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Empresarios, ejecutivos, artistas, actores, monologuistas y profesionales de muy diversa índole han llenado líneas de sabrosas propuestas a las que nadie se ha resistido. Han marcado rutas únicas y fabulosas y, en muchos casos, han coincidido en gustos, marcando, sin pretenderlo, un sello propio de todo lo bueno que tiene la isla redonda para ofrecer.
Hoy vuelven para contarnos el sabor que los lleva a sentir la Navidad y casi por unanimidad a todos le sabe a la casa de sus padres y sus abuelos. Platos con los que han crecido y que aún hoy no abandonan, porque así es la Navidad, unirnos con los nuestros y mantener vivas tradiciones familiares es, sin duda, el plato más extraordinario.
Por estricto orden alfabético entramos hoy a los diferentes menús que marcarán la pauta de nuestros personajes y, si aún no sabe qué cocinar estas fiestas, le garantizamos que de estas líneas sacará las más deliciosas ideas.
Su Navidad tiene sabor a madre y el solomillo de cerdo con manzana y ciruelas pasas que solo ella sabe hacer mejor que nadie.
Conforma para nuestros lectores un completo menú, comenzando por los aperitivos que más le saben a Navidad, unos langostinos con mucha salsa rosa y unos rollitos de salmón ahumado con huevo hilado. De primero, no le puede faltar el caldito de su madre y de segundo, solomillo de cerdo al horno en salsa con sus papitas panaderas y de postre, no perdona un buen turrón de Jijona.
A Ana, la Navidad le sabe a pestiños, un postre muy típico en Andalucía, de origen árabe y que su madre preparaba con todos sus hijos en la cocina. Amasaban y freían para tener pestiños durante muchos días y siempre que ve en algún lugar pestiños le lleva a una parte de su vida que recuerda con absoluta felicidad.
Esta pareja también comparte su mesa con un plato que la madre de Ancor elabora sin igual, brazo de gitano relleno de cangrejo real.
Para Ana la Navidad le sabe a dos elaboraciones de su madre y de su abuela, solomillo de ternera al horno con salsa de mostaza y unas papas, también al horno con nata y bacon.
Su paladar extremadamente dulce tampoco lo abandona por Navidad así que, para él, estas fechas le saben a Roscón de Reyes.
Conforma todo un menú al que, como su local, no le fata ningún detalle y que tienen todo que ver con su familia y sus tradiciones: consomé de gallina de primero, rollitos de salmón rellenos de ensaladilla con huevo hilado y por encima con un poquito de caviar y como plato principal, besugo o fula de altura (S/M) con papas panaderas pimiento y cebolla.
También pone de manifiesto en su mesa de Navidad sus tradiciones familiares desde que era una niña con una sopa de cocido con pelotas de ternera picada para Nochebuena y unos canelones con carne picada y piñones para el almuerzo de Navidad.
Suspira por los platos elaborados por su madre y disfruta de la Navidad con su pavo trufado y de primero, el caldo de perdiz con picatostes.
Rollo de langostinos y «Chatka» o cangrejo y con la masa casera. Nada de comprar planchas rehechas porque en Navidad, bien merece la ocasión hacerlo todo en casa.
Para Dana no es el menú sino dos productos muy típicos de estas fechas: las castañas asadas y un buen panettone.
El sabor más navideño lo pone siempre un solomillo en salsa de crema de mostaza y jamás se olvida de unas buenas truchas de batata.
Su Navidad sabe a las tiras de secreto ibérico glaseado que hace su querida esposa, para él, un plato imbatible.
Para Dulce, su Navidad sabe a una deliciosa carne a la piedra, sin que le falten unos
quesos, sus salsas y mucha verdura.
Hasta en esto coinciden esta divertida pareja de hermanos, las almejas a la marinera que hacía su madre solo por Navidad. Jamás las han probado mejores que las que ella les hacía.
Para Ida, su Navidad empieza cuando sube a Tejeda, su pueblo y sus raíces y junto a su familia elaboran los mejores mazapanes del almendra que existen.
Para este ejecutivo, su Navidad sabe al recuerdo de una pularda rellena que hacía su padre. La rellenaba con una especie de embutido que hacía a base de salchicha, bacon, piñones, dátiles y carne y nos cuenta que, lo increíble es que estaba muchos días antes preparándola y una vez hecha y fría, la dejaba reposar y le ponía un ladrillo de obra encima para que, con el tiempo, se fuera allanando. Después la cortaba en rodajas como si fuera embutido y se acompañaba con una salsa caliente de nueces, puré de papas y lombarda.
Dos platos marcan la Navidad de esta preciosa pareja, la sopa de rabo de buey y un buen «roast beef» con «demiglacé» al horno.
El sibarita por excelencia de nuestros personajes, lo tiene muy claro a la hora de definirse por su plato navideño: el solomillo al vino de Madeira que su madre elabora de manera única y excepcional.
Dos recuerdos diferentes gastronómicos marcan su Navidad. El primero, el que elaboraba su madre que hacía una pata de cordero para Nochebuena con sus papitas, vino tinto y cebolletas que dejaba el aroma en la casa durante ese día y hasta el siguiente.
En Nochevieja sin embargo el plato eran los canelones de pollo, que como nos cuenta Javier, no ha comido unos iguales en su vida.
En ambos casos siempre de primero, no faltaban nunca unos buenos langostinos a la plancha.
Para Jorge su Navidad son sabores evocadores, el primero de ellos unas buenas castañas asadas que, además, le encanta disfrutarlas mientras pasea por Triana y el segundo, las imprescindibles truchas de batata de Obdulia.
No duda en responder a qué sabe su Navidad: a la crema de marisco de su madre.
Cualquiera de sus magníficas elaboraciones bien podrían coronar la mesa navideña, pero para él, jamás puede faltar un cabrito, con las cuatro patas asadas y el resto, frito. Un auténtico manjar.
En su mesa de Navidad jamás falta un cordero al horno.
En su mesa de Navidad jamás falta una ensalada de papas frías que le enseñó a elaborar su amiga peruana Gabriela. Totalmente imprescindible.
Coinciden ambos en que su plato más navideño es el salpicón de cangrejo que elabora como pocos, el padre de Manolo.
Elaboraciones familiares de Manuel son los recuerdos y sabores más evocadores de estas fiestas: una buena sopa de picadillo de entrante con sus picatostes incluidos, o ajoblanco plato muy típico en Andalucía en Navidades.
Y como plato principal les encanta un buen pavo al horno en su salsa bien sabroso, huevos rellenos, huevo hilado, y por supuesto un buen marisco.
Por tradición que en su día instauró su padre, Manuel Afonso toma el sabor de la Navidad compartiendo en familia una deliciosa fondue que, entre toda la familia se encargan de organizarla.
Para este chef con raíces germanas, el sabor a su Navidad lo marca un buen «roastbeef» y como historia, en Alemania es súper caro el solomillo además de muy limitado el producto en su pueblo, así que en su infancia su madre se llevaba desde Gran Canaria un par de solomillos de equipaje para posteriormente prepararlos allí con muchísimo amor y una receta en exclusiva con mantequilla premium.
María pasa días elaborando una deliciosa farsa con la que rellena el pavo más especial del año, a base de pasas, orejones, mezcla de vinagres y frutos secos. Un plato infalible aparte de extraordinario.
Para esta conocidísima influencer, su Navidad viene marcada por un deliciosa confit de pato que elabora su madre. Y jamás perdona unos buenos carabineros como antesala a la cena más entrañable del año.
La Navidad de Mingo viene marcada por dos sabores muy nuestros y entrañables: vena mechada rellena y que no falten jamás mazapanes y almendras rellenas.
Con Noelia se sentará la nostalgia en su mesa de Navidad, primero, por la carne mechada de su abuela que nadie la ha cocinado jamás como ella y jamás pueden faltarle las truchas de batata por estas fechas.
Su recuerdo gastronomico navideño más entrañable es el solomillo «Wellington» que elaboraba su madre, sin que le faltaran las papitas. Y otro recuerdo imborrable es el del árbol de Navidad natural que llenaban de velitas encendidas como tradición suiza de su madre.
Dos platos marcan su pauta navideña, el primero la sopa de mariscos y, el segundo, unos sabrosos mejillones tigre.
Su Navidad la marca el cochinillo asado que comía en casa de su abuela, cuando estaban todos y se reunían para lo que tenían que juntar muchas sillas y mesas. Un recuerdo, para ella, de lo más tierno e imborrable.
Su Navidad sabe a juntarse con la familia e ir cocinando de manera colaborativa y procurar que en la mesa nunca falte marisco de concha, unos buenos embutidos, una carne al horno y, sobre todo, unas empanadas únicas y extraordinarias que elabora su cuñada.
Su Navidad sabe al consomé de su madre y no perdona unos deliciosos aguacates con langostinos.
No duda ni un segundo en contarnos que su Navidad sabe a carne mechada elaborada según la receta de su abuela.
Roberto nos cuenta que cuando piensa en la Navidad se acuerda mucho de su madre, Lola, quien falleció cuando él era jovencito y de su abuela Maruja y un muy bonito recuerdo de las dos dejando de lado «la relación suegra-nuera» y unidas manos a mano todo el día en la preparación en casa de la cena de Noche Buena y en particular los calamares rellenos que les encantaba hacer. Riquísimos nos cuenta Roberto, pero lo más bonito es que en aquel ratito demostraban que en el fondo se querían muchísimo.
Generosa, Rosi comparte con nosotros parte de sus historias navideñas y nos cuenta que desde que nació su hija Luna y posteriormente su nieta se acabó el salir después de la cena de Nochebuena porque ahora llega puntual Papá Noel, personaje por cierto que nos cuenta que ella nunca tuvo y que en esa noche solo su padre le hacía un regalo a mi madre, y ni siquiera al revés.
Hoy, nos cuenta, ya no es así, entonces prefiere cenar ligero porque hay que madrugar. Una cena rica y todos guapos, nos apunta. Para la cena eligen siempre un buen pescado, además de todo lo típico de Navidad: huevos rellenos de cangrejo real ruso, adictivos, una buena merluza con su salsa verde o salmón con salsa de eneldos y puré de papas. Sin embargo, nos apunta, para la interminable y bailonga Nochevieja prefieren carne, igual un solomillo con salsa de champiñones de toda la vida o un redondo de ternera y ambos con puré de castañas y que jamás falten los postres y dulces irremediables que «nos redondean durante este mes: pasteles de Gloria, bollos de espuma, troncos de merengue, turrones, polvorones y un gran etcétera».
Una sopa de pollo bien cargada de fideos gordos y que sobre para el día siguiente es su sabor navideño favorito.
Su recuerdo imprescindible navideño, año tras año, es el cordero a la menta que su madre cocina y, además, es el mejor que ha probado jamás.
Su Navidad sabe a pularda o pavo relleno con orejones, pasas, piñones y coñac, pero también un salmón ahumado con todas sus «cositas» es un plato, para Wendy, evocador.
No hay Navidad para Yasmina, sin unas buenas truchas rellenas de batata.
No es Navidad si no disfruta de un buen solomillo de ternera en salsa de ciruelas y que le falten unas buenas papas panaderas de las que se cultivan en Las Lagunetas.
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Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras, Miguel Lorenci, Sara I. Belled y Julia Fernández
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