Patinazo mayúsculo de la UD

Cuentan que la constancia es una virtud que suele marcar las diferencias en la vida. Como el trabajo y el esfuerzo. Las Palmas, cuando no termina de localizar su brillo, ofrece todo tipo de privilegios. También posee recursos individuales de mucha enjundia. Cuando se enreda el tema, a veces basta con un chispazo de Pejiño para desatascarlo todo. El de Barbate domina al completo los registros de la verticalidad y su fútbol es pura belleza canallesca. Pero otras veces no sirve solo con eso. Los patinazos también entran dentro de las ecuaciones. Los amarillos dejaron escapar un triunfo que era oro en un encuentro con ciertos ratos famélicos. Pero bueno, el infierno es la antesala del placer.

Era la primera cita del año y Las Palmas quería que la vida siguiera igual, al galope de la victoria, claro. Recuperaba Pimienta efectivos pero no quería ser injusto. Enrique Clemente suplió a Eric Curbelo y Fabio a Mfulu. De resto, los mismos que la última jornada liguera del bonito 2022. Álex Domínguez siguió bajo palos pese a estar Valles óptimo. No atisbó motivos el técnico para sentar al catalán. Sandro, Viera y Benito también esperaban turno en el banco.

Todo comenzó como mismo acabó, con Moleiro tirando túneles y bailando sin tapujos. Transcurría sin mucho nervio el partido hasta que Moleiro encontró a Pejiño. Y ahí cambió todo ya. Retó a su par dentro del área, con un quiebro que le rompió la cintura, saliendo hacia su lado malo, donde sacó un martillazo con su pie derecho que besó la red (1-0) en el minuto 24. Los últimos cuatro tantos amarillos en el Gran Canaria llevaban su firma. Extrañaba la UD al de Barbate, que una vez recuperó su plenitud física y ya sin lesiones, es diferencial.

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El Racing se mantenía en el alambre con firmeza y esperaba aprovechar su momento. Al borde del descanso, tras un buen control de Mboula que sentó a Sergi Cardona y con regate acto seguido a Enrique Clemente, casi llega la igualada. Sacó el zapatazo el extremo y Álex escupió el balón a saque de esquina con una buena intervención arriba.

Tras el intermedio, saltaron chispas. Los cántabros mordieron y casi dan el susto nada más arrancar la segunda mitad. A Marc le pegaban un viaje que despertaba del letargo a la UD sobre la marcha. Ya volvía a tocar el cuadro insular. A la hora de juego, Moleiro dejaba sitio a Viera. El Estadio se caía abajo con la ovación al capitán.

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Con el de La Feria en el campo, el dominio pasó a ser absoluto. Pausa y criterio. De izquierda a derecha. Sin prisas. Jugando con el tiempo y el resultado, esperando a que los visitantes se abrieran en canal cuando dieran un paso al frente en busca del empate. No podía cometer errores la UD. Enzo se multiplicaba para impedir contragolpes y Pimienta renovaba las alas en el 71, con Álvaro Jiménez y Sandro por Pejiño y Óscar Clemente. No se podía confiar Las Palmas. Matheus Aias avisaba con un misil que negó el palo que defendía Domínguez, amonestado.

Sandro respondía buscando la escuadra con un zapatazo desde su casa. A Viera le faltaban centímetros para sentenciar tras un pase al espacio casi letal de Álvaro Jiménez. No sentenciaba la Unión Deportiva y jugaba con fuego. Y tanto que fue así, que se acabó quemando. En el 84 Milla Alvéndiz vio un penalti de Sergi Cardona en la pantallita. Pombo no perdonaba (1-1).

En los ocho de añadido lo intentó con todo Las Palmas, Sandro lo buscó con rabia y Parera se hacía grande. También Andone por arriba. Fue el mejor rato de la UD. Fue demasiado tarde. Fabio veía pases donde nadie más los visualizaba. Viera también probó fortuna. Pero no hubo tiempo para más y la UD malgastó una oportunidad de oro para poner tierra de por medio con el tercer clasificado.