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Pepe Oil, un lugar, que, tan pronto como se accede, automáticamente se desconecta del exterior, como si el resto del mundo dejara de suceder y todo lo que pase, a partir de ese momento, solo existe en estos casi 10.000 metros de extensión.
Un lugar que invita a conectar directamente con la naturaleza y, donde se cultivan diferentes variedades de chiles que crecen, de manera ecológica y agricultura biodinámica, respetando así los ciclos lunares, lo que garantiza las propiedades organolépticas y el máximo sabor.
La finca Pepe Oil, en Montaña La Data es mucho más que un terreno o que una plantación y lo que lleva por bandera es el corazón y alma de Pepe que, nos cuenta, cómo y cuándo empezó todo esto.
Nada más y nada menos que tres decepciones previas antes de dedicarse de lleno a la finca. «Antes de todo esto yo vivía como programado. Terminó mi formación, dobles estudios superiores, de ADE y Turismo y lo que me quedaba era montar mi empresa para, posteriormente casarme y tener una familia»-
Y lo consiguió, no una, sino dos empresas fueron las que creó de la nada, y en ambos casos, con motivos y sujetos diferentes, recibió dos varapalos le hicieron abandonar.
Se cansó del estrés, del materializado mundo, donde, hasta los que consideras parte de tu entorno son capaces de abusar de la confianza, así que, recogió bártulos y se «refugió» del mundo en la finca familiar.
Por aquel entonces era más que común que Pepe compartiera mesa y mantel en su finca con sus amigos y en el terreno tenían plantado un seto de chile habanero y de okra que Pepe los empleaba para hacerse su propio aceite picante con el que aderezarse las comidas. Y claro, algo tan natural y tan auténtico, se convertía en el toque gourmet que todos querían.
De la expresión, «pásame el aceite de Pepe» podemos decir que surgió la primera semilla de lo que hoy es, un picante, en aceite o en salsa, que podemos encontrar en los restaurantes más laureados de nuestra isla, pero también, mucho más lejos de nuestras fronteras. Puro producto gourmet.
Pronto comenzó a poner todo a punto, porque Pepe se considera muy «legalista» y trabajó, cada día para financiar lo que él llama, su sueño. Prueba error hasta dar con el equilibrio perfecto.
Variedades de chile, desde cualquier parte del mundo, aplicando un tipo de cultivo y de agricultura que no admite pesticidas ni insecticidsa. Todo natural, volver al origen y dejar que la naturaleza siga su curso. Volver a lo básico.
En los inicios eran aceites, que, tras obtener la segunda de olivos propios de la finca, prensado en frío, se maceraban en éste los distintos tipos de chile.que era lo único que variaba.
La misma receta, idéntica en todo caso, porque para Pepe, lo que hay que salvaguardar, es la esencia.
Y así, una tras otra, han ido fluyendo en la cabeza de Pepe distintas elaboraciones, en salsas, en sales y hasta en frutos secos. Hoy por hoy, necesitaríamos más de las dos manos para cuantificar el número de países en los que están presentes las distintas elaboraciones, todas artesanales y todas soñadas, alguna vez.
El éxito es una ecuación que Pepe lleva a la práctica: creer en uno mismo, algo de suerte, talento y por supuesto, constancia.
Cada envase de aceite o salsa picante se elabora de manera artesanal, sin ningún tipo de químico. Además, no se trabaja con stock, sino bajo pedido y la orden, la cursa la propia naturaleza.
«Cada envase que sale de la finca, el día anterior el chile estaba en el seto». Se recolecta y se produce, en el mismo día, porque si hay algo que Pepe tiene claro, es que no permite, bajo ninguna circunstancia, perder el control del producto que elabora y esa es su garantía; «sabemos que así se respeta le esencia y es lo que hace de este picante algo único y súper exclusivo».
Desde aquel entonces, cuando sus amigos le reclamaban ese aceite picante, todo ha ido evolucionando. Primero se germina en su cabeza porque él es capaz de visualizar lo que todavía no existe, después se lo traslada a Berni, compañero y amigo de Pepe. «Conocer a Berni ha sido un regalo, para mí y para la finca». Porque Berni llegó de su Alemania natal y, tras conocer a Pepe, la complicidad reinó en el trabajo de ambos.
Pepe lo ve y con la ayuda de Berni lo ejecuta y juntos han ido logrando esa evolución, a medio plazo, sin prisas, capaces de adaptarse a cualquier contratiempo, como el parón del Covid que originó que, a día de hoy, la finca sea un lugar para visitar y descubrir todo lo que la naturaleza es capaz de regalarnos si sabemos escucharla.
Hoy, en la finca, no solo encontraremos chiles, también piñas naturales, mangas, papayas plátanos, olivos, aloe y unos más que simpáticos animalitos a los que Pepe cuida y trata, como miembros de su familia.
A través de su página web o, directamente poniéndose en contacto con ellos, se puede visitar la finca y la exclusiva tienda.
El paseo se convertirá en un ratito lleno de bienestar y desconexión, pero es que, además, organizan exclusivas catas de diferentes picantes, y podrá comprobar como cada gota del picante apropiado a la elaboración, estimula, potencia y despierta los sentidos.
Una experiencia gastronómica gourmet, única en Europa, compuesta por un cóctel, tres tapas más un bocado dulce, donde podrá apreciar el previo sin picante y como se transforma el sabor tras aportarle unas gotas, en las dosis correctas, expandiendo y potenciando todos los matices, sin variar el producto.
Arrancará con un «bloody Pepe» que él mismo le invitará a que usted se lo prepare. Así que, dejarse llevar es la consigna para que le salga perfecto.
Las tres tapas siguientes, un hummus de gofio con chip de plátano y el maridaje del picante original de Pepe Oil, unas croquetas de trufa negra con mayonesa de la albahaca sagrada procedente de la misma finca que, tras aportarle el picante Yucatán, explosionará y multiplicará por diez, todos los sabores del bocado. Y, por último, dentro de las tapas saladas, un vol au vent con mus de lentejas o de quinoa, que el picante Carolina del Sur se encargará de hacerlo irresistible.
Pero no acaba aquí, la experiencia termina de la forma más dulce, con un brownie de chocolate «la isleña», bañado en crema de avellanas. Una exquisitez que solo puede hacerse realidad en esta finca, tras añadirle unos granitos de la Pepesal.
Una de sus máximas, donde todo lo que se elabora en la finca sale de la finca, se lleva a cabo en estas exclusivas sesiones de maridaje, así el bloody Pepe se elabora con ron Arehucas, el gofio del hummus es de la Piña y el chocolate del brownie, de La isleña.
Un entorno sin artificios, donde todo es auténtico y donde todo es real, cercano y natural. Donde una visita se convertirá en toda una experiencia o celebrar un evento en este mismo espacio, en contacto directo con la naturaleza, mientras despliega toda su magia. O las catas, donde abrirse a un horizonte de sabores y matices desconocidos que se convertirán en imprescindibles y, sobre todo, formar parte del sueño de alguien, que, cada día se despierta con el único objetivo de dar lo mejor de sí y de la tierra que cultiva para beneficio de todos.
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