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Hace 16 años que Yanete Portelles tomó las riendas de El Caserón del Cortijo, junto a su socio, «de lo contrario», nos dice, «nunca lo hubiese hecho». Desde el principio tuvo claro que no copiaría lo que hacen otros. Su sólida formación y experiencia en el mundo de la hostelería y los eventos, forjada en hoteles de lujo y establecimientos emblemáticos de su Cuba natal, le daban las herramientas suficientes para trazar su propio camino sin necesidad de imitar a nadie.
El siguiente paso fue fundamental: buscar un auténtico maestro parrillero. Así llegó Inti Ramsés, quien desde entonces lidera las brasas de El Caserón del Cortijo. Él sumó al equipo su veteranía tras el fuego y, a partir de ahí, trabajo incansable de todos y especialmente Yanete dejándose su juventud y tiempo libre hasta lograr que este espectacular local se llene prácticamente a diario entre semana, y que los fines de semana se convierta en un hervidero de celebraciones: bodas, bautizos, comuniones y cumpleaños.
Lo primero que llama la atención es el propio local, una especie de refugio cálido y acogedor. La experiencia comienza desde que aparcas el coche, algo que no es menor: un amplio aparcamiento es todo un lujo hoy en día.
El jardín luce impecable, cuidado al detalle. La sala interior y la terraza crean ambientes diferenciados, pero ambos igualmente elegantes y sus cámaras de maduración dan la bienvenida al atravesar la puerta y el producto que guardan es su mejor carta de presentación.
No cabe duda, la esencia de su propuesta está en las carnes maduradas. Auténtica carne de Retinto, proveniente de Andalucía, seleccionada bajo la supervisión experta de Inti.
Pero una sorpresa nos roba la mirada, la cámara específica donde reposan lubinas de Aquanaria, sometidas a un meticuloso proceso de deshidratación y maduración durante una semana y el resultado no puede ser más extraordinario. Una técnica, ideada por Inti, que dota a la lubina de una textura firme pero jugosa y de un sabor suave y aterciopelado, muy lejos de lo que cualquiera podría imaginar de un pescado madurado. Se culmina en las brasas, y se acompaña de unas batatas fritas crujientes e irresistibles. Un plato que, sin duda, vale muchas visitas a El Caserón.
De sus carnes podríamos escribir páginas enteras, pero lo mejor es probarlas. Selección minuciosa y puntos de cocción precisos son los secretos que Inti comparte sin reparo. El resultado es un bocado jugoso, tierno y lleno de sabor. Como complemento, guarniciones que respetan el producto principal, unas deliciosas papas fritas y unos pimientos asados, elaborados en su cocina, partiendo de la materia prima.
Aunque es un asador con todas las letras, la carta sorprende por su variedad y cuidada elaboración. Destacan embutidos seleccionados, como su jamón y su cecina; ensaladas frescas y platos al carbón como el rejo de pulpo, tierno y sabroso. Una oferta que ha llevado a muchos de sus clientes a definirlo como un «restaurante idílico», porque todo lo hacen bien, y todo está delicioso.
Con el mismo rigor y exigencia en cuanto selección de producto y ejecución, trastan sus postres y se puede dar buena cuenta de ello con su «crumble» de manzana, convirtiendo esta fruta en pura golosina o en su tarta de chocolate, la más demandada porque no contiene gluten ni le hace falta a un tierno e intenso bizcocho de chocolate.
A lo largo de los años y gracias a la experiencia de Yanete, El Caserón del Cortijo se ha convertido en sede de miles de eventos en Gran Canaria. Lo sorprendente es que la calidad de su cocina no se resiente con independencia del número de comensales.
Un amplio jardín, con zona de juegos para los más pequeños y una carta adaptada a sus paladares, lo convierte también en el plan familiar perfecto para los fines de semana.
Un pequeño oasis a pocos minutos de la capital, donde ver, probar y disfrutar se convierten en una misma cosa o, como dice Inti: «seleccionar y ejecutar, sin necesidad de fuegos artificiales. Es lo que más aprecian nuestros comensales».
Y que nadie salga de El Cortijo sin disfrutar de un mojito, marca de la casa porque también en esto son especialistas.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras (gráficos)
Óscar Beltrán de Otálora e Isabel Toledo
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
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