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Sarmiento: «Me gustaría enseñar balonmano y, si es posible, en mi tierra»
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El legendario jugador grancanario, que se ha dado una prórroga en las canchas tras anunciar su retirada, asume el epílogo de su cicloParecía que sí, pero no. Dani Sarmiento, que se sienta a hablar de pasado, presente y futuro el mismo día que cumple 39 años con CANARIAS7, continuará jugando, al menos, unos meses más en el Wislaw Plock de Polonia. Trayectoria y palmarés de leyenda tanto a nivel de clubes, integrando parte de un Barcelona en el que lo ganó todo, como de selecciones, protagonista de una generación que campeonó en el mundo y brilló, igualmente, a escala olímpica, el anuncio de su retirada, a comienzos de julio, ahora queda rebatido por una oferta que le llegó para seguir en las canchas. Ha firmado hasta diciembre y su intención es no ir más allá. Pero su devoción por el balonmano y esa vena competitiva que vertebra su vida tampoco le llevan a entrar en cálculos. Vive el hoy como si no hubiera mañana por mucho que asuma que su ciclo como jugador profesional ha entrado en el epílogo.
-Le ha durado el retiro cuatro días...
-Tomé la decisión en familia. Tenía ofertas para seguir jugando en Rumanía, Macedonia, Catar o Dubái... Pero ya estoy instalado en Francia y no me merecía la pena, por el colegio de los niños, movernos de allí. Por eso anuncié que lo dejaba. Pero surgió esto, que ha sido a última hora. Me llamaron, me insistieron con una propuesta hasta diciembre. Tenía la cabeza en otras cosas, pero el gusanillo sigue ahí y acepté-
-¿Y si le tientan a seguir en 2023?
-Me concentro en estos meses que estaré allí y luego retomar lo que tenía en mente.
-¿Qué le llegó cuando anunció que ponía fin a su carrera tras más de dos décadas al más alto nivel?
-Una cantidad de amigos y personas que me llamaron. Excompañeros de diferentes países, amistades que hice en el camino.
-Títulos, medallas olímpicas, podios y honores. ¿Se queda con esas amistades como mejore legado de su trayectoria?
-Obviamente, los títulos, emociones y experiencias que he acumulado quedarán en mí para siempre. Pero el deporte pasa y con lo que me quedo es con haber conocido gente maravillosa, amigos de muchísimos sitios que los llamas y están ahí. Todo lo valoro, pero los amigos, las personas, están por encima siempre.
-Está frente al antiguo pabellón Obispo Frías, hoy Félix Santana. Aquí empezó todo.
-Escaleritas marcó mi infancia porque aquí pasé muchísimo tiempo. Mi colegio, el San Miguel Arcángel, estaba en este barrio. Allí el profesor de gimnasia nos metió la afición por el balonmano. Y yo caminaba todas estas calles. El Eliseo Ojeda, el López Socas, el Obispo Frías. Y los recuerdos vienen solos. Recuerdo venir con mi hermano Ayoze venir a ver los partidos o entrenamientos del Juventud Las Palmas...
-Si entonces le dicen lo que venía en camino...
-En aquella época mi percepción del balonmano era como deporte que me gustaba, que me lo pasaba genial. Ni pensaba en el balonmano de élite. Eso vino más tarde. Cuando empecé a ver competir al Juventud Las Palmas o al Cadagua Gáldar ya me enganché y eso me motivó a seguir.
-¿Tuvo ídolos?
-Veía mucho balonmano aquí y por la tele. Era la época del Dream Team del Barça, con Valero Rivera como entrenador y que ganó las cinco Copas de Europa seguidas, Masip, Garralda... Jugadores con los que después tuve la suerte de jugar con ellos y contra ellos y poder conocerlos. Pero me gustaba fijarme en jugadores de la tierra como De la Hoz o Carvajal, que habían empezado como nosotros y estaban en lo más alto. Luego, poder compartir experiencias con ellos fue algo muy enriquecedor.
-¿Qué persona fue la que terminó de influenciar para que usted terminase siendo lo que ha sido?
-Mi hermano Ayoze fue el que me metió en la sangre el balonmano porque él ya jugaba antes que yo. Y cuando lo fichó el Gáldar, dijo que yo tenía que ir con él. Mi tío André llegó a jugar en el Canteras y es otra influencia importante para mí porque él fue quien orientó a mi hermano. No me olvido de la suerte que tuve, al empezar, de dar con gente como El Charro, que más que un entrenador era un educador, Berti en el Gáldar, Aday, Ben Modo... Personas que te hacían ver que podías llegar alto en el balonmano a base de trabajo. Y, claro, Jordi Ribera, que fue quien me hizo debutar en el primer equipo y marca mi paso de ser amateur o profesional. Fue quien me plantea que si quiero vivir del deporte debía tener una disciplina que me obligaba a dedicarme en exclusiva. Viajes, entrenamientos...
-Ribera dos décadas atrás y Ribera hasta el otro día con la selección española. ¿La figura capital de su carrera?
-Tengo una relación magnífica con él. Es un loco del balonmano, un estudioso. Y me alegro de corazón de esta etapa de tantos éxitos que está teniendo. Porque fue increíble lo que hizo en el Gáldar, Ademar de León y en países como Brasil o Argentina y con pocos medios. Y su trabajo con España no solo es en la absoluta, sino a nivel formativo también.
-Ribera le dio bola en el Gáldar y, de ahí, al Almería para empezar ya a forjar su porvenir irrepetible.
-Llego a Almería de rebote. Tenía contrato con el Gáldar pero, por los problemas económicos del Gáldar, el Almería compra la plaza. Yo no quería ir y me convencen. Al final pasé allí cuatro años que fueron muy importantes para mí porque era un jugador muy joven y pude tener muchos minutos. Luego pasé al Ademar de León, un cambio muy grande. Jugaba Liga de Campeones. Nivel máximo. Y luego el Barça. Una institución gigantesca y, en balonmano, el mejor equipo del mundo.
-Resumir su ciclo azulgrana remite a una montaña de títulos. ¿Se saborea realmente cada logro cuando, en su caso y en el del Barcelona en el que estuvo, ganar era lo cotidiano?
-Lo saboreas un par de días porque ha costado trabajo y presión. Pero luego tienes que pensar en lo que viene. La grandeza del Barcelona es ganar, ganar y ganar. Y luego ganar e intentar ganar de nuevo. Competir, competir y competir.
-¿Con qué título se queda de los más de veinte que levantó en el Palau?
-La primera Champions fue bastante importante porque veníamos del año anterior de haberlo perdido. En Colonia, y frente al Ciudad Real, que era uno de los mejores equipos en ese momento, y fuimos capaces de hacer un partido brillante y ganar. Fue una gran liberación. Y con la selección española, el Mundial que jugamos en casa y que ganamos fue increíble, espectacular. Con la gente volcada...
-¿Esa motivación de seguir cuando ya la vitrina está llena se lleva de cuna, a uno lo educan, se adquiere con los años...?
-A mí me encanta competir pero he perdido más que he ganado. Más finales perdidas que ganadas. Cuando ganas y cuando pierdes lo saboreas con mucha intensidad, aunque es preferible, claro, ganar. Pero es la vida, el deporte. He tenido la suerte de ganar cosas muy importantes, aunque me queda claro que aprendes más en las derrotas que cuando ganas.
-Cumplió sus sueños de niño. ¿Se considera un privilegiado ahora que mira para atrás desde la atalaya de tener enfilada la retirada?
-He tenido la suerte de dedicarme a mi pasión, a vivir momentos que ni imaginé, a cumplir mis sueños. Bien acompañado siempre de mi familia, de mi mujer y de mis hijos.
-Menciona a la familia. En la casa de sus padres en Las Torres guardan con celo recortes y todo tipo de recuerdos de su carrera. ¿Tuvo tiempo usted a conservar reliquias para que las vieran sus hijos?
-Sí. Todo lo que tengo se las he dado a mi padre. Camisetas de todos los clubes, de finales, las medallas... Hay mucho esfuerzo detrás, mucho sacrificio.
-Ahora paréntesis en Polonia y luego... ¿Entrenará?
-Estoy en el proceso de sacarme el título de entrenador. Quiero seguir formándome. Me gustaría seguir vinculado al balonmano y trabajar con los jóvenes. Y me gustaría enseñar balonmano en mi tierra, aquí, aunque sé que el tema está complicado. De momento no me han llamado y a ver si en el futuro puede ser posible. En Francia ya me plantearon la opción de entrenar, pero no se concretó. Allí es otra historia, se trabaja desde abajo, todos los clubes deben tener un centro de formación, un porcentaje del presupuesto debe ir a infraestructuras del club. Es un espejo el modelo que tienen allí.
-Porque, Rocasa al margen, del balonmano que usted conoció al que hay ahora en Canarias solo quedan las cenizas...
-Cuando yo jugaba aquí teníamos el Cadagua Gáldar, el Juventud Las Palmas, el Tres de Mayo... Clubes en Segunda, en Primera, que creaban ilusión en los niños porque veían que podían dar el salto. Eso sí, he estado estos días entrenando en Gáldar, me llevo muy bien con Aday, al que conozco de hace muchos años, y están haciendo un trabajo increíble. Han sacado una cantera adelante, compitiendo en Primera Nacional con jugadores formados en Gáldar, sin muchos medios... Les felicito porque he visto que allí están haciendo las cosas muy bien. Tienen al pueblo volcado. Falta que acompañe la economía, porque sin medios económicos es imposible que un proyecto pueda crecer.
–¿Qué consejo le da a los niños que están ahora en el deporte y que sueñan con llegar?
–Lo primero, que disfruten del deporte. Que no lo vean como una opción para dedicar su vida porque, en esa fase de la vida, lo esencial es estudiar, formarse, prepararse para el futuro. Es compatible estudiar y practicar deporte. Mi consejo es que vivan el día a día.
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