2024: de tocar fondo a rozar el cielo
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La UD dice adiós a un año en el que aprendió a recibir golpes para levantarse con más fuerzaNecesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.
El ave Fénix amarillo. La UD no jugará ya más hasta el año nuevo y despide el 2024 en pleno vuelo pese a que, por momentos, yacía moribunda. De menos a más. O, mejor dicho, de tocar fondo a acariciar el dedo con la yema de los dedos. El camino de Las Palmas no ha sido de rosas.
Entró enero y la cosa empezó a torcerse. Luego de una primera vuelta con García Pimienta impoluta, en la que la UD llegó incluso a coquetear con los puestos que premian con billete a Europa, el equipo encontró su techo. 2024 arrancó con una derrota ante el Barça por 1-2 que entraba en todas las quinielas, pero continuó con un mazazo de los que duelen: el Tenerife apeó a los amarillos de la Copa del Rey con un 2-0. Se alzó Las Palmas con dos victoria seguidas ante Villarreal (3-0) y Rayo Vallecano (0-2). Lo que vendría después sería un sinfín de agonías.
Febrero traería la última victoria de la temporada 2024-25 y un golpe que dejó herida de muerte a los de García Pimienta. Se venció al Valencia (2-0) y se cayó, con estrépito, en el Metropolitano contra el Atlético de Madrid (5-0) con una manita que causaba estragos. Luego pasaron marzo, abril y mayo mientras Las Palmas acumulaba ocho partidos seguidos perdiendo y 14 sin conocer el triunfo. Pimienta no encontró manera alguna de revertir una situación que era insostenible. Con la plantilla hundida y sin confianza, los amarillos se salvaron tras acabar la campaña con tres empates seguidos. Un imperial Valles, que estuvo en las quinielas para ir con la selección española a disputar la Eurocopa, y un Kirian Rodríguez goleador, sostuvieron a la escuadra isleña.
Pimienta, que había ganado el pulso a Jonathan Viera, que en diciembre de 2023 rescindió su vínculo con la entidad grancanaria, no iba a continuar en la UD. «No me imaginaba una despedida de este tipo. La camiseta y el aplauso era normal. Todavía tengo más claro que debo ser honesto con el club. Tengo un amigo con Miguel Ángel Ramírez y le dije que no podía seguir. Si llegase en julio y me viera como antes del partido contra el Cádiz sería injusto. En el futuro si hay buena sintonía nos volveremos a encontrar», expuso en su despedida el técnico catalán.
La UD, que afrontaba una reestructuración completa, apostaba por Luis Carrión y le esperaba durante algo más de un mes. El preparador, que casi lograba el ascenso con el Real Oviedo, firmaba hasta 2026. La dirección deportiva iba a hacer una limpia y también una amplia lista de fichajes. Nueve bajas y 13 fichajes, aunque uno de ellos, Iván Cédric, saldría cedido al filial del Barça. Por el camino quedaron futbolistas de la casa como Eric Curbelo, a quien inexplicablemente no se le ofreció renovar, o Saúl Coco, vendido al Torino. Tampoco siguió Sergi Cardona, que no quiso continuar y declinó las ofertas de renovación del club. Llegaron jugadores consagrados como Cillessen, McBurnie, Januzaj o McKenna y algunas promesas como Dário Essugo y Fábio Silva, que la están rompiendo.
Había muchas esperanzas puestas en Carrión, un entrenador que debería refrescar el estilo de juego con el que venía compitiendo la UD. Con Luis, el equipo sería más vertical y el ritmo subiría pulsaciones. Pero la losa de Pimienta siguió pesando y Las Palmas se fue hasta los 23 partidos consecutivos sin ganar. Carrión, en nueve enfrentamientos, no logró ni una victoria. Tres empates. O, lo que es lo mismo, tres puntos de 27 posibles. Se le recordará por el empate contra el Real Madrid (1-1) en casa. Incapaz de cambiar la dinámica derrotista, fue cesado tras perder en el Gran Canaria contra el Celta de Vigo (0-1) en un choque en el que los vigueses jugaban con nueve jugadores por las expulsiones de Moriba y Aspas.
No podía fallar más Las Palmas en la elección del nuevo técnico. Luis Helguera tenía en su radar desde hacía mucho tiempo, antes incluso de apostar por un desconocido Pimienta, a Diego Martínez. No pudo darse en anteriores situaciones pero, por fin, el gallego sería entrenador de la UD. Aceptó el «reto» porque veía potencial para salvar al equipo amarillo. Y porque le va la marcha, vaya. Para otro cualquiera habría sido una quimera. Marchaba colista, con una tormentosa racha de 23 duelos sin sonreír ni palpar el sabor del triunfo, pero Martínez vino, vio y venció. Asaltó Mestalla, luego tumbó también al líder Barça en sus dominios. Catapultó a los suyos. Los hizo creer, ser mejores. Borró el cartel de favorito para descender.
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