«Solo el alquiler son 450 euros. No se cómo vamos a comer»

Rosa María (nombre ficticio) llegó a Fuerteventura hace tres años. Desde que llegó comenzó a trabajar de forma irregular en el cuidado de personas mayores. En su primer empleo, que dejó hace un año, estaba interna en una casa, en la que entraba los domingos a las 8 de la tarde y salía los sábados a la una del mediodía, con apenas un día de descanso y todo por un sueldo de 800 euros. Tras dejar aquel se colocó en otra casa, donde está ocupada a media jornada por 500 euros aunque no tiene contrato ni está dada de alta, ya que aún no tiene papeles.

Pese a decretarse el estado de alarma ella sigue trabajando «y gracias a dios» porque el dinero que gana es el único que ingresa su familia. Su marido, que lleva varios meses empleado de forma irregular en el sector de la construcción, fue parado cuando se decretó el estado de alarma. El pasado lunes la empresa que lo empleaba volvió al tajo y contacto con el resto de sus compañeros pero no contó con él por la situación de irregularidad en la que se encuentra. Desde el lunes, según reconoce Rosa María, los controles en las obras son mayores. «No queremos provocar ningún problema a la persona que lo empleaba», dice.

También han perdido su empleo desde la declaración del estado de alarma la hermana y sobrina de Rosa María que trabajaban en el cuidado de personas y en el sector de la limpieza respectivamente.

Los cuatro, que son irregulares, comparten la misma vivienda y han pasado de tener unos ingresos que superaban los 2.500 euros a los 500 de Rosa María. «Solo en el alquiler de la vivienda pagamos 450 euros. A esto hay que sumar los gastos de agua y luz. No sabemos cómo lo vamos a hacer», indica Rosa María, que no puede ocultar su preocupación por la situación que están atravesando. Hasta ahora han podido comer gracias a un bono para alimentos de 100 euros que les hado la Cruz Roja de Fuerteventura. «Pero es solo para una vez», indica.

Hace unos días Rosa María y su familia acudieron al Cabildo de Fuerteventura en busca de ayuda. «Rellenamos un formulario y estamos a la espera», señala.

Apunta que aún es temprano para plantearse la vuelta a su país, Colombia, aunque no descartan nada. «Todo se irá viendo según vayan viendo las cosas», indica.

Rosa María lamenta su suerte ya que en agosto iba a empezar a tramitar su nacionalidad para poder quedarse en España y conseguir un trabajo mejor y regular. «Se han cruzado todos los planes», señala esta mujer que en los próximos meses y ante la falta de ingresos tampoco podrá enviar dinero a las dos hijas que tiene en su país.

Rosa María pide al Gobierno de Canarias que tenga una «especial sensibilidad con el colectivo» de inmigrantes. «Estamos haciendo un trabajo que no quieren hacer los canarios y que es necesario», indica esta mujer, que afirma que emigrar «es muy duro» y no es para todos. «Nadie emigra por gusto», recalca.