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Mantener un buen poder adquisitivo es una de las principales preocupaciones de los ciudadanos canarios, particularmente para los mayores de 55 años, que con la limitada maniobrabilidad que ofrecen sus pensiones de jubilación, indagan en otras opciones para mejorar su calidad de vida. En concreto, uno de cada cuatro canarios mayores de 55 años necesitará una ayuda económica adicional para sostener esos buenos niveles de vida.
Entre esa población sénior, el 56% se siente inseguro con su situación económica actual. Según la Fundación Mapfre, el hecho de que el 77,8% de esa población por encima de los 55 años sea propietaria de un inmueble hace idónea la monetización de la vivienda, es decir, convertir el patrimonio inmobiliario en dinero líquido, presentándose como una «solución efectiva» para complementar la pensión y obtener ingresos extraordinarios.
Con el objetivo de dar a conocer las mejores opciones para monetizar la vivienda, el Centro de Investigación Ageingnomics de Fundación Mapfre presentó este lunes, la 'Guía para monetizar a vivienda y mejorar tu pensión', que pretende ofrecer a la población más mayor las distintas posibilidades que existen para sacar el máximo provecho y dar liquidez a sus inmuebles sin la necesidad de salir de ellos y a su vez, manteniendo la opción de dejarlos en manos de sus herederos, algo que se prioriza mucho dentro del seno de las familias españolas.
Productos
Los productos de monetización de la vivienda en propiedad se dividen en dos variantes: las alternativas tradiciones, que impiden residir en la vivienda habitual y las nuevas alternativas, que sí permiten permanecer en la vivienda habitual. Entre estas nuevas alternativas se encuentran las que requieren transferencia de propiedad, como son la venta de nuda propiedad, la vivienda inversa y las rentas vitalicias inmobiliarias. Estos tres productos permiten obtener liquidez mediante la venta del inmueble en vida, pero reteniendo el derecho a residir en él de forma vitalicia.
Según Juan Ángel Lafuente, catedrático de economía financiera y contabilidad de la Universitat Jaume I, la venta de la nuda propiedad permite dividir la plena propiedad en dos derechos, el de ser titular de un bien y el de poder usarlo y disfrutarlo, concepto más conocido como usufructo. En este sentido, el propietario puede vender la titularidad de la misma y retener su uso y disfrute. Con este producto, el propietario sénior puede conseguir en torno a un 30-75% del valor del mercado de su inmueble en función de su edad y el valor de la casa, manteniendo en todo momento su derecho a residir en ella de por vida. Al fallecer el usufructuario, el nudo propietario adquiere la totalidad de la vivienda, sin dejar derechos a los herederos.
En la vivienda inversa, el pleno propietario vende la plena propiedad de la vivienda y pasa a ser inquilino vitalicio de la misma, proceso por el que se formalizan dos contratos, uno de compraventa y otro de alquiler vitalicio. Con esta fórmula se puede obtener liquidez por el 50-80% del valor de mercado de la vivienda, todo en función de la edad del beneficiario.
La diferencia entre estos dos productos reside en que el usufructuario puede alquilarle la vivienda a un tercero mientras el inquilino vitalicio no, con lo cual, el primero retiene un derecho más valioso que el inquilino, percibiendo así menos por el valor del inmueble.
Por otro lado, existe como alternativa de retención de la propiedad, la famosa hipoteca inversa, que consiste en un crédito con la vivienda como garantía que se devolerá al fallecimiento del propietario. Esto permite obtener en torno al 25,30% del valor, pudiendo disponerse en un pago único o de forma vitalicia a través de mensualidades.
Cuando muere el propietario, los herederos tienen dos posibilidades. Reintegrar el principal y los intereses de la deuda a la entidad financiera para quedarse con la casa o pueden liquidar la garantía del préstamo, vender la casa y recibir el remanente de la liquidación una vez abonado el préstamo. Por lo general, suele quedar un sobrante del 25-30% del inmueble para los herederos, según revela la guía de la Fundación Mapfre.
Ese ahorro podrá fluctuar en base al valor de la vivienda y de la edad del contratante del producto. Según Juan Fernández Palacios, director del Centro de Investigación Ageingnomics de Fundación Mapfre, el escenario ideal es «generar un flujo permanente y si es posible, vitalicio de ingresos». Desde la Fundación señalan que cualquier instrumento financiero o asegurador es susceptible de ser adecuado para ciertos individuos o quizá inapropiada o menos adecuada para otros, por lo que es «fundamental y obligatorio por ley» contar con asesoramiento independiente a la hora de contratar cualquiera de estas fórmulas.
Según los autores del informe, Lafuente y Pedro Serrano, profesor titular de economía financiera y contabilidad de la Universidad Carlos III de Madrid, es importante reflexionar los gastos, la prestación que se recibe y el nivel de vida al que se quiere optar, antes de aventurarse a contratar uno de estos productos. Por ello, los mayores de 55 años deben hacerse la pregunta de si la pensión es suficiente para cubrir sus gastos imprescindibles, si estarían dispuestos a renunciar a algún bien a cambio de mejorar su calidad de vida o si la idea de desprenderse de algo le produce ansiedad.
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