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Salvador Martínez Mas (EFE)
Berlín.
Martes, 4 de marzo 2025, 23:00
Alemania llegó a las elecciones de febrero con la enorme tarea de volver al crecimiento, tras dos años de recesión, y con una industria que no consigue levantarse, especialmente en el sector automovilístico, por la competencia china y los altos costes energéticos.
El PIB alemán cayó un 0,3 % en 2023 y un 0,2 % en 2024. Dos contracciones anuales consecutivas es algo que no se daba en Alemania desde los tiempos en los que el país era el 'enfermo de Europa'.
Ese apodo data de cuando el canciller alemán era el socialdemócrata Gerhard Schröder, pues en 2002 y 2003 la economía germana cayó un 0,2 % y un 0,5 %, respectivamente.
Los principales partidos políticos no son ajenos al drama que vive la mayor economía de Europa y la tercera del mundo e identifican la situación económica como el principal desafío del país.
Un modelo roto
Con la guerra de Ucrania de fondo, las tensiones comerciales internacionales causadas por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, más incertidumbre es lo último que quieren las empresa alemanas, de las que se dice que forman parte de un modelo económico que se ha «roto».
'Kaput' -o «roto» en alemán-, es el título de varios libros publicados sobre la situación alemana y uno de sus autores, el reportero económico Wolfgang Münchau, señala en su volumen que «Alemania ha gestionado mal su capitalismo industrial y se equivocó a nivel tecnológico y geopolítico».
El sector automotriz sirve para ilustrar los problemas de la industria alemana, ámbito que representa un 26,8 % del PIB y que está afectado, sobre todo, por el alza de los precios energéticos.
El pasado otoño el Grupo Volkswagen, el mayor fabricante de vehículos de Europa, anunció una reestructuración que llevará al recorte de 35.000 puestos de trabajo de aquí a 2030. La apuesta eléctrica de la industria alemana parece haber sido insuficiente en un mercado en el que fabricantes chinos como BYD o MG han acelerado en su entrada en el Viejo Continente.
Negocios con el agua al cuello
En el taller de vehículos Auto-Service G. Asad, al norte de Berlín, uno de los trabajadores afirmó que, a la hora de reparar coches, «la crisis aún no se nota» en su negocio, porque se dedican a reparar Mercedes-Benz. No obstante, reconoce: «Es como si tuviéramos el agua al cuello».
En los últimos años se han perdido decenas de miles de trabajo en el sector de la industria en distintos recortes de personal y desde que comenzó en 2021 la andadura de Scholz al frente del Gobierno, 50.000 negocios se han declarado insolventes.
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