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Manolo Márquez fue el primer entrenador de los cuatro de aquella temporada. Fotos: C7
Aquel desfile infame en el último descenso

Aquel desfile infame en el último descenso

Fútbol ·

Con Carrión liquidado, Martínez en el alambre y el equipo hundido, viene a la memoria un curso, el 2017-18, en el que ni con cuatro técnicos se evitó el desastre

Ignacio S. Acedo

Las Palmas de Gran Canaria

Lunes, 10 de marzo 2025, 12:48

Con todos los indicios aventurando un nuevo cambio en el banquillo de la UD, lo que traería al banquillo del equipo al tercer entrenador en la presente temporada, luego de Luis Carrión y el que vendría en sustitución de Diego Martínez, resulta arrojadizo el recuerdo de lo acontecido en la temporada 2017-18, la del último descenso a Segunda División y en la que la gestión de este cargo resultó, como ahora, una auténtica calamidad.

Entonces fueron hasta cuatro los inquilinos en la banda, con episodios surrealistas como lo vivido con contrataciones que se gestionaron y no cristalizaron: iba a iniciar el curso Roberto de Zerbi, que llegó a estar en Gran Canaria planificando la pretemporada con su equipo de trabajo, y lo terminó haciendo Manolo Márquez y, posteriormente, cuando se despidió a Pako Ayestarán, se habló con el argentino Jorge Almirón y desde el Comité de Entrenadores de la Real Federación Española de Fútbol se denegó su inscripción al no cumplir «con los requisitos mínimos exigibles para su capacitación como primer entrenador de un club», lo que acabó abriendo las puertas al regreso de Paco Jémez, con quien se terminó consumando el desastre. Entre medias, Paquito Ortiz ejerció de temporero durante cuatro partidos.

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Miguel Ángel Ramírez y Luis Helguera fueron, como ahora, los arquitectos de aquel proyecto fallido (con Toni Cruz también en el organigrama como director deportivo) y tienen muy presente lo acontecido aquel curso para que no se repita la historia, si bien parece inevitable que, por los vaivenes que se están viviendo ahora, se reproduzca, en parte, ese ir y venir en la banda que evidencia demasiadas y malas decisiones.

Después de que Quique Setién anunciara públicamente que no aceptaría renovar su contrato con la UD, en marzo de 2017, la dirección deportiva del club comenzó a buscar un sustituto de garantías para un nuevo año en la máxima categoría. Y encontró en el italiano Roberto de Zerbi el perfil ideal, pese a su escasa experiencia (apenas 12 partidos dirigidos en el ámbito profesional al frente del Palermo y con despido fulminante).

Lo que pudo ser y no fue

De Zerbi aceptó el reto e hizo la mudanza junto a sus ayudantes con el fin de ganarle tiempo al calendario... Pero en pleno verano algo se rompió (dicen que se extralimitó con llamadas a jugadores que se saltaron la jerarquía impuesta) y todo lo acordado se vino abajo.

Paquito dirigió a la UD durante cuatro partidos y en mitad de la transición.

Deprisa y corriendo, se promocionó a Manolo Márquez desde el filial, quien, a las primeras de cambio, acabó engullido. Duró seis encuentros y en pleno mes de septiembre anunció su dimisión.

Su sucesor fue Pako Ayestarán, de nefasto recuerdo (en siete jornadas, seis derrotas y un empate) y que no llegó ni a diciembre.

De mal en peor

Cruz y Helguera pensaron en Jorge Almirón como revulsivo, pero mientras se tramitaba su tránsfer internacional, recurrieron a un hombre de la casa como Paquito Ortiz. El problema (y ridículo) vino por la negativa desde la Federación Española para homologar su alta, una afrenta en toda regla y con el equipo hundido en la tabla.

Pero si tras tres entrenadores y dos que pudieron ser y no fueron parecía que las cosas no se podían hacer peor, la capacidad de sorpresa (negativa) vino con la solución: el regreso de un Paco Jémez, cesado en 2011, y que se negó a aterrizar antes de las fechas navideñas alegando compromisos familiares y que lo primero que hizo fue expulsar a dos jugadores (uno de ellos el francés Rémy, que era el máximo goleador con 5 tantos) alegando falta de disciplina.

Paco Jémez terminó de hundir a la UD en Segunda en el año 2018.

Fichajes invernales de medio pelo (Nacho Gil, un Emenike que no llegó ni a debutar, Jairo, Ezekiel...), la marcha de Viera a China en febrero y enganchar hasta 16 semanas sin un triunfo terminaron por hacer saltar por los aires aquella UD que dejó una enseñanza hoy presente.

En Pío XII el debate está abierto pero no son pocas las voces que ponen sobre la mesa esta experiencia fallida paa prevenir de posibles nuevos volantazos a ninguna parte. No siempre un cambio garantiza los resultados perseguidos. Y cuando son hasta tres, como ocurrió siete camapañas atrás, lo normal es que pase lo que terminó pasando.

Ahora se está a tiempo de todo, por muy comprometida que sea la situación, y en la UD no se descarta absolutamente nada a corto o medio plazo. Los resultados, como siempre, dicatrán sentencia.

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