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Rachid, sobre un compañero y practicando técnicas en una sesión de entrenamiento. Fotos; Acfi Press
Rachid El Hazoume, el combate como forma de vida

Rachid El Hazoume, el combate como forma de vida

Deportes de contacto ·

Marroquí de nacimiento pero grancanario de adopción, aspira a ser campeón para coronar una carrera en la que le tocó empezar con humildad y desde abajo

Paco Ruiz /Acfi Press

Las Palmas de Gran Canaria

Sábado, 15 de marzo 2025, 13:54

Rachid El Hazoume Aamay (Targa Wassay, Marruecos, 1992) llegó a Gran Canaria con apenas nueve años. Sus padres emigraron a Gran Canaria desde su país natal. Ya en la isla, empezó a practicar artes marciales de las manos de unos amigos a los 13 años y acabó en el Gimnasio Jet Global Club, donde empezó su crecimiento en K1 y MMA, competición en la que tiene un balance de 15 victorias y cuatro derrotas y un objetivo claro, ser campeón de la PFL.

Durante muchos años compaginó su amor por las artes marciales con su trabajo como peluquero, aunque llegó el momento en que cerró los ojos y dio un paso de gigante: «He dejado de ganar dinero en una peluquería por intentarlo. La gente al principio se cree que es fácil, pero ese miedo siempre lo vas a tener. ¿Para qué estamos hoy en día? Si no cumples tus sueños y eres feliz».

Y esa aventura no le podía haber salido mejor, se dedica a lo que realmente le gusta y además económicamente no le ha ido nada mal la apuesta: «Yo realmente hago lo que me da la gana. Viajo cuando me da la gana, entreno cuando me da la gana, convivo cuando me da la gana. Un compañero me llama, por ejemplo, el mes que viene, si Dios quiere, voy a Colombia a hacer esquinas y a México a hacer esquinas. Eso, estando en una peluquería, nunca lo podría haber hecho. Que yo lo respeto, cada uno decide dónde trabajar».

Trabajo al aire libre en Las Canteras.

«Realmente yo empecé haciendo artes marciales por unos amigos que estaban todo el día jugando al fútbol y yo también, pero se abrió un gimnasio en el barrio y tres de esos amigos venían al parque y se ponían a hacer técnicas, a mí me gustó y así empecé. Yo no tenía ni idea pero ellos tampoco me podían golpear ni nada de eso. Me dijeron oye ven y prueba. Fui, probé y pasaron los meses y empecé a competir realmente», recuerda sobre sus primeros pasos en las artes marciales.

Rachid apunta que esos primeros pasos los dio dentro del mundo del kick boxing porque era lo que se daba en ese gimnasio. Con los meses se llevó el golpe de que se cerró ese espacio, aunque entonces aparece en su vida la figura de Juan Espino: «Es un referente en las MMA españolas. Mucha gente aquí en Canarias no lo valora como es, porque es una leyenda. Yo he estado con él en la institución de UFC en Las Vegas, y he visto cómo se pasa a gente que son número 3, número 4, número 5 de UFC, que supuestamente son los mejores».

Juan Espino tenía un gimnasio en Guanarteme y tras hablar con su madre, allí empezó a ir Rachid: «Me dijo, mientras no estés tirado en la calle todo el día jugando al fútbol y haciendo el gamba pues vas y te apuntas. Allí, con 15 años empecé a entrenar y a competir a nivel amateur. Al principio solo hacía kick boxing, pero un entrenador me invitó a hacer otras cosas y desde ese día hasta hoy, doy gracias a Dios y a a ese entrenador».

Posando con orgullo en la peluquería familiar.

Si bien empezó con el kick boxing, desde entonces y tras ese día Rachid ha practicado numerosas artes marciales, tanto en amateur como en profesional, aunque actualmente se centra en MMA y también en el muay thai porque pasa muchos meses en Tailandia y allí es casi deporte nacional.

Con Gil Catarino, una de las eminencias de la disciplina.

«El único que no he hecho tanto ha sido boxeo porque nunca me ha gustado, he competido en mundiales de jiu-jitsu, de grappling, casi todo. Realmente hoy en día me dedico a las MMA, pero no soy especialista en nada, creo yo, pero combinando todo ese poquito he llegado donde he llegado», añade.

Mucho le ha cambiado la vida tras dejar la peluquería, hasta el punto de que ahora ese simplemente es «un hobby»: «La verdad es que cuando peleaba amateur no tenía subsidio para mantenerme económicamente. Con la suerte de que con mis hermanos pudimos abrir una peluquería porque un patrocinador me ofreció un día enseñarme a cortar pelo. Le dije que sí, que no me importaba aprender y a los dos meses me dijo que era bueno cortando pelo también. Gracias a ellos, mis padres viven porque mis hermanos siguen dedicándose a cortar pelo. Realmente hace falta demasiado dinero».

Falta de ayudas

«Si yo no hubiera sido peluquero pues me hubiera costado muchísimo más. En Canarias, gracias a Dios, hay muchísimos talentos, muchas personas como yo, mejores que yo, pero que no llegan a nada porque no tienen ni la ayuda del Cabildo, ni la ayuda de ninguna asociación o lo que sea que pueda ayudarles a que ellos sean profesionales. Yo me lo tuve que buscar solo, ir, coger mi maleta e irme para afuera porque a nivel que estamos hoy en día se puede decir que gracias a Dios vivo de ello, pero mucha gente no llega al nivel que estoy yo», cuenta sobre su arranque en la competición.

Y recuerda lo dura que fue esa época: «Al final dices, oye, que yo voy a ir a pelear por 500 euros, no me vale la pena porque al final gano más trabajando. Entonces por eso no llega mucha gente. Sí, ahora están ayudando, pero en la época que yo estaba a mí nadie me hacía caso. Encima que soy hispano-marroquí... Mucha gente me apoya personalmente, pero después dicen, es medio-medio, entonces tira. Pero hay muchos talentos que son canarios y tampoco les ayudan».

Nacido en Marruecos pero criado en Gran Canaria, Rachid no duda con sus sentimientos: «Yo me considero canario porque al final y cabo en mi mochila siempre hay una bandera canaria o una camisa que ponga Canarias o representa los colores de la bandera, pero hay gente que no lo siente así. Yo sí lo siento y al final voy llevándola por donde vaya y toda la gente me pregunta, oye, ¿de dónde eres? Yo siempre digo que de Las Palmas, de Canarias».

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