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Todo a punto en una de las pescaderías más emblemáticas de la isla, la de Hermanos Montesdeoca Medina, ubicada en el Mercado Central, corazón de la capital grancanaria, donde a diario, los fieles clientes, tanto particulares como profesionales, se agolpan en el puesto porque su expositor es puro espectáculo: jureles, merluzas, boquerones, besugos, samas roqueras y un sinfín de piezas enteras o en filetes que, aunque listos para llevar es muy sencillo imaginarse a todo ese género tan irresistiblemente fresco, como si aún nadara en el agua. Y aún no le hemos sumado el escaparate único de mariscos llegados desde Pontevedra.
Si a diario la 'faena' de esta pescadería es digna de ver, la Semana Santa se convierte en un auténtico fenómeno social, entre despachos y encargos las piezas de cherne abandonan rápidamente el mostrador, pero, nada de lo que aquí acontece responde a caprichos ni modas.
Maica nos cuenta que ya son 20 años conociendo, recomendando, limpiando y desescamando pescado. Todos y cada uno de ellos. Oficio este que, a la mayoría le ha llegado como un valioso legado familiar, entre segundas y terceras generaciones de pescaderos y, con cierta añoranza nos adelanta que es difícil que las nuevas generaciones se incorporen.
La mayoría del pescado llega desde Agaete y de barquillos propios y ese, para Maica y el resto del equipo es el gran secreto que desvelan orgullosos porque cada pregunta, en hermanos Montesdeoca se responde.
Pescados con todas sus escamas, ojos vibrantes y brillantes que aún parecieran que siguen mirando y la galla, que sin reparo muestran y que en este puesto se advierte siempre fresca y rosada.
Con el cherne salado, y también con la corvina, en Hermanos Montesdeoca Medina no se hace de menos. Ellos mismos se encargan de hacerle los 'laños' a cada pieza y de salarlo en sus recámaras, solo así, el pescado luce blanco, entero y listo para llevar a casa en donde, como nos cuenta la propia Maica habrá que desalarlo un día antes de hacerlo, cambiándole el agua al menos en tres ocasiones, si es agua de garrafa mejor que mejor, y conservarlo en la nevera mientras tanto. Incluso, la misma mañana, Maica aconseja volver a cambiársela, aunque apenas quede tiempo para empezar a poner los calderos al fuego.
A todo esto, como ella misma nos cuenta, solo se le añade batata conejera y papas 'spunta', darle el tiempo al gusto, pero sin dejar que el pescado se reseque, hacer los mojos a mano y que no falte la pella de gofio.
El ingrediente estrella, sin duda, es un buen cherne salado, aunque algunos, no la mayoría, prefieren la corvina que aquí también se encargan de salarla.
Además, nos cuentan, que este año ha empezado antes la venta de pescado salado para Semana Santa y las previsiones también se espera que se adelanten a las del pasado año. Por lo pronto, más de 1.000 kilos estarán dispuestos para celebrar, en familia o con amigos, un día especial en el calendario canario, donde la tradición y la gastronomía propia de una tierra se dan la mano como en ninguna otra fecha del año, porque aquí, el consenso es unánime: la Semana Santa no tiene sabor si no hay un sancocho en la mesa.
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