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De entrada, la fruta es mejor que cualquier postre azucarado, eso es indiscutible. Pero ojo, porque contiene fructosa, un tipo de azúcar que, además de elevar el índice glucémico, puede convertirse en una 'bomba de fermentación' cuando llega a un estómago ocupado en digerir otros alimentos. Resultado: hinchazón, malestar y esa sensación de haber tragado un globo aerostático.
Aunque comúnmente se dice que la fruta «fermenta» en el estómago, el mecanismo exacto de este proceso aún no se comprende completamente en ciencia cierta. Sin embargo, es un fenómeno que he observado durante años en consulta. Además, las medicinas tradicionales ya mencionaban que consumir fruta fresca después de las comidas puede interferir con la digestión, especialmente en personas con una digestión débil.
Pero la buena noticia es que te doy soluciones. Esto no significa que debas desterrar la fruta de tu vida. Solo sigue algunas reglas de oro:
Haz la prueba: cada organismo es un mundo. Observa cómo te sienta.
Menos es más: tres fresas probablemente no te causarán estragos, pero una macedonia completa podría hacerte sentir como un experimento de fermentación.
Cuidado con las mezclas: comer una fruta sola es mejor que un cóctel frutal que podría convertirse en una discoteca de bacterias en tu intestino.
Mejor a temperatura ambiente: la fruta fría de la nevera podría enfriar demasiado tu estómago y ralentizar la digestón.
Cocida a veces es mejor: una compota de manzana, con un poco de cocción a baja temperatura con canela puede ser una opción más amigable para tu sistema digestivo.
Algunas son tus aliadas: existen frutas que contienen enzimas digestivas que pueden facilitar la digestión.
Si quieres que la fruta sea tu amiga y no tu enemiga, el mejor momento para consumirla es a media mañana, tras un desayuno bien estructurado. Si no desayunas, podrías incluir una pequeña porción en la comida, pero evita hacerlo en la cena.
Y aquí va un secreto: no todo el mundo necesita comer tanta fruta como se recomienda, de hecho yo como una al día y no todos los días. Mientras tu dieta sea equilibrada y rica en vegetales, estás en buen camino.
Piña: contiene bromelina, una enzima que ayuda a descomponer las proteínas y favorece la digestión. También tiene propiedades antiinflamatorias y podría incluso combatir bacterias nocivas.
Papaya: su enzima papaína acelera la descomposición de proteínas, reduce la inflamación estomacal y podría ayudar en problemas digestivos como úlceras o el síndrome de intestino irritable.
Plátano verde: rico en pectina, una fibra soluble que mejora la digestión y previene molestias digestivas.
Kiwi: Contiene actinidina, una enzima que facilita la digestón de proteínas y mejora el tránsito intestinal.
Así que, si eres fan de la fruta de postre, no te preocupes, solo aprende a elegir bien cómo y cuándo comerla… tu salud te lo agradecerá.
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