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Amal y Said, dos hermanos que llegaron a la isla de Gran Canaria hace un tiempo y que decidieron dar lo mejor de cada uno de ellos, ofreciendo al público grancanario su propia versión de la cocina alauita, así como de otras elaboraciones de la cocina árabe.
Todas y cada una, trabajadas desde el más absoluto respeto por las tradiciones culinarias a las que Amal añade, como nadie, su propia visión y su toque absolutamente maestro.
Lo primero que llamará su atención y que le hará sentir que es más que bienvenido, será la sonrisa y la amabilidad de Said. No hay quien pase por delante del local, aunque no tome asiento, y se pare a saludarle. Hasta los perros que pasean por el barrio, van a presentarle sus respetos.
Y es que, Said, lleva más de 30 años en el mundo de la hostelería y es de esas personas que viven, con inusitada alegría, su profesión y, eso, hoy en día, tiene un valor incalculable. Said hace sentir a los clientes, especiales.
Lo siguiente que podrá apreciar es la disposición de la mesa, con una puesta en escena que ya denota la autenticidad de los bocados que aquí se disfrutan. Vajillas marroquíes, llegadas a Gran Canaria bajo la cuidada selección de la propia Amal. Y así con todo porque, para Amal y Said, el ambiente también es importante y no hay rincón que no transporte al mismísimo Marruecos, sin salir de Gran Canaria. Teteras, vasos, lámparas maravillosas, cajas de madera, telas, fotografías, paredes, pinturas, se suceden en perfecta armonía a lo largo de este local. Y un detalle que tampoco debería pasar por alto, la carta está hecha con auténtica piel de cordero.
Tras sentirse como en casa, porque eso lo consiguen tan pronto como tome asiento, deberá seleccionar algunos de los entrantes. Imprescindible dejarse llevar por Said porque, con sinceridad y, desde el aprecio más absoluto por el comensal, le contará lo mejor del día. El único inconveniente es que suele ser todo, porque, desde cocina, Amal solo sabe trabajar con producto fresco, en cocciones lentas y mimadas por sus manos y, sobre todo, con pasión y cariño en todo lo que hace. «Si no me gustara lo que hago, no lo haría», así de sencillo y de rotundo es el mensaje de Amal cuando le preguntamos por su secreto por el que todo está tan rico y es tan auténtico.
Mi recomendación, no se pierda el briwat con espinacas, un bocado irresistible, así como el falafel. El humus y la ensalada de beranjenas zaluk, ambos los mejores que he probado en mi vida y, he probado muchos. El tabule, ejecutado bajo la particular visión de Amal, al que le añade un toque de granada y lo hace único y, por supuesto la pastela de pollo, absolutamente increíble y digna de todas las ovaciones que existen.
Guarde espacio para el tajín de cordero porque en pocos lugares podrá disfrutarlo como en Cafetería Amal. Toda la intensidad de esta delicada carne se pone de manifiesto en la mesa y Amal nos cuenta su secreto. «Tratar con respeto la materia prima y poner el caldero desde primera hora de la mañana, a fuego muy lento».
Porque todo se elabora en esta cocina, nada llega preenvasado ni precocinado y hasta en el cuscús se pone el cuidado y el tiempo que este producto requiere. Said nos apunta que, tal y como se trata el producto, siempre fresco, «es imposible que aquí algo le siente mal al comensal porque todo se elabora como tiene que hacerse». Y una recomendación, no se pierda el cuscús de verduras acompañando al cordero.
Después de todo, deberá dejar un espacio para los dulces, también elaborados por Amal y volverá a sentir que ha viajado cuando Said se acerque a su mesa para la última puesta en escena, servirle el auténtico té a la menta marroquí. A sorbitos podrá ir disfrutando de artesanal gastronomía dulce alauita y, sin duda, no hay mejor cierre a esta exquisita y viajera experiencia culinaria.
Un lugar que, seguro, se marcará en el mapa de muchos una vez lo conozcan porque, desde la comida, hasta el local y la hospitalaria atención, la Cafetería Amalle robará el paladar y el corazón.
Y, por último, si llama su atención en la carta la disruptiva propuesta de salchichas alemanas y pastel de carne es un guiño cariñoso de Amal su marido, Thomas, de nacionalidad alemana, porque esto, también saben prepararlo sus prodigiosas manos.
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