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No se entiende pero se acepta. «Con el reglamento en la mano, está bien arbitrada. Otra cosa es que pase en todos los partidos y solo entre el VAR con nosotros», soportan con resignación en el vestuario de una UDLas Palmas mermada por la decisión arbitral de Muñiz Ruiz y del VAR, que acabó condenando y decidiendo el encuentro ante el Mallorca el pasado sábado en el Estadio de Gran Canaria (2-3).
El colegiado, como bien indicó en su acta, acudió a la pantalla a pie de campo a revisar una posible roja a Muriqi por «hacer un gesto ofensivo -una peineta-» respondiendo a una «provocación» de un adversario.
Con el reglamento en la mano está bien arbitrada. Claramente le avisan porque hay una posible tarjeta roja. Pero ve que esa roja está ocasionada por una acción de menosprecio a un contrario, que se salda con amarilla y libre indirecto. Al ser dentro del área chica, se tira desde la frontal del área chica. «Hasta ahí estamos de acuerdo», aseguran fuentes del club con resignación. «¿Se pitan estas faltas? No», insisten.
A Las Palmas le tocó la cruz de la moneda porque, en una acción en la que debía ser beneficiada tras expulsar a un rival, fue condenada a gol en contra con un libre indirecto que es muy difícil de defender. «Jaime celebra que Cillessen salva un gol. Entonces a Vinicius tienen que pitarle 20 faltas en contra en cada partido», critican desde el club insular tras entender que la UDfue perjudicada de manera morrocotuda.
Más disconformidad dejó el gol anulado en el minuto 100 del partido y que hubiese supuesto el empate (3-3) en el marcador. Un centro mordido de Viti al que fueron McBurnie y Álex Suárez acabó con una cantada clamorosa de Greiff -escapándosele el balón de las manos y besando la red-. Decidió pitar falta en ataque Muñiz Ruiz e, inexplicablemente, desde el VARno le dijeron absolutamente nada. Ni el delantero ni el central tocan al arquero del Mallorca. «Ninguno roza al portero. Ninguno. Es gol legal», coinciden dentro de la caseta.
La decisión de Muñiz Ruiz llegó cuando la Unión Deportiva se había puesto 2-2 tras igualar un partido en el que perdía por 0-2 y en el mejor momento del enfrentamiento para los amarillos, mordiendo y acercándose cada vez más a la meta defendida por Greiff. La gente, en el Estadio de Gran Canaria, se echó las manos a la cabeza con ambas decisiones. La polémica arbitral está servida y, 24 horas después, ya más en frío, la resaca tanto en el entorno de Las Palmas como en distintos puntos del mapa nacional, sigue el mismo rumbo: el VAR se está cargando el fútbol.
«Y si llaman al árbitro para que expulse a Muriqi y pite libre indirecto a favor del Mallorca, tienen que decirle que vaya a ver que está anulando de manera errónea un gol a la UD, es que no hay más», cuestionan con fiereza fuentes del club consultadas por este periódico.
Con todo, la vida sigue y ya toca pensar en el próximo partido del campeonato doméstico, que será la visita al actual líder de LaLiga, el Barcelona. Nadie quiere seguir lastimándose por el mazazo recibido y las decisiones arbitrales. Es momento de levantarse y mirar hacia el futuro con determinación. Pero, escocer, escuece.
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