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Nació en Las Palmas de Gran Canaria y, desde niña se ha resistido a salir del barrio de Guanarteme. La vida le llevó a formarse como Técnico Superior en Animación Socio Cultural y, a la par que fue sumando años, experiencias personales y circunstanciales, fue creciendo en ella la necesidad de sentirse libre, «porque descubrí que no lo era».
El segundo asalto, porque Verónica nunca ha dejado de aprender, la llevó a graduarse en Educación Social y, las ganas y el pensamiento crítico que nunca dejan de rondar en su cabeza, la llevaron a especializarse en igualdad de género.
A partir de ahí, año 2012, Verónica abre todo un mundo de posibilidades, en forma de talleres, de charlas, de proyectos o, como ella misma nos cuenta, todo un laboratorio en favor de la igualdad, bajo el paraguas de Tivity Company Canarias y, desde ese día empezaron a hacerse más pequeños los enormes muros y barreras de estereotipos sexistas que llevan años cómodamente asentados y que están dentro de la cotidianeidad de todos; derrumbándolos desde la reflexión porque, «hasta que no te cuestionas algo, no eres capaz de cambiarlo». Y esa es la semilla que, precisamente Verónica quiere dejar impresa con tinta permanente en los demás.
Nos reconoce también que el camino no es fácil, cada charla, cada taller, cada encuentro, tanto en el ámbito público como en el ámbito privado, en instituciones o centros escolares, trabajando con adultos, con jóvenes o con niños, «hablar de desigualdad en materia de género es hablar de heridas», así que de vez en cuando tiene que parar para reconciliarse con el mundo que nos rodea y poder regresar con más fuerzas, pero abandonar la lucha jamás ni nunca formará parte de sus planes.
Y así es su día a día, incesante y trepidante, desde la formación a la ayuda, desde su compañía y desde otros ámbitos porque Verónica ostenta también el privilegio de ser la directora del primer Gabinete de Igualdad de Canarias y, no sabemos cómo, todo esto también lo compagina con producciones teatrales y espectáculos con temática feminista, desde Las Bien Queridas Producciones y que nadie se pierda su nutrido, interesante e inspirador perfil de Instagram. Y suma y sigue, porque Verónica es mamá de dos retoños de 5 y 9 años.
Apasionada y apasionante conocerla porque ni el cansancio que supone el hecho de que «las mujeres siempre tenemos que estar demostrando lo que valemos y de lo que somos capaces» la separan del camino que empezó a andar desde hace años.
Eso sí, cuando logra parar, saca su lado más «disfrutón» y, buena cuenta del dinero que gana lo invierte en esos lugares, llenos de sus sabores favoritos.
Se reconoce muy adicta al barrio donde creció y donde vive, así que, para arrancar el día, dos son los lugares, relativamente cerca de su casa donde coge energía.
Un Churrito Por Favor, porque todo lo que hacen, empezando por los churros y siguiendo por las tosas más el buen café, le suponen un despegue perfecto.
Otro lugar, donde hace barrio y le encanta, Tiramisú porque tienen muy buen producto y el abanico de opciones es amplio, así que siempre va a dar con algo que le guste.
También, de un tiempo a esta parte y por lo que sale de su radio de acción, el Nakurunaisa y no solo por sus desayunos espectaculares, también para cualquier hora del día con platos súper ricos y súper equilibrados.
Se considera fan de La Perpleja en la zona de La Puntilla y siente auténtica devoción por sus croquetas de limón, pero si algo nos destaca de este lugar es la maravillosa atención que recibe cada vez que va porque siempre se divierte.
El Bochinche El Chato, para esa comida casera canaria tradicional donde todo es delicioso y sustancioso, sin florituras ni productos ultra procesados. Muy natural.
El Kiosco de Churruca ,donde le encanta parar al regreso de la playa y disfrutar de una caña y sus soberbias empanadillas de pollo y manzana.
Y otro enclave, el Bar La Peña, en el mismo Paseo de Las Canteras donde disfruta de muchos platos tradicionales, pero, sobre todo, de sus papas arrugadas «las hacen buenísimas».
Si toca salir de la capital, la podemos encontrar en el Bochinche El Heredero en San Mateo para disfrutar en su terraza y de comidita rica y bien elaborada.
Si se trata de hacer barrio La Koreana y sus gyozas ocupan el primer lugar de su «ránking» porque, además, disfruta con el relato de cada plato y la visita se convierte en toda una experiencia.
Si se trata de disfrutar de cocina tradicional y buen ambiente cuando cae el día, Bar Tasca Siete Viejas en el mágico barrio de Vegueta y nos señala que, pidamos lo que pidamos, «aquí todo está muy rico»
Si la brújula marca el sur, no perdona la visita a Addio Mare en San Agustín y le vale cualquier plato de la carta porque ya disfruta sintiéndose allí.
Nos confiesa que es de vinitos y no de bebidas más fuertes y tienen muy claro donde esos sorbitos le saben a magia.
Uno de ellos es La Vegueta de Colón, aunque, aparte de la copa siempre cae una bruschetta, porque las hacen de manera irresistible y suspira al relatarnos el mágico ambiente, romántico y único que desprende el entorno.
Y otro lugar, cerca de casa, la Cervecería Las Buenas Pulgas porque le encanta y porque está muy cerquita del mar.
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