Caldo de invierno, la receta con solo 10 ingredientes para entrar en calor
Las recetas que te cuento ·
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Las recetas que te cuento ·
Desde que empiezan a bajar las temperaturas nada más reconfortante que un buen caldo cargado de sustancia y sabor para sobrellevar el fríoEste caldo se ha elaborado en mi casa desde que tengo uso de razón. Desde niña, cuando veía en la cocina los garbanzos en remojo sentía lo mismo que cuando te pones un abrigo cuando tienes frío.
Por la mañana, despertarse con el aroma de este caldo, acercarte a la cocina y escuchar ese murmullo del hervor suave y esa tapa en un temblor constante por salvaguardar la escencia era puro espectáculo.
Recuerdo también ese plato, tamaño postre, donde mi abuela o mi madre apoyaban la espumadera y el cucharón, armas infalibles que cuidaban que el resultado fuese el correcto y esos manojos de hierba huerto fresco esperando el momento de aderezar el caldo con la alegría que solo da la menta.
Ellas, atentas al punto de sal, a la cocción correcta de los garbanzos, porque al día siguiente tocaba en agenda una ropa vieja magnífica y única y del pollo, unas croquetas para la cena que desparecían más rápido que el frío de invierno tras el primer sorbo de este caldo.
Hoy, prepararlo en casa es lo mismo que sentir el abrazo de mi abuela, cierro los ojos en cada sorbo y es como si ella estuviera, esperando los halagos que tanto le gustaban tras pasarse una mañana en la cocina para nosotros y su mayor alegría, saber que lo apreciábamos y lo disfrutábamos.
Este caldo en casa es todo un legado y, cada vez que el termómetro desciende, ella vuelve dentro del caldero para seguir dándonos todo su afecto y calor.
Tiempo de preparación
20 minutos
Tiempo de cocción
1 hora y media
Tiempo total
2 horas y una noche de remojo de los garbanzos
Comensales
8
Calorías
Pocas
Categorías
Primeros platos
4 litros de agua
1 puerro
1 rama de apio
1 zanahoria
150 g de garbanzos secos
1 osobuco
200 g de morcillo
1 trozo de pollo (pechuga y muslo)
Unas hebras de azafrán
Sal gruesa
Unas hojas de hierba huerto (opcional)
Comenzaremos dejando los garbanzos de remojo desde la noche anterior.
Al día siguiente, dispondremos las verduras: rasparemos la zanahoria, mantendremos solo la parte blanca del puerro y retiraremos los hilos superficiales al apio. Una vez todo listo, enjuagaremos la verdura y los garbanzos.
En un caldero con buen diámetro y altura, pondremos el agua a calentar y cuando empiecen las primeras burbujitas, incorporaremos los garbanzos, la zanahoria, el puerro y el apio enteros.
Bajaremos la potencia del calor a media-baja y así lo mantendremos durante toda la cocción, dejaremos que vuelva el hervor suave y estaremos atentos para ir retirando la posible espuma que pudiera soltar a la superficie con ayuda de un cucharón o espumadera.
Mientras tanto iremos disponiendo las carnes del caldo y les añadiremos un punto de sal, sin excedernos para que el resultado final no sea salado.
Desde que empiece el hervor suave de las verduras y garbanzos, incorporemos las carnes.
En caso de querer darle ese toque único del hierba huerto, lo añadiremos también en este momento.
Taparemos ligeramente el caldero, dejando abierto lo mínimo para que salga algo de vapor pero lo justo para que no se pierdan los aromas y mantendremos así, a temperatura media-baja, durante 90 minutos. La única consideración durante este tiempo será vigilar que no salga espuma a la superficie y en tal caso, la iremos retirando.
Pasada la primera hora de cocción, con ayuda de un cucharán, retiraremos un poco de caldo y lo depositaremos en un cuenco para diluir en él las hebreas de azafrán.
Iremos mezclando lentamente las hebras en el caldo y cuando estén más o menos disueltas y el caldo haya cogido un bonito color dorado, lo incorporemos todo al caldero.
Una vez terminado el tiempo de cocción, pasaremos el caldo por un colador de malla fina.
De lo que quede en el colador, separemos por un lado los garbanzos, la zanahoria y las carnes magras y de ahí podremos sacar una deliciosa ropa vieja como la receta que tienes en este enlace. Por otro lado, el pollo con el que se pueden hacer unas croquetas divinas o bien deshilacharlo e incorporárselo al caldo y por otro, el caldo que una vez atemperado, conservaremos una noche entera en la nevera y, al día siguiente con ayuda de una espumadera, retiraremos fácilmente la capa de grasa superficial.
Ya solo quedará calentar, añadirle unas hojas de hierba huerto y llevar muy calentito a le mesa. Sin duda, el abrigo que mejor sienta durante todo el invierno
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