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La vuelta al proteccionismo económico a través de la imposición de aranceles pone en jaque a los mercados financieros globales. La guerra comercial –que ya asustaba a los inversores ante su impacto sobre el crecimiento y la inflación– vivirá este miércoles un nuevo capítulo con el 'Día de la Liberación', nombre con el que Donald Trump ha bautizado la jornada en la que anunciará su estrategia en la materia.
De momento, las dudas sobre las medidas definitivas son mayores que las certezas. «Si EEUU se centra en unos cuantos países pequeños y escogidos, es casi seguro que se evitaría una guerra comercial mundial, pero si se confirma una batalla con todo el mundo o con las mayores economías (China y la UE), las repercusiones se sentirían en todo el mundo», advierte Blerina Uruçi, economista jefe para T. Rowe Price.
Esa incógnita constante –y lo inminente del anuncio– reactivó ayer el nerviosismo entre los inversores que, pese a una apertura más calmada en Wall Street, optaron por huir de los activos de riesgo provocando contundentes caídas que llegaron a rozar el 4% en el Nikkei de Tokio.
Las pérdidas rondaron el 1,5% en Alemania y en Francia, con mayor exposición al sector de materiales básicos y, sobre todo, de las automovilísticas que aún intentan digerir el anuncio de aranceles del 25% que, en principio, entrará en vigor el 3 de abril. En España, el Ibex-35 se dejó un 1,3% y a punto estuvo de perder los 13.100 puntos, con Repsol como uno de los grandes damnificados tras el veto de EE UU al petróleo venezolano. Sus títulos cayeron un 1,2%, aunque fue IAG quien lideró los descensos con un desplome del 6,5%. La cotización «también acusa las palabras del viernes del CEO de la compañía, que hablaba sobre la posibilidad de vender la participación del 20% de Air Europa que posee IAG», apuntan los analistas de XTB.
Si las previsiones se cumplen, el 'Día del a Liberación' entrarán en vigor los aranceles del 25% a las importaciones mexicanas y canadienses, país –este último– donde los productos energéticos se verán también gravados al 10%. Las tarifas del 25% a la industria farmacéutica o agrícola de todo el mundo, así como al vino y al champán europeos –en este caso al 200%– también llegarían el 2 de abril.
Al día siguiente podría llegar el 25% a los coches y componentes importados, que se sumarán al 20% establecido para los productos de China y al 25% del aluminio y el acero que entraron en vigor a mediados de marzo.
«Los detalles de las medidas no restarán gravedad respecto a lo esperado; Trump no aplicará exenciones relevantes por productos, ni países», alertan los analistas de Bankinter. «Eso, si lo hace, será después de haber conseguido el suficiente impacto populista que persigue», añaden, recordando que, al final, «la historia económica demuestra que todos pierden en una guerra comercial: menos comercio, menos PIB, más inflación…».
Cabe recordar que uno de los grandes objetivos de la Casa Blanca con los aranceles no solo es favorecer la industria local. También aumentar la recaudación, en un momento en el que la elevada deuda y las promesas de rebajas de impuestos entorpecen el incremento de los ingresos para las arcas públicas. El propio Trump espera recaudar unos 100.000 millones de dólares anuales con los aranceles a los vehículos importados. Pero una crisis en la cadena de suministro podría pasar factura a los propios fabricantes del país.
Hay que tener en cuenta que, según datos del Departamento de Comercio de EE UU, en 2024 se importaron vehículos ligeros por valor de aproximadamente 240.000 millones de dólares. «España, aunque con menor peso que otros países, exportó a EE UU durante el mismo año un total de 8.316 vehículos ligeros por valor de 178,5 millones de dólares», apunta Carlos Franco, socio de la consultora ERA Group. «Probablemente, el mayor impacto se producirá en las empresas más dependientes de las exportaciones de Europa al mercado estadounidense y con una capacidad de producción limitada, como Stellantis, y el grupo Volkswagen AG a través de su filial de automóviles deportivos Porsche y BMW», añaden los analistas de Scope Ratings en una nota a clientes.
A la espera de conocer las medidas concretas y la posible respuesta de las regiones afectadas –incluida la UE– los inversores buscan refugio más seguros como el oro, que ayer batió otro máximo histórico por encima de los 3.150 dólares. También el yen japonés y el franco suizo hacen honor a su calificación de activos seguros, mientras que euro aprovecha la debilidad del dólar para mantener el cruce entre ambas divisas en 1,08 dólares, lejos ya de la paridad que se temía hace solo unas semanas. También se observa cómo el dinero que sale de la Bolsa y se apoya la renta fija, impulsando al alza el precio de los bonos y, por tanto, presionando la rentabilidad (que se mueve de manera inversa al precio). En este punto, el interés del bund alemán -principal referencia de este mercado en la zona euro- cae un 1,5% hasta el 2,69%, mínimos desde principio de marzo.
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