Un buen pescado fresco en Castillo de Romeral

Piscinas naturales, un cómodo paseo marítimo, fácil aparcamiento, parques infantiles... y una gastronomía marina a tener muy en cuenta. Así es este pintoresco enclave costero del sureste de Gran Canaria, que ha sabido potenciar su oferta culinaria de manera excelente, consiguiendo atraer a numerosos clientes y potenciando así la actividad económica de Castillo del Romeral.

Allí están presentes restaurantes tan sólidos como Liagora Canarias, que cuenta con unos fantásticos arroces y una buena oferta de pescados frescos, en un moderno y agradable local frente al mar. En una reciente visita, pudimos comprobar que Liagora permanece en gran estado de forma, con la sala y la terraza llena y con una oferta muy sólida. Hay algunos entrantes que no pueden faltar, como ese delicioso gofio escaldado, el pastel de puerros y marisco o los croquetas.

El servicio, ágil y familiar, ayuda a la elección de los platos, tanto si el comensal se decanta por la variedad de arroces, que es lo más demandado, o por algún pescado fresco, opción siempre ganadora. Un hermoso jurel a la espalda, del que comieron tres personas, con una guarnición de papas y verduritas, demostró que aquí no titubean con la calidad y frescura del producto. Todo ello, por cierto, regado con vino blanco de Lanzarote, como debe ser. La oferta de postres caseros también está a la altura, por lo que la experiencia general en Liagora es bastante atractiva, un buen motivo para disfrutar en la zona.

No muy lejos de allí, está uno de los más populares del barrio, Las Salinas, donde no es raro ver una gran cola para acceder a algunas de sus mesas. Cocina tradicional canaria, pescados frescos y precios populares, convierten a este restaurante en uno de los más demandados, siempre con la garantía de que lo que ofrece es de calidad y bien ejecutado. También frente al mar, y con una amplia y acogedora terraza, Las Salinas cuenta con generosas raciones, que tan bien sientan tras un par de baños en las piscinas que están sólo a unos metros.

De otro concepto, igual de admirado y coleccionista de buenas reseñas, es el restaurante Saliviento, con alma gallega y productos de primera calidad. Cocina tradicional con sabor a mar, suelen hacer jornadas temáticas como la del cachopo, de gran éxito. Son famosos también sus arroces, especialmente el caldoso, o su carpaccio de atún. Sin duda una apertura que sube el nivel.

Esta pequeña ruta es sólo un motivo más para apreciar y desconectar en este lugar idílico, que ha sabido reinventarse y seguir atrayendo a visitantes gracias a su indudable atractivo natural. La gastronomía, una vez más, como incuestionable y fiable motor del que agarrarse para potenciar el destino, que aquí juega un papel primordial gracias a una apuesta de calidad, honestidad y de frente al mar, afortunadamente. Y esto parece una obviedad, pero no sería el primer barrio costero donde lo único fresco es el precio de un pescado más bien ultracongelado y de piscinas más bien lejanas.

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