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Una planta, el agave, en tres variedades: Blue Weber de Arandas de Jalisco, Espadín de Oaxaca y Cupreata de Michoacán, la estirpe de dos familias de reconocidos «agaveros» y productores de tequila, los Camarena y los Estes y todo el entusiasmo de la reconocida compañía Vantguard han dado como resultado un tequila que destila la más pura tradición, pero que a su vez, llega enriquecido tras un exigente proceso revolucionario e innovador que lo hace único en el mundo.
Desde el principio lo tuvieron claro, se necesitaban ocho años de crecimiento y desarrollo de la planta de agave para obtener un tequila de calidad. Una vez transcurrido ese tiempo, quedaba «gimar» las pencas, o lo que es lo mismo, cortarlas hasta llegar al centro, a la piña, la responsable del cuerpo del agave y, si todo ha ido bien y se ha respetado el trabajo de la naturaleza, la piña central puede llegar a pesar hasta 80 kilos.
Esa piña, es el corazón del agave y es la materia prima, absolutamente primordial y, tanto debe de ser el cuidado que hay profesarle que, precisamente, es a lo que todo buen tequila, tiene que saber: a agave.
A partir de ahí, esos «corazones», cargados de azúcares, se someten a un proceso de lo más legendario, se cuecen en hornos de mampostería, apiladas unas con otras, durante 24 horas y cambian su color, a un bonito tono ocre.
Siguiente paso, la tahona, una piedra de origen volcánico que desde hace siglos se lleva usando para exprimir el jugo de agave con el que se elabora el tequila. Pieza clave e imprescindible en el proceso. Una extracción máxima que, como Alex Jorganes, Brand Manager de Vantguard nos explica, por fermentación espontánea se obtiene una especie de mosto y cambia el color a marrón más oscuro.
A partir de aquí, se podría decir que el tequila blanco, 100% Blue Agave estaría listo, sin añejar y sin aditivos que aceleren o perturben el aguardiente. Pero algo más debemos de saber para entender el porqué de la excelencia del Curado Tequila.
Una materia prima excelente y especialmente cuidada, con un respeto absoluto a la naturaleza y su entorno y un proceso exigente con la más genuina tradición, se fusionan con la innovación, aprovechando aquellas piñas de agave ya cocidas para enriquecer, mediante un proceso de infusión el tequila Curado, dotándolo de complejidad, de redondez, de profundidad, de un sabor y color único y diferente en cada botella.
Se cuidan las proporciones, se mima y se mide la potencia y se crean, a partir de ese momento, tres tipos de tequilas, exclusivos.
Toda una revolución llena de pequeños matices, en tres botellas que abren todo un mundo de sabores y de posibilidades, dejando muy atrás esa imagen del tequila, limón y sal y dándole a este destilado, el valor que merecía desde hacía tiempo.
El más fino, infusionado con trozos del propio agave azul de Jalisco, es el Blue Agave, que tan pronto como lo pruebe le recordará al sabor y el aroma de la hierba fresca.
El Espadín con agave de Oaxaca, con un ligero toque ahumado y un final cítrico que sorprende más y más a cada sorbo.
Y el tercero, el más complejo de esta espectacular trilogía que ha revolucionado y lo sigue haciendo, el mundo del tequila, Curado Cupreata desde Michoacán, para algunos el más exótico, para otros, el más ácido, solo apto para paladares expertos.
Sea como sea, nunca se le rindió tanto culto a este destilado en América y cada día gana más adeptos en Europa.
Guarden esta palabra, Alebrije, un animal que surge de la fantasía del más puro realismo mágico.
Una especie de mensajero entre el mundo de los vivos y el mundo de los muertos.
Una figura mitológica inspirada en el trabajo del artista Pedro Linares, que Curado utiliza para representar, con sus alas, con sus colas, con sus colores, la región originaria de cada tequila Curado y, como ellos mismos cuentan, «el Alebrije, un animal imposible que te lleva a lugares inesperados», como el Curado Tequila.
Que la tendencia en el consumo de este destilado va en alza, es un hecho que cada vez gana más adeptos, en América y en Europa. Prueba de ello es el cocktail Paloma, con un sabor que quizás recuerde al de un gin-tonic, pero mucho más suave y permeable al gusto: tajín, ese tipo de sal que reviste el borde, 1/6 de zumo de lima, 4.5 de tequila Curado Cupreata y soda de pomelo, una auténtica golosina líquida, fresca, suave, sedosa y refrescante. Y como dato, en 8 Canes Cocktail bar, en la zona de Vegueta en la capital grancanaria, lo preparan de lujo.
Pero sea como sea su incursión en este exclusivo tequila, lo que si es seguro es que podrá vivir una auténtica experiencia «unami», o lo que es lo mismo, lo que en Japón se denomina la esencia de la delicia, porque Curado es, intenso, complejo y persistente y, así nos lo cuenta y resume el propio Alex: «Curado es el resultado de un equilibrio perfecto y exigente, en todas sus fases».
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