Dos derrotas consecutivas entre Liga y Copa, además sin ver puerta, su máximo goleador, Morata, autor de 19 dianas, fuera de combate por lesión, y con un ojo puesto en el compromiso de Champions de la semana posterior frente al Inter, lo que puede habilitar rotaciones extremas en el equipo que presente. Así pilla la UD al Atlético de Madrid en el cruce del próximo sábado en el Metropolitano, acaso en el peor momento rojiblanco de la temporada, con el campeonato regular imposible, el torneo del ko cuesta arriba y todas sus balas depositadas en el escaparate continental.
No figura subrayada en rojo esta visita de Las Palmas en los planes de Simeone, quien ya se llevó un revolcón en la primera vuelta en Gran Canaria y ha sufrido en sus carnes la capacidad de los jugadores dirigidos por García Pimienta, capaces de todo y ante cualquier adversario, que por algo van octavos. Y mientras que para el Atlético este compromiso es casi más un estorbo que una oportunidad, en Barranco Seco mastican el golpe en la capital de España sabiendo que a intensidad no les va a superar el anfitrión colchonero.
El Atlético solo ha dejado escapar dos puntos de los veinticuatro en juego en su feudo. El empate con el Getafe (3-3) ha sido su única concesión en casa. El resto de visitantes, incluyendo el Real Madrid, se fueron de vacío de su guarida. Es el mejor equipo en casa de la categoría y hasta el tropiezo sufrido frente al Athletic en Copa días atrás, estaba invicto como local en encuentro oficial en el presente curso. La tendencia es clara y no responde a casualidades. Ahora bien, a diferencia de cursos anteriores, se aprecia una mayor vulnerabilidad defensiva en el entramado atlético, lo que abre la vía para aspirar a ser el primero en conquistar su plaza.
La UD ya ha sido capaz de salir victoriosa de salidas como El Madrigal, Mendizorroza o Vallecas, escenarios en los que se regalan pocas cosas, y ahora busca el más difícil y ante un oponente que, pese a su mala dinámica reciente, basa toda su fortaleza al amparo de su afición. El buen momento anímico tras el triunfo frente al Valencia (2-0), certificado en los compases finales, ayuda en este propósito, en el que también computa la motivación que supone pisar uno de los mejores escenarios del fútbol nacional. A la UD le ha faltado suerte en este curso cada vez que ha comparecido en un estadio simbólico: cayó por la mínima en el Sanchez Pizjuán, Benito Villamarín y San Mamés (1-0) y en el Bernabéu también la fortuna fue adversa (2-0), aunque más atribuible al planteamiento propio.
Ahora el calendario brinda uno de esos desafíos que gustan a los jugadores y en los que pocos consejos hacen falta. Un Atlético en horas bajas parece más una invitación a intentarlo que una amenaza. Y en esas está la UD en los días previos.
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