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Suso muestra su famosa ropa vieja junto a su hija Minerva y su mujer Yolanda en su popular bar de Arbejales. Arcadio Suárez
De ruta

El bar Suso recupera su magia en Arbejales

El popular bochinche del barrio terorense cerró sus puertas en septiembre por la operación de cadera de su propietario y seis meses después vuelve a deleitar a su fiel clientela

Rafael Falcón

Arbejales (Teror)

Jueves, 6 de marzo 2025, 22:54

El bar Suso lleva más de 30 años ofreciendo a su fiel clientela su sabrosa comida casera, en el barrio terorense de Arbejales. Pero desde hace seis meses, la vida en este núcleo de Teror se había apagado, y es que el bochinche tuvo que cerrar sus puertas porque Suso Acosta, su propietario, se tuvo que someter a una intervención quirúrgica de cadera. El 2 de septiembre, Suso cerró su negocio y no esperaba estar medio año sin tomar contacto con sus clientes. «Se alargó más de lo esperado, porque tardaron en llamarme para la rehabilitación», relata.

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Pero la vuelta ya ha llegado. Desde este jueves el bar Suso tiene abiertas sus puertas. Suso, junto a su mujer Yolanda y a su hija Minerva, han recuperado el pulso al día a día de un lugar lleno de encanto y que a lo largo de todos estos años se ha convertido en punto de encuentro de muchísimas personas, que de todas partes de la isla «e incluso de otras islas» acuden para saborear sus deliciosos platos caseros, como su famosa ropa vieja o su garbanzada, callos, carne de cabra, carrilleras de cerdo, tollos en salsa, vueltas de cerdo, etc, sin olvidar sus postres.

Juanito Ferrera, vecino de Arbejales, se tomó el primer café a las doce del mediodía, nada más abrir el bar Suso tras seis meses de ausencia. «Ya era hora», exclamaba. «Aquí en Arbejales solo queda el Corazón de Jesús y el bar Suso, y en estos seis meses ha faltado vida», comenta con añoranza el vecino, mientras Suso se esmera en la cocina para dar de comer a sus comensales, con los fuegos a tope.

Con solo siete mesas, sin posibilidad de reserva, y con una lista de espera limitada, el bar Suso ya ha empezado a cogerle de nuevo el pulso al día a día. Abrirán de jueves a domingo, de 12.00 a 16.00 horas. Suso, a sus 63 años, reconoce que le ha costado volver, pero rápidamente y desde primera hora se mete en cocina y le toma el pulso al trajín diario de forma rápida, aunque mira ya al futuro y a su jubilación, con la esperanza de que su hija Minerva tome el testigo.

Ayer fue una toma de contacto y ya afrontan desde hoy viernes el primer fin de semana tras medio año con las puertas cerradas. Su hija Minerva les ayuda los sábados y domingos, aunque en este arranque ha querido estar junto a sus padres para que el rodaje sea más benévolo. «Nuestra clientela es un tesoro. Ha habido gente aquí esperando hasta hora y media por una mesa. Todos son conscientes de que lo damos todo y hacemos lo que podemos los tres para ofrecer el mejor servicio posible», advierte.

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Suso lleva 45 años en hostelería. Estuvo en el famoso Bar Mateo de Teror. «Ahí aprendí mucho, hasta que decidí abrir aquí en Arbejales. Al inicio todo era una incógnita y no sabíamos cuál sería la respuesta de la gente, pero he de decir que desde el primer día la aceptación fue máxima, algo que nos sigue sorprendiendo», comenta con orgullo. La cocina casera del bar Suso destaca por su materia prima, con platos hechos con mucho mimo y con el sabor de siempre. «El pan es de la panadería de Arbejales», advierten como detalle de que el producto local prevalece en los platos que ofrecen.

La calle principal de Arbejales -calle Párroco Faustino Alonso- ha recuperado vida. Hace algo más de un año cerró el supermercado, y tener el bar medio año con sus puertas sin abrir «ha sido triste», comentaba otro vecino que se acercaba a darle la enhorabuena a Suso, Yolanda y Minerva. Senderistas, moteros y excursionistas son clientes fijos de un lugar añejo y con un encanto especial. En la carretera de Teror a San Mateo, uno encuentra el desvío a Arbejales, un barrio de Teror con mucha historia y que toma su nombre por tratarse de una zona en otros tiempos destinada al cultivo de arvejas o guisantes. Es de destacar como Arbejales llegó a tener más habitantes que Teror en la primera década del siglo XX, lo que siempre le ha dado un aura especial al barrio, con su preciosa iglesia parroquial del Sagrado Corazón de Jesús como estampa principal.

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Pues en este barrio, Suso y su familia han creado un rinconcito que ha calado gracias a una cocina sencilla y tradicional. Seis meses después, y con un clima ideal para un buen papeo, el bar Suso ya está en pleno funcionamiento y Suso le vuelve a tomar el pulso a un negocio con encanto y ya con su «nueva cadera» pronto cogerá en su tiempo libre la bicicleta para disfrutar de sus rutas por la isla, una afición que también echaba en falta.

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