Nació en Gran Canaria y, con orgullo y un poquito de nostalgia, nos cuenta que fue alumno del Colegio Alemán. Licenciado por la UPLGC en Dirección y Administración de Empresas y, desde el cuarto curso supo que el turismo sería su especialidad.
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A partir de ese momento, aunque reconoce que no le era un mundo ajeno por papá y por mamá, cursó prácticamente todos los posts grados para especializarse en la materia. Londres y Madrid, trabajando a diestro y siniestro en varias multinacionales, sirvieron como peldaños que subió sin tropezar ni una sola vez. Porque pocos pueden decir que sepan tanto de turismo, sobre todo, porque desde muy pronto entendió que la gestión, organización y dinamización, de esta importante actividad económica es su mayor pasión.
De espíritu generoso porque no guarda en secreto lo que aplica en su día a día, tanto desde la parte pedagógica, impartiendo clases a alumnos del grado de Turismo, en primer y tercer curso, como desde la organización que preside, Asociación Canaria de Agencias de Viajes y Turoperadores (ACAVyT).
Con Ignacio hablar de turismo es como recibir una charla máster y escucharle decir que, tras muchos años en Madrid trabajando para los grandes, decidió junto con su mujer, Dara, cuando fueron padres de su pirmera hija, Gabriela, que en Gran Canaria se vivía mejor y esta isla atrajo de nuevo el talento a casa así que, su segundo hijo, Nacho, ya nació en la isla. Eso sí, hace un inciso para y repasa y nos cuenta que le encanta una frase de su hermano «la vida es larga, pero se pasa muy rápido» y siente que define su trayectoria a la perfección.
Hoy, dirige Viajes Insular, una empresa con 60 años de historia que, ha dinamizado y promovido la circulación del turismo, una empresa que forma parte de la vida de los canarios y hoy, con Ignacio al frente, siguen trabajando «como el eslabón que da valor al turismo: innovando, flexibilizando, promoviendo, ilusionando y todo ello adaptándose a la tecnología que tanto ha revolucionado el sector en los últimos años.»
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De su día a día y de todo lo aprendido, agradece el hecho de conocer mucho mundo, pero sobre todo de las relaciones humanas que se generan de su actividad. Y todo esto, nos lo cuenta orgulloso y convencido.
Cuando entramos en materia sobre las dificultades actuales por las que atraviesa el sector, vierte datos que, con rotundidad, nos aclaran la realidad de las circunstancias y, además, pone el foco en la necesidad de informar, educar y culturizar en la importancia de este sector para las islas y nos quedamos con dos como resumen: el turismo genera el 35% del empleo y el 45% del PIB de las Islas Canarias.
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Como buen especialista en las grandes virtudes que encierra Gran Canaria, la gastronomía no le es ajena y sabe dónde disfrutarla, sobre todo con los suyos su familia y sus amigos y, desde el norte y hasta el sur, y desde el desayuno hasta la cena damos un paseo con Ignacio Poladura y desvela, sin tapujos, sus rincones favoritos.
La verdad es que desayuna en casa, pero hace parada y fonda de media mañana cerca de su lugar de trabajo y el sabor de un bocata de ibérico y un excelente café, lo encuentra en Descórchame, en el Centro Comercial La Minilla. Sus ibéricos son buenos, la atención también y, además disfruta de su tranquila y privilegiada terraza.
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Otro lugar en donde podemos encontrarle, también por la calidad de sus ibéricos y su estupenda atención, es en B de Bellota. Y un dato importante, hacen un zumo de naranja natural y bien fresquito.
Cuando va a visitar a su madre, no se pierde el ratito de un exquisito desayuno en D´Vainilla en el Monte Lentiscal. Altamente recomendable y donde le chiflan los alfajores uruguayos que elaboran,
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Cuando toca comer fuera por trabajo, dos son los lugares donde podremos encontrarle, el primero Pura Vida, porque hacen menús a mediodía ligeros, ricos y saludables y son la opción ideal para seguir por la tarde con un ratito más de actividad.
El segundo y al que además es asiduo por estar muy cerca de su centro de trabajo es Porto Meridiano, en el Centro Comercial de La Minilla y nos cuenta algo muy interesante: hacen unos menús de comida casera tradicional, bien elaborada y mejor de precio que son resultan realmente estupendos.
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Ora de sus paradas favoritas que además comparte con su mujer y sus hijos es Genxin Sushi y suspira cuando nos habla de sus makis de huevo de codorniz con trufa, su sopa miso y el pulpo. Además, destaca que la atención y amabilidad de la propietaria y de Laura hace que siempre quieran regresar y se sientan como en casa.
Si nos alejamos de la capital, hacia el sur de Gran Canaria hay dos lugares absolutamente imprescindibles en su ruta, el primero de ellos, el Chiringuito Mao Mao Beach o como todo el mundo lo conoce, «el chiringuito de Las Burras», un enclave único, con ese ritmo y ambiente por el que la mayoría de los canarios anhelamos a tener más opciones como esta en nuestras playas. Pue en ese chiringuito se come buen producto, sobre todo el pescado y, el trato es excelente y la relación calidad precio, inmejorable.
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El segundo, como gran romántico de la zona turística de Gran Canaria, no podía ser otro que El Senador y de aquí no perdona su japo taco y su arroz a banda.
Salimos hacia el norte y la parada obligatoria es el insigne Casa Brito, al que Ignacio califica como excelente y es la mesa no faltarán las mejores mollejas y la carne que siempre es exquisita.
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Es un enamorado de las cenas de verano y para él, el lugar que reúne toda la magia que se deprende en esta época del año es Il Vespino Vecchio en la playa que lo vio crecer: San Agustín y de aquí podría comerse cualquiera de sus elaboraciones de pasta.
De regreso a la capital le encantan la cocina de mercado y la profesionalidad con la que la ejecutan en Ons, donde siempre que acude disfruta de un producto espectacular.
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Un clásico renovado que ha vuelto a triunfar en la capital y que Ignacio tampoco pasa por alto: Rías Bajas, porque siempre hacen la suma correcta: servicio, sala, producto y ejecución.
Y nos desvela su último descubrimiento: Napoli Mía, en la gastronómica calle de Ruíz de Alda de donde le han sorprendido muy gratamente su cocina y su producto napolitano y todo ejecutado en un fastuoso horno de leña.
No es de salir de copas, es de alargar la sobremesa, pero, al plan que nunca dice que no es al de encontrarse con los de siempre en el mítico Restaurante El Capitán en la playa de San Agustín. Por nostalgia y por los buenos recuerdos que siempre deja el verano y porque allí es imposible no pasarlo bien.
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