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Directo Vinicius iguala el duelo en un visto y no visto
Así celebró Diego Martínez el triunfo, de rodillas sobre el césped y los puños en alto. Efe

Diego Martínez, llegar y besar el santo

Fútbol ·

Consigue en su primer partido lo que no lograron Pimienta en sus últimos 14 ni Carrión en otros nueve: la victoria. Lavada de cara, mentalidad guerrera y psicología positiva

Kevin Fontecha

Las Palmas de Gran Canaria

Martes, 22 de octubre 2024, 16:51

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Transitaba moribunda la UD Las Palmas, por la oscuridad del fondo de la tabla clasificatoria y casi que poniendo la otra mejilla en cada mazazo que venía recibiendo, pero las cosas han cambiado. La dirección deportiva se cansó de Luis Carrión porque el equipo mostraba síntomas de «involución» y había que revertir la situación lo más pronto posible. Tras la destitución del técnico catalán se apostó por Diego Martínez, consagrado y con más experiencia en la máxima categoría del fútbol español -también en Europa- que sus antecesores. Y fue llegar y besar el santo.

Pese a comenzar la campaña pasada como un cohete, sorprendiendo a todos, la manita que le endosó el Atlético de Madrid a Las Palmas en la segunda vuelta hizo que todo se oscureciera. Tanto fue así que la permanencia incluso se llegó a complicar pese a haber tenido un colchón de puntos de más de cinco partidos de ventaja con los que habitaban los puestos de descenso. Los últimos 14 encuentros con García Pimienta en la 2023-24, sin una sola victoria, fueron un infierno y dejaron unos fantasmas que Luis Carrión no fue capaz de hacer desaparecer.

Nueve jornadas sumó Carrión sin ganar, luego fue despedido, dejando al equipo como farolillo rojo en la clasificación y solo tres puntos de 27 posibles. Pintaba todo tan mal que lo que ha conseguido Diego Martínez con solo una semana y media de entrenamientos es para elogiar y halagar.

No fue nada fácil. Al contrario. Diego Martínez, que arribó en Gran Canaria hablando de la importancia de ser un equipo camaleón, de recuperar la mentalidad y la psicología positiva de sus futbolistas, de tener personalidad y saber competir varios partidos dentro de un mismo encuentro, era consciente de que Mestalla, donde solo había ganado el Barça, podría marcar el punto de inflexión. Y así debe ser. Camino queda, claro. Pero el triunfo contra el Valencia por 2-3 es una bombona de oxígeno y una linterna de luz en plena noche en mar abierto.

Carrión y Cillessen, en Mestalla. Efe

Supo aguantar viva Las Palmas en la primera media hora de juego, pese a ir perdiendo 1-0 tras el penalti cometido por Campaña, que se colaba en el once inicial, y las salvadas continuas de un Jasper Cillessen que fue providencial para llegar con opciones al descanso. Merced a esas paradas del arquero amarillo Álex Muñoz (1-1) pudo subir las tablas momentos antes de entrar al túnel de vestuarios para la pausa.

En el segundo acto, José Campaña se descolgaba por la zona del delantero para, acto seguido, habilitar a Fábio Silva para el 1-2. Ese movimiento de Campaña bien lo podrían explicar Ángel Montoro o Gonalons, pues era marca de la casa de Diego Martínez con su Granada, al que metió a jugar la Europa League tras ascenderlo de Segunda a Primera previamente. Ya con la expulsión de Pepelu, los cambios y con el Valencia a la desesperada, McBurnie, cayendo al costado izquierdo, encontró a Moleiro para poner el 1-3 y respirar.

Tárrega recortó con el 2-3, pero Las Palmas se mantuvo en pie. Con los colmillos afilados, ganando segundos al reloj y evitando sustos en la salida del balón. Hasta Kirian Rodríguez, acudiendo a recriminar a Pepelu que el Valencia no devolviera la pelota cuando la había echado fuera Las Palmas para atender a un jugador, estuvo vivo para forzar la roja del capitán del conjunto de Baraja. A la guerra hay que acudir con todas las armas.

Álex Muñoz celebra el gol con el que puso el 1-1. Efe

Diego Martínez había transmitido a los suyos durante toda la semana preparatoria en Barranco Seco que habría que sufrir para poder doblegar a un rival directo que estaba bailando con las mismas ascuas que la Unión Deportiva. Puso el foco en el trabajo psicológico y ajustó detalles importantes, como la de los centrales perfilados con su pierna hábil, por eso Mika Mármol no jugó y el compañero de McKenna fue Álex Suárez.

Es más, cuando Viti Rozada ya no podía más, llamó a Herzog, corriendo a Suárez a la banda derecha. El doble pivote, con Kirian con más libertad, y los extremos a pierna cambiada para generar superioridad por dentro, tocando poco de lo que ya había acariciado Carrión, pero con más finura, fue otro de sus señas en Mestalla.

La UD gritó gol. No dejó su portería a cero, pero ya lo había avisado Martínez en sala de prensa. Él prefería marcar más tantos que el rival o, lo que es lo mismo, ganar. Lo hizo Las Palmas ocho meses después y el entrenador tiene parte de la culpa.

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