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«¿Quién ha dicho que el mar y las brasas no pueden llevarse bien?», se preguntan desde este fantástico restaurante comandado por el chef Matteo Pierazzoli, que encontró en la exclusiva zona turística de Gran Canaria, su lugar perfecto para encender el fuego y jugar con él, dando como resultados unos platos muy atractivos, de poderoso sabor.
Claro que las brasas y el mar siempre se han llevado bien. De eso saben mucho, por ejemplo, los vascos. Sólo hay que darse un salto por ese pequeño paraíso gastronómico llamado Getaria, para descubrir el poder que tienen justo al lado del mar. La costa guipuzcoana es un brillante ejemplo de la íntima relación entre el fuego y el mar. De la fuerza de ambos, de los inigualables sabores que ello produce.
En Meloneras, el entorno es distinto, obviamente. El Boulevard El Faro, con su siempre animado paseo, sus vistas limpias al tranquilo mar y un sol que siempre pide sitio, le otorga un aire más paradisíaco, sin desmerecer la fuerza y belleza del norte. Ahí, en un fantástico local de gran terraza, el talentoso Pierazzoli ejerce su buen manejo del fuego, para celebración de todos.
Una vez me tocó moderar una ponencia en la que la estrella era Ferrán Adriá. Ahí, en la capital grancanaria, el chef catalán se preguntó cómo era posible que en Canarias hubiera tan pocos asadores de pescado, teniendo en cuenta los obvios motivos geográficos. Es algo que le llamaba especialmente la atención, y tiene razón. Quizás sea por una cuestión más cultural que geográfica, pero lo cierto es que no es un consumo muy generalizado, a pesar de su innegable placer. Y Ceniza así lo demuestra.
Cigalas, mejillones, vieiras, alcachofas con almejas, pescados frescos, diferentes cortes de carne... todo al fuego. Recientemente pude disfrutar de esos fantásticos mejillones a la brasa, con salsa de tomate cherry, que uno devora con mucho entusiasmo. También el pulpo, con la emulsión de tinta y pimentón, potenciado por el fuego que tan bien le sienta. Es fundamental conocer la sama o la lubina, claramente proclives a dejarse querer en la parrilla, o alguna carne como el chuletón iruki o el solomillo a la brasa con setas de temporada. Le sobró un poco de fuego, en esta ocasión.
En su oferta de vinos, Ceniza cumple con creces. Buena representación de vinos canarios, con una buena relación calidad-precio, y más teniendo en cuenta el sitio donde estamos. Y en los postres, el restaurante cuenta con una repostera sensacional, que nos preparó una torrija como hacía mucho tiempo que no comía. De hecho, es de las mejores torrijas que he comido.
Estamos, en definitiva, ante un restaurante que potencia, y mucho, la oferta en el sur de Gran Canaria. Su privilegiada situación, su cómoda terraza, su gran oferta gastronómica... lo tiene todo. Y tiene, por encima de todo, a un gran cocinero.
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Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
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