19 puntos con Martínez, los mismos que el Madrid y cinco más que el Barcelona

Ignacio S. Acedo

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 23 de diciembre 2024, 09:25 | Actualizado 10:58h.

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El discurso medido y contenido de Diego Martínez, blindado también a euforias y celebraciones que no tocan («queda mucho», repite a modo machacón), se comparte en todos sus extremos en la dirigencia de la entidad, con Miguel Ángel Ramírez al frente. Lo que ya nadie va a arrebatar al equipo con los 22 puntos que atesora y que suponen más de la mitad de los que se calculan para la permanencia. Un cimiento estable e ilusionante para culminar el reto en el nuevo año.

La prudencia que impera en la UD no resta optimismo y confianza a la luz del rendimiento excepcional que lleva el equipo desde que se produjo el cambio de entrenador. En estas nueve jornadas con Martínez en la banda, se ha sumado 19 puntos, exactamente los mismos que el Real Madrid y hasta cinco más que el Barcelona en el mismo tramo, lo que acredita una trayectoria imponente y que solo superan Atlético, con 24 unidades, y Athletic, con dos menos.

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Ramírez ya subrayó, en su comparecencia tras la Junta General de Accionistas, que «nadie podía dormirse» precisamente porque todavía «no se ha conseguido nada». Y otorgaba máxima importancia a la cita de ayer con el Espanyol por lo que suponía, en el mismo golpe, alejar a un rival directo en la lucha por la permanencia y allanar, también, el camino propio. La respuesta de los futbolistas, sin disfrutar de su jornada más lúcida, evidenció, una vez más, la competitividad que se han instalado en Barranco Seco.

La UD gana cuando juega bien y, de la misma manera, también tramita adversarios estando lejos de su plenitud. Y al igual que hizo ocho días atrás en San Sebastián rescatando un punto (0-0) en una cita de máximo riesgo y que resultó una moneda al aire, en esta ocasión acreditó paciencia, capacidad de sufrimiento y eficacia para despachar a un Espanyol que no dio cortesías.

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Se anunciaba un partido en el que se requeriría serenidad y así se comportó el grupo, añadiendo oficio en el tramo final para resguardar su mínima renta y traducirla en otro salto clasificatorio. En esta inercia, en la que se gana por compulsión, nadie duda de la capacidad de unos futbolistas transformados. «Parecemos un equipo diferente al que inició la temporada», acertaba a decir Álex Muñoz anoche cuando se le preguntaba por el viraje espectacular de la UD. En realidad, sí se trata de otro equipo. Pero con el mismo escudo en la pechera de la camiseta.