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El malestar y el cabreo se palpan cada día en la acera de la calle Pérez de Toro de las Palmas de Gran Canaria, frente a las oficinas de la Seguridad Social.
El ambiente es desolador: rostros cansados, nerviosos mirando hacia la puerta para intentar conseguir un número y solucionar algún trámite con fecha de caducidad. Pero es peor cuando esas personas cuentan sus historias. En ese momento el alma se cae al suelo.
Personas en silla de ruedas, recién operadas, que han sufrido la pérdida de un padre o de una hija recientemente, personas mayores..., estos son algunos casos de las personas que se encontraban este lunes por la mañana, haciendo cola a la espera de que se abrieran las puertas de la oficina.
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A primera hora de la mañana la gente espera tranquila, desesperada, pero tranquila. Cada persona guarda su espacio y espera conversando con otras que tienen situaciones similares.
Pero cuando se abren las puertas la cola deja de ser una única fila y la gente se amontona en la puerta de la oficina sin respetar turnos de llegada, para reclamar uno de los números con hora, provocando situaciones incómodas: «estoy aquí desde las seis de la mañana y mira, se me van a colar, ¿hasta dónde va a llegar esto? ya está bien, no podemos seguir tragando lo que estamos tragando», reclamaba Pedro Ramírez mientras se acercaba a la puerta con unos papeles.
José Damián llegó a las 6 de la mañana, era uno de los primeros en llegar y se dio cuenta de que iba a presenciar otra situación de malestar por gente que se coló nada más abrir las puertas: «ya se va a armar aquí la de dios».
JUAN RAMÓN CABRERA
Una historia que conmueve por su dureza es la de Juan Ramón. Él perdió a su hija hace unos meses y llegó a las 6 de la mañana dispuesto a hacer cola para que sus nietos puedan cobrar la paga de orfandad. El trámite está siendo un «calvario» porque según él mismo comenta «me están poniendo todos los impedimentos del mundo para poder arreglar la paga. «Mi hija ha muerto y no hay manera de que me atiendan para arreglar la orfandad de nietos».
Dentro de su desesperación, Juan Ramón se preguntaba «¿cómo es posible que el pueblo canario no se rebele ante tanta injusticia? Su situación se complicaba a medida que fluía la conversación, «estoy operado de una prótesis de cadera desde hace un mes, y aquí estoy haciendo cola intentado solucionar un problema que me tiene sin dormir».
Hizo cola sin cita previa, porque como la mayoría de personas que estaban en las inmediaciones de la oficina, «lo intenté llamando y por internet y no tuve ninguna respuesta, además sabía que si me cogían el teléfono me iban a decir que están saturados, así que vengo aquí pero cuando llegue a la puerta me van a decir que no van a poder ayudarme y me siento indefenso».
Respecto a las colas, considera que es un «crimen» y cree que «se podía invertir e intentar ayudar o por lo menos buscar una solución, y eso lo tienen los políticos en sus manos», explica.
Otra persona que está cansada de la situación es Yessica Hidalgo. Su madre le guardó un puesto en la cola desde las seis de la mañana, para que ella fuera a llevar a sus hijos al colegio. Yessica lleva cinco días intentando entregar un DNI y para ella ha sido un «desastre». «Cuando me toque llegar a la puerta no me van a atender, porque dan 20 o 25 números y en nada se agotan». Ella ha intentado coger cita previa pero no ha podido, incluso «he llamado de madrugada a ver si tenía suerte y nada».
Como cualquier recurso es válido a la hora de coger cita telefónica, la madre de Yessica asegura que «yo llamo, pongo el altavoz, y cuando termino el móvil sigue sonando y ellos no me han respondido a la llamada».
Sarallen Sosa es una joven que se acercó ayer lunes a las oficinas del Instituto Nacional de la Seguridad Social, para intentar cambiar una cuenta a su padre, una persona con movilidad reducida. Ella misma confirma que su padre era el que antes hacía las gestiones pero que ahora, debido a su enfermedad, viene ella. Además, se mostraba preocupada porque, según comentó «cuando yo no pueda, a ver quién va a venir a hacernos esto».
Sarallen llegó a las 8 de la mañana y le parecía una «injusticia» hacer una cola tan larga para un trámite de una administración pública.
Hablando mientras esperaba, Sarallen se enteró de que ahora para poder cobrar una pensión, es necesario tener la constancia de 'fe de vida', un documento necesario para no perder la pensión y que debe pedirlo en esas oficinas «tengo que ver que pasa con ese certificado porque si no lo arreglo en un tiempo determinado, le quitan la paga a mi padre».
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