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Carlos Rosales, durante su estancia en Noruega. C7
Del Hotel Escuela a Noruega: el joven canario enamorado de la hostelería
A fuego lento

Del Hotel Escuela a Noruega: el joven canario enamorado de la hostelería

Carlos Rosales, de tan sólo 23 años, no ha parado de formarse y adquirir experiencia desde que terminó su formación en el Hotel Escuela de Tenerife, desde donde dio el salto al pequeño pueblo de Geilo, a medio camino entre Oslo y Bergen

José Luis Reina

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 9 de septiembre 2023, 22:46

Cuando uno siente pasión y amor por lo que hace, el trabajo se convierte más bien en un hobby remunerado. Es el caso de Carlos Rosales, joven tinerfeño que «desde pequeño tuve claro lo que quería ser. En carnavales, siendo muy niño, siempre me disfrazaba de cocinero; estaba claro que lo mío era la cocina».

Dicho y hecho. Desde que terminó el instituto se matriculó rápidamente en Hecansa para formarse en eso que siempre había soñado, la cocina, además de hacerlo también en dirección y servicios de restauración. «Durante mi etapa de estudiante tuve la oportunidad de trabajar en varios sitios, lo que me dio mucha experiencia en el mundo laboral y además me abrió bastantes puertas».

Aunque desde que tenía uso de razón siempre tuvo claro que lo suyo eran los fogones, al final Rosales optó por desarrollar su carrera laboral en la parte de sala, donde recientemente ha conseguido una plaza en el reputado curso superior de sumiller de la Cámara de Comercio de Madrid, tras un exigente proceso de selección.

Su última experiencia laboral, antes de regresar a España, ha sido realmente excitante e incluso radical. En el pueblo noruego de Geila, que es ante todo una afamada estación de esquí con algo más de 2.000 habitantes, situada entre Oslo y Bergen, Rosales llegó directamente desde el Hotel Escuela para trabajar en otro hotel de este lugar, tras ser fichado por encargados de la empresa que se trasladaron hasta Canarias en busca de personal.

Cambio radical

«Estuve unos tres meses haciendo prácticas y luego ya trabajando, donde permanecí cerca de un año, hasta decidir volver a retomar la formación en el ámbito de sumillería, que es donde quiero enfocarme». El cambio de Tenerife a Noruega, en pleno invierno, no fue fácil. Las exigentes condiciones meteorológicas no fueron impedimento para que Carlos Rosales prosiguiera con su formación y, sobre todo, acumulando 'horas de vuelo' tan necesarias en un sector sumamente exigente como el suyo.

«Yo tuve la suerte de que me pude quedar a vivir en el propio hotel, siendo una experiencia increíble. Me dieron una habitación y era un lujo poder vivir al lado del lugar de trabajo. Además, los horarios y el sueldo eran fantásticos», recuerda el joven sumiller. Quizás lo más duro fue adaptarse a temperaturas que podían alcanzar los veinte grados bajo cero, «aunque como vivía dentro del hotel tampoco tenía que salir mucho, pero es algo que sí impresiona, pues el cambio es radical. Los lagos congelados, los paisajes nevados... una estampa impresionante».

Ahora que ha conseguido la ansiada plaza para formarse en la Cámara de Comercio de Madrid, su futuro pasa por estar un año en la capital de España, aunque «como siempre con las ganas de seguir moviéndome, buscando nuevas sensaciones, conociendo nuevas personas o sistemas de trabajo. Mi madre me pregunta que cuándo voy a volver a Tenerife, pero para volver siempre hay tiempo. Primero hay que conocer muchas cosas», sentencia.

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