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Es uno de los momentos más esperados en Destilerías Arehucas, y también es uno de los eventos del año. Es tiempo de zafra, y en el municipio ronero se respira ese ambiente de antaño, las imágenes que lo convierten en un ron único, esas estampas de las que uno nunca se puede cansar. Las cañas de azúcar son cortadas a machete por los experimentados trabajadores, que siguen proponiendo ese oficio manual en una bebida legendaria y centenaria, parte de la identidad de Canarias, por méritos propios.
La ruta por la finca no tiene desperdicio, y mis colegas llegados de la península alucinan con las virtudes y el entorno del apreciado y mimado destilado, cuya calidad es valorada en todos lados, fomentando también la exportación de una industria que nunca descansa, y que es también un escaparate sin igual para Canarias, que puede presumir sin complejos de tener uno de los mejores rones del mundo. Y eso no lo digo yo, que también, sino muchos de los mayores especialistas del sector.
En plena zafra nos guía el incombustible Óscar Lafuente, embajador global de Destilerías Arehucas y uno de los tipos que más saben de la materia. En una ruta teatralizada, aquí se combina a la perfección la historia y cultura ronera, como denominan en la casa, con la experiencia 'del campo a la botella', terminando el paseo disfrutando de unos daiquiris únicos: ron blanco Arehucas Selección Familiar, guarapo recién sacado de la caña, zumo de limón recién exprimido... y todo ello en medio de la plantación. ¿Qué más se puede pedir? Pues aquí, muchas cosas. Y lo que es mejor, se cumplen.
Tras esta ruta sobre el terreno, la comitiva se dirige a la histórica destilería, que es la bodega de ron más grande de Europa, y probablemente la más antigua del viejo continente. Ese aroma inicial al pisar el templo de las barricas es inigualable, sumamente placentero. Allí, miles y miles de barricas de roble americano permanecen intactas, con el paciente reposo que hace grande a la marca. En su exterior, las firmas de numerosas personalidades que por aquí han pasado, ilustres deportistas, artistas, actores... nadie se lo ha querido perder. Y viendo el animado y continuo movimiento de guaguas, nadie se lo sigue queriendo perder. Arehucas tira mucho.
Esta vez somos guiados por Alfredo Martín, figura vital en la historia de este ron, originalmente representado para la ocasión. Entre las barricas, mil anécdotas y más preguntas, esta visita supone también un máster exprés en todo lo relacionado con el apasionante mundo del ron, destilado universal, tan bebido en la literatura como en el cine, y por supuesto, uno de los que nunca pasa de moda.
Queda patente en estos 140 años de historia, que uno de los grandes desafíos a los que se ha enfrentado con éxito la marca es el de adaptarse continuamente a los tiempos. Es centenaria, pero también es moderna. Es clásica, pero también vanguardista. Tiene los productos de siempre, pero también joyas de colección. Y desde hace tiempo, referente en la coctelería, oficio que vive otra etapa de esplendor. Arehucas se bebe aquí, evidentemente, pero también a lo largo y ancho del país, y cada vez en más países. Y eso da buena muestra de un arduo trabajo detrás, que el visitante puede comprobar, porque allí no hay secretos ni puertas cerradas.
Tras esta inmersión real, Arehucas traslada a la expedición al restaurante del genial Borja Marrero, Muxgo. Allí, en el emblemático hotel Santa Catalina, Marrero ofrece su menú largo a unos comensales que creen estar soñando, aunque todo lo que les ha sucedido en la jornada es tan real como la botella de Arehucas 18 años que compré en la destilería antes de partir. En Muxgo, el menú es apoyado con excitantes propuestas de Óscar Lafuente y Aridane Rodríguez, embajador regional de Arehucas. Ambos consiguen sorprender a todos, demostrando que su oficio va mucho más allá del cóctel. Es perfectamente compatible con la alta cocina. Y no digo gastronomía, porque lo de ellos es gastronomía líquida de alto nivel.
Fue el colofón final de una jornada apasionante, con sabor a ron, a historia y a la cocina de Gran Canaria, fundamental para conocer las bondades y virtudes de esta tierra. Y ahí Borja no tiene rival.
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
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