

Secciones
Servicios
Destacamos
José Miguel Sánchez
Las Palmas de Gran Canaria
Lunes, 13 de noviembre 2023, 12:06
Ya se nota temblar el suelo, los cánticos, el ruido del taconeo… una horda, un gentío ansioso por festejar entre compañeros de empresa, amigos, familiares, equipos de entrenamiento, ¡todo vale! Se adentran en el restaurante invadiendo los espacios, en grupos de ocho, quince o veinte, no dejarán camarero con cabeza. Bienvenidos a las cenas de Navidad.
En el restaurante ya hace tiempo que el teléfono no ha dejado de sonar preguntando por las cenas de grupo. Cualquier tasca, restaurante, terraza etc. Tiene ya reservas concertadas por las empresas, por los amigos del gimnasio, por los grupos de amigas que hace meses que no se ven, etc. Habrá incluso quien repita lugar para cenar o almorzar, si no es con sus compañeros de trabajo será con otro grupo. Para los negocios, estas celebraciones suponen un aumento positivo de las cajas, dan trabajo a muchos profesionales y proveedores y eso es de agradecer en estos momentos.
Hoy ya casi todos los restaurantes tienen confeccionados sus menús navideños para grupos, muchos establecen el mismo patrón, cinco platos por cada cuatro comensales o tres entrantes y un plato individual a elegir entre carne o pescado, sin olvidar claro está, la tan ansiada barra libre, vino, cañas y el que se arriesgue incluirá alguna copa.
Empezamos a recibir esos grupos a mediados de noviembre, se les nota ansiosos por comer y beber como si no hubiera un mañana. Un apetito y una sed que no se experimenta en otra época del año, a sabiendas de que pasaran mínimo un mes ingiriendo sin ton ni son, haciendo del quinto pecado capital su forma de vivir estas fiestas.
Aquí se olvidan de todo hedonismo referente a la gastronomía, no importan los sabores ni lo olores, las texturas o las presentaciones. Se le da más valorar a la compañía, que no es mala opción, aunque hay que reconocer que no siempre te va a tocar sentarte al lado de quien tu elijas. Quizás con ese compañero con el que no has cruzado palabra durante un año, o aun peor, al lado del jefe, por lo que no te puedes permitir el lujo de beber demasiado. Ya sabemos que varios días después de las cenas de empresas siempre hay algún caído o mártir que se sobrepasó celebrando o habló de más.
A los que nos toca hacer de anfitriones en estas fiestas y atender a estos grupos nos enfrentamos a nuestros límites. El bullicio que se genera por la euforia, junto a las exigencias y la inmediatez que se nos demanda en el servicio motivado en su mayor medida por el aprovechamiento de la barra libre de quienes han sido invitados al banquete. Vasos de cañas y jarras de cervezas que se dejan a mitad y aun así se siguen pidiendo más al camarero, comida en abundancia que se queda en muchas ocasiones intactas en los platos. Un festín desproporcionado que se repite día tras día en estas fechas.
Recuerden que queda mucho por festejar y apiádense del personal. Y como dijo Cicerón, «el placer de los banquetes debe medirse no por la abundancia de los manjares, sino por la reunión de los amigos y por su conversación». Siga en Instagram a Ensayo de un camarero.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.