manera solvente.
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Tras tomar un aperitivo en la terraza, optamos por disfrutar de esta primera experiencia en la parte baja, para tener buenas vistas a la movida barra, donde deleitarse viendo la elaboración de espetos, los yakitoris en la robata japonesa o los cortes de carne premium en la parrila vasca. Esa parte baja tiene un ecosistema apasionante, y da gusto ver la concentración de todos los empleados. Arriba, por su parte, está la arrocería, con el fuego elaborando los arroces de manera tradicional, a la leña, con grano de la Albufera. Y en la parte de comensales, varios confortables espacios, con esa sala de la balconada con vistas a la calle, que es uno de los espacios más acogedores del local.
Hicimos un buen recorrido por la carta, como merecía la ocasión, para conocer plenamente las cualidades y técnicas del restaurante. Una empanadilla de carne mechada al estilo Morro Colorao, con chimi churri de tomates secos, junto a unas croquetas de pollo a la leña con pesto de cilantro, abrieron el ilusionante festín, en el que la ensalada de espárragos trigueros, acelgas y puerros a la brasa con pulpo ahumado, con un aliño de vinagreta al ajo tostado y pimentón de la Vera, sorprendió gratamente. La brasa está presente siempre, los tiempos son perfectos y el punto también. Claro que el yakitori de cherne y pulpo marinado cajún con trufa y huevo cordorniz fue un auténtico deleite que no se quedó atrás.
Tras estos primeros e ilusionante golpes, y antes del ansiado arroz, disfrutamos con una salchicha hecha en el restaurante, con trufa negra, que ejerció de telonera del arroz del Senyoret, hecho a la leña con naranjo y sarmientos de Gran Canaria. Me decía Kike que no ha sido fácil llegar a conseguir el punto ideal, pero han conseguido utilizar la técnica del fuego a la perfección, y el arroz que disfrutamos tenía un nivel notable. Además, tienen una gran variedad, por lo que las opciones son tan grandes como el resultado final.
No terminó ahí el homenaje, pues las carnes aquí son sagradas, y esa parrilla vasca no tiene desperdicio. El lomo bajo de ternera retinta sin hueso demuestra que el producto es innegociable, siempre lo mejor. Y de guarnición, por petición de un servidor que roza el delirio cárnico, ese steak tartar. Todo fue resuelto en tiempo y forma, donde Espino ha seleccionado cuidadosamente sus vinos, contando incluso con etiquetado propio. Morro Colorao tinto y blanco, de Burdeos; Morro Colorao Rioja y Morro Colorao Verdejo, de Rueda. A partir de ahí, una gran selección regional, nacional e internacional. Y lo mismo con la variedad dulce, original, atractiva, visualmente impactante.
Estamos ante un restaurante de nivel, de esto no cabe duda. Marca una línea muy propia, que se aleja de los aclamados Triciclo y Manuela Jimena, con la dificultad que ello conlleva, teniendo en cuenta que están bajo el mismo paraguas. Está preparado para vivir un rato muy festivo, dando la sensación de que estamos en varios restaurantes unidos en un mismo espacio. «Es el proyecto de mi vida, y cada detalle está estudiado y controlado. Cada día mejora más, y alcanzará el nivel de excelencia total que ya ofrecemos en los otros dos locales. Es un espectáculo», celebra Espino, que además de toda la ilusión del mundo, ha apostado por Morro Colorao a lo grande, también económicamente.
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Edurne Martínez y Sara I. Belled (gráficos)
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Jon Garay
Jon Garay e Isabel Toledo
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