Una UD hecha de cicatrices sobrevive en un grito de desesperación
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Salva un empate sobre la bocina tras ir perdiendo por dos goles contra un rival directo por la permanenciaLa fiesta estaba en otro lado. En el carnaval con Maluma. En Siete Palmas tocaba sufrir. Con una UD hecha de cicatrices, incapaz de ganarle a nadie y que huele a Segunda División, pero que logró arañar un punto en un grito de desesperación. Cuando todo yacía perdido, sacó un empate con goles en el 90 y el 95 para sobrevivir a la quema. La rabia llegó tarde, pero llegó.
La agonía tiene demasiadas caras. Poco tardó la UD en volver a sus andadas. Siete minutos. Los que necesitó Toni Martínez para fusilar la red que defiende Jasper Cillessen (0-1) con una volea tras un pase de Mouriño en el que, luego de un resbalón de Herzog, remataba solo a placer. No estaba en fuera de juego porque el tinerfeño habilitaba tras escurrirse su bota en el césped. Otra vez, a remolque.
Con la ventaja en el marcador y el nerviosismo encima de los amarillos, el Alavés, con más sangre y coraje, comenzaba a hacerse grande en un Estadio de Gran Canaria desangelado —17.566 espectadores— y repleto de butacas vacías. Fábio Silva, que pedía penalti, respondía y casi firmaba las tablas a los quince minutos de juego, pero el árbitro señalaba saque de puerta. Un tímido intento de Álex Suárez, con la cabeza, se convertía en el primer tiro a meta de Las Palmas, que quería morder para empatar cuanto antes. Pero ese ímpetu iba a dejar agujeros atrás y el goleador Martínez mandaba al palo lo que podía haber sido una sentencia de muerte.
Pasaba el tiempo y Las Palmas acontecía moribunda. Campaña pedía calma a los suyos como si fuesen ganando por goleada. Como si el orgullo fuese un mero desconocido. Moleiro se perdía en conducciones sin final. Más por la mala toma de decisiones que por la falta de posibilidades. Álex Muñoz no daba una decente. Javi Muñoz tampoco llegaba a una pelota. Bajcetic jamás imponía criterio. Y arriba, Silva, se pegaba con todos para que nadie le acompañase a las peleas. La grada, helada, se contagiaba con lo que veía en el campo. Así se marchó al descanso, perdiendo, para no romper las malas costumbres.
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Tras el intermedio, Diego acudió a McBurnie, a ver si le daba por marcar en esta jornada, sacando a un Bajcetic que no se entiende que tenga contrato en el Liverpool. También entró Mika por un desastroso Álex Muñoz. Sandro, nada más arrancar el segundo acto, desperdició con un disparó famélico una buena ocasión de la UD. Lo primero que hizo el escocés fue habilitar a Moleiro con un taconazo dentro del área, pero el canterano no fue capaz de marcar. Su chut lo despejó bien Rodríguez. Por lo menos mordía Las Palmas.
El colmo llegó con el segundo tanto del Alavés en el minuto 63, cuando Villalibre daba un pase al hueco como si fuera Iniesta y Guridi corría a la espalda de McKenna y Marvin, que acababa de entrar, como si se tratara de un velocista para regatear a Cillessen y empujarla sin oposición (0-2). Sacó a relucir cada una de las vergüenzas de una triste UD.
La pitada a Sandro cuando fue sustituido fue atronadora. Tan pobre y tan negado que ni sin portero era capaz el conjunto amarillo de hacer un mísero gol. Aunque los méritos iban a recoger su premio. Rodríguez despejaba mientras McBurnie se le echaba encima, le robaba la cartera y chutaba, con el meta superado, pero le sacaban la pelota debajo de los palos y, en el rebote, Alberto Moleiro, con todo de cara, la mandaba al cementerio. La siguiente tendría mejor desenlace. Silva (1-2), de penalti en el minuto 90, invitó a soñar con una remontada que, con un golazo de Moleiro en el 95, se quedó en tablas (2-2).
Sin rumbo. Sin fútbol. Fiándolo todo a balones aéreos en una isla donde la pelota siempre ha estado cosida al pie. Las Palmas, que jugaba, en teoría, una final, solo entendió la importancia del partido cuando la luz se apagaba. Diego Martínez, que ya ha quemado todos sus cartuchos, encontró mejores recursos en un banquillo que está hecho a retales, con sobras y jugadores que no sienten arraigo. La dirección deportiva se ha lucido —nótese la ironía—. Sin un extremo capaz de regatear, ahí solo Januzaj luce desborde. Sin un centrocampista capaz de dirigir. Todo a coste cero. Como quien dice, los más ricos del cementerio, vaya. La UD está hecha de cicatrices. El empate, aunque evita la victoria de un rival directo en la pelea por la permanencia, tampoco saca de pobre a los amarillos. Eso sí, menos es nada.
2. Las Palmas: Cillessen; Álex Suárez (Marvin Park, min. 60), Herzog, McKenna, Álex Muñoz (Mika Mármol, min. 46); Campaña (Manu Fuster, min. 80), Bajcetic (McBurnie, min. 46); Sandro (Januzaj, min. 70), Javi Muñoz, Moleiro; y Fábio Silva.
2. Alavés: Adrián Rodríguez; Tenaglia, Mouriño, Abqar, Manu Sánchez; Carlos Vicente (Guridi, min. 61), Guevara, Jordán (Protesoni, min. 77), Aleñá; Carlos Martín (Garcés, min. 77) y Toni Martínez (Villalibre, min. 61).
Goles: 0-1, min. 7: Toni Martínez. 0-2, min. 63: Guridi. 1-2, min. 90: Fábio Silva, de penalti. 2-2, min. 90+5: Moleiro.
Árbitro: Mario Melero López (Comité de Extremadura). Mostró tarjeta amarilla a los jugadores locales Álex Muñoz (5), Sandro (49), Januzaj (90+3) y Manu Fuster (90+10), y a los visitantes Jordán (4), Toni Martínez (45+1), Tenaglia (80) y Villalibre (90+9). También fueron amonestados ambos entrenadores.
Incidencias: partido de la vigésima octava jornada de LaLiga EA Sports 2024-2025 disputado este viernes en el Estadio de Gran Canaria con la presencia de 17.566 espectadores. Efectuó el saque de honor Coral Gutiérrez, Reina del Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria 2025.
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