BBVA y Sabadell perdieron 14.000 accionistas entre abril y junio, en pleno proceso de opa

Entre todas ellas, destaca el caso de Banco Sabadell y BBVA, protagonistas en los últimos meses por el proceso de opa. Si solo se tienen en cuenta los datos del segundo trimestre del año –la entidad vasca anunció sus intenciones a finales de abril para lanzar la opa hostil el 9 de mayo– ambas entidades perdieron casi 14.000 accionistas, entre los 9.000 que vendieron sus títulos en Sabadell y los casi 4.700 que hicieron lo propio en BBVA.

Si el periodo se amplía a todo el primer semestre, el banco presidido por Josep Oliu presenta la mayor pérdida de base accionarial en términos comparables, con la salida de un 7,8% de sus inversores. Es decir, unos 17.000.

Lejos de tratarse de una situación de incertidumbre en torno a la entidad, «hay razones de mercado lo suficientemente fuertes para justificar ese comportamiento», tal y como confirman fuentes de una gestora nacional con fuerte presencia en el sector a través de sus fondos.

Entre enero y junio, el banco catalán fue uno de los mejores valores del Ibex-35, con una revalorización de más del 60%, superior a la experimentada por sus competidores en el periodo. Así que los minoristas han aprovechado para vender y sacar beneficios.

Eso sí, aquellos que hayan tomado esta decisión podrían perderse –si no regresan– la mejora del dividendo anunciada por la entidad en su última presentación de resultados. En concreto, el consejo de administración elevó de 2.400 a 2.900 millones de euros el valor de la retribución prevista hasta 2025, equivalente al 27% de la capitalización del banco.

Por su parte, la base accionarial de BBVAse ha visto reducida en un 2,8% desde principios de ñao, la menor caída del sector en estos términos tras perder 4.697 accionistas entre abril y junio, además de los 16.000 que salieron entre enero y marzo.

En total, unos 20.000 accionistas menos en los seis primeros meses del ejercicio, periodo en el que la entidad vasca se revalorizó en Bolsa cerca de un 13%, una subida a doble dígito que, en todo caso, estuvo entre las más moderadas del sector.

Fuera de las dos entidades protagonistas en el ámbito corporativo este año, Bankinter es –detrás de Sabadell– la que registra una mayor reducción de su base inversora en el primer semestre de 2024. En concreto, del 7,12%, al recortar de 61.200 a 56.800 su número de inversores. En términos absolutos, no obstante, es Banco Santander quien presenta el mayor 'agujero', con la fuga de 135.728 socios este año que, eso sí, solo representan un 3,7% de la base accionarial. La entidad presidida por Ana Botín se ha revalorizado en torno a un 18% en el periodo.

CaixaBank, por su parte, también ha cedido otros 23.544 accionistas, desde los 590.313 que presentaba a cierre de 2023. La cifra implica un adelgazamiento del 3,98%de su base inversora, después de que, entre enero y junio, fuese otro de los mejores valores bancarios en la Bolsa nacional, con una subida del 32,5%.

El rally bursátil experimentado por los bancos durante la época de subidas de tipos de interés por parte del BCE ha llevado a muchos inversores minoristas a vender sus acciones para generar beneficios. Pero esa tendencia se ha ido acelerando año a año desde 2020, con las principales cotizadas del sector alejándose cada vez más del nivel de los seis millones de accionistas que se vieron por última vez justo el año de la pandemia.

Según el informe de resultados de las entidades analizadas, el número total de accionistas se sitúa ahora en 5,06 millones, frente a los 5,26 millones de cierre de 2023. En 2022, la cifra ascendía a 5,64 millones. Y, en ese contexto, los analistas apuntan a otras razones que han contribuido a que muchos inversores se esfumen del sector, mas allá de la propia recogida de beneficios con la recuperación en Bolsa de las entidades.

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En concreto, apuntan al «agravio comparativo» que la banca cotizada ha sufrido en España frente a sus competidores europeos con la llegada del impuesto que el Gobierno aprobó para gravar los beneficios extraordinarios de un sector que, en los últimos tiempos, también ha estado más expuesto al foco político. Incluso los primeros espadas de la banca han tachado esta figura en muchas ocasiones, y de forma pública, de «discriminatoria» frente a la competencia europea.