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El show de la Super Bowl casi nunca deja indiferente a nadie, pero el que ofreció Kendrick Lamar al descanso de la final disputada este domingo en el Caesars Superdome de Nueva Orleans tuvo todos los elementos necesarios para encender la polémica. Espoleado por su reciente triunfo en los Premios Grammy, donde acaparó cinco galardones, el rapero estadounidense desafió a Donald Trump con una reivindicativa actuación en la que lanzó también varios dardos a su archienemigo Drake y en la que salió a relucir una bandera palestina que inflamó los ánimos del presidente de Estados Unidos y cerrado aliado de Benjamín Netanyahu.
Gran aficionado al fútbol americano, Donald Trump no quiso perderse el enfrentamiento entre los Philadelphia Eagles y los Kansas City Chiefs, convirtiéndose con su presencia en Nueva Orleans en el primer presidente de Estados Unidos que asistía al mayor espectáculo del deporte en el país de las barras y las estrellas estando en el cargo.
Antes del partido, el magnate republicano tuvo tiempo de participar en diversos actos de homenaje a una ciudad que hace menos de mes y medio sufrió un trágico atentado terrorista durante las celebraciones de Año Nuevo. Y poco después, se sentaba en el palco del Caesars Superdome junto a Roger Goodell, comisionado de la NFL, para asistir a un encuentro que le daría un disgusto al descanso.
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Óscar Bellot
Fue entonces cuando Kendrick Lamar, un reconocido detractor suyo, subió al escenario montando a toda prisa sobre el terreno de juego. El músico tiró de su repertorio para embelesar al respetable en la que era su segunda presencia en una Super Bowl. Ya había actuado hace tres años en la final disputada en el SoFi Stadium de Inglewood (California), aunque entonces compartió protagonismo con otros artistas del ramo como Dr. Dre, Snoop Dogg, Eminem y Mary J. Blige. Esta vez todas las miradas se depositaban en su figura y no decepcionó a nadie.
Introducido por el actor Samuel L. Jackson y acompañado por SZA, una artista perteneciente a su mismo sello musical, a la vez que contaba también con la presencia de la extenista Serena Williams, Kendrick Lamar dejó varios recados a Drake, con el que tiene una enconada disputa desde hace tiempo, mediante la interpretación de su tema 'Not Like Us' y atrajo miradas mientras una bandera palestina se exhibía sobre la platea, para enfado de Donald Trump, si bien la realización televisiva omitió dicho episodio a los espectadores.
Disfrutó en cambio con la actuación de Kendrick Lamar el graderío de un Caesars Superdome en el que estuvieron presentes numerosas estrellas pertenecientes a diversos ámbitos, desde futbolistas como Leo Messi, Antoine Griezmann, Koke Resurrección o Rodrigo Hernández hasta actores como Kevin Costner o Bradley Cooper. Vibró más que nadie este último, encendido hincha de los Philadelphia Eagles que pudo saborear la gloria al ver cómo se coronaba el equipo de sus amores.
La noche, en cambio, resultó amarga para Taylor Swift. Como sucediera el pasado año, cuando acudió a Las Vegas para presenciar la victoria de los Kansas City Chiefs de su novio Travis Kelce sobre los San Francisco 49ers, la cantante de 'Fearless' no se quiso perder otra cita destacadísima en la carrera de su pareja, pero el resultado le fue esquivo en esta ocasión y no pudo repetir en Nueva Orleans la romántica celebración con el tight end de los Chiefs que hiciera doce meses atrás en el Allegiant Stadium de los Raiders. Además sufrió abucheos por parte de la nutrida afición de los Philadelphia Eagles que debieron dolerle especialmente, puesto que la cantante nació en West Reading, una pequeña localidad situada en el estado de Pensilvania.
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