Anunciada su salida de la UD, ya en el escaparate como jugador libre, toda una tentación para clubes necesitados de experiencia y de talento, que hay unos cuantos en Primera División con esa demanda, Jonathan Viera ha iniciado una nueva vida. Desde su entorno deslizan que ha sido una suerte de libración pactar su desvinculación luego de casi tres meses de un gran desgaste emocional. Verse relegado a mero excedecente de la plantilla le hirió el amor propio, acostumbrado como siempre ha estado a figurar en primera línea y con máximo rango. Tranquilo por sentir que hizo todo lo que debía, y también sereno por haber actuado en conformidad a su conciencia, no hay nada más que le guste a Jonathan que jugar, competir y ganar. Más con el escudo de su vida.
Y de eso se ha visto privado de un tiempo a esta parte en contra de su voluntad y de sus previsiones. Jamás imaginó una salida de esta manera, descabalgado a mitad de trayecto, sin ese último partido en su estadio para brindar una última función practicando su oficio.
Ramírez ha sido todo lo generoso que merecía Jonathan: no hubo pleito alguno en materia económica, pactado un finiquito récord de casi diez millones y que se abonará en varios plazos, y anunciado un acto de homenaje en la previa del encuentro ante el Barcelona. Hará el saque de honor, toda una paradoja para un futbolista que, lejos de plantearse la retirada, ya estudia con sus asesores las opciones de futuro.
No lo tiene fácil Jonathan. Carga con 34 años, edad estimable y que cierra muchos mercados salvo que seas un Messi o un Cristiano Ronaldo. Y él tampoco está por aventuras exóticas lejos de casa, luego de su mala experiencia en el Standard de Lieja en 2014 y su ciclo en China, más que rentable en la cuenta bancaria pero de nula huella en todo lo demás.
Condicionantes familiares también pesan en la toma de decisiones que ahora perfila. Ese cambio que demandó en su día de «ir a un sitio más tranquilo donde no siempre se esté en el foco» puede ser compatible, perfectamente, a encontrar acomodo en algún equipo español de la máxima categoría. Jonathan tiene cartel en el panorama nacional y quien le busque encontrará facilidades explícitas a la hora de abordar su contratación: sin costes de traspaso, puede hacerse con un jugador de acreditada valía y en condiciones ventajosas desde el punto de vista pecuniario.
Deseos de volver a jugar
A Viera no le va a mover exclusivamente el dinero en el próximo paso que está por dar. Recientemente vio como se le venía abajo una posibilidad en Arabia que le seducía en términos relativos. Por un lado le motivaba desembarcar en una competición que está en auge y reclutando a ilustres figuras y con generosos sueldos. Pero, por otro, eso de dejar su tierra para hacer la mudanza a un país con tantos condicionantes sociales también le llamaba a la reflexión.
Como en anteriores ocasiones, e club le ha brindado las instalaciones de Barranco Seco para que las utilice en su preparación personal en este ínterin. Tampoco es deseo de Jonathan alargar el proceso. Se muere por sentir la adrenalina de un partido, tiene hambre de pelota.
Será lejos en la UD, donde siempre soñó colgar las botas. Para Miguel Ángel Ramírez lo que ha pasado «no es un adiós». El mismo presidente que lo trajo de vuelta hasta en tres ocasiones está convencido de que habrá una próxima. Pero parece imposible que con el 21 a la espalda.
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