El Madrid y Mbappé vuelven a las andadas

La jornada intersemanal adelantada para los dos grandes ha devuelto al Real Madrid a la casilla de salida. Aupado por tres tropiezos seguidos del Barça y tres victorias más o menos contundentes ante Osasuna, Leganés y Getafe, el conjunto blanco había recuperado el pulso en la Liga, hasta el punto de situar el liderato en su mano. Esas buenas sensaciones, más numéricas que de juego, se cortaron de raíz ante el Athletic en San Mamés, una auténtica visita al dentista en la que el Madrid pareció más sólido por momentos, pero de nuevo evidenció enormes problemas en la creación de juego, agravados por la presión de su rival.

Jude Bellingham, mucho más entonado en los últimos partidos, partió como enganche entre la sala de máquinas y los delanteros, Rodrygo y Mbappé. En el bando rojiblanco, el clásico inicio intenso del Athletic, acostumbrado a encarar los partidos a muy altas revoluciones. La presión de los leones trataba de cortocircuitar el inicio de la jugada blanca y aprovechar cualquier pérdida para exprimir su vértigo en las transiciones, como ocurrió con la primera intentona de Nico Williams.

Al Madrid le costó estirar su control de balón frente al enorme esfuerzo físico del Athletic, tanto en la recuperación como en el repliegue. No estaba cómodo el equipo de Ancelotti cuando una acción confusa terminó en gol de Mbappé, aparentemente en fuera de juego. Sánchez Martínez revisó la acción en el monitor del VAR y no apreció penalti sobre Rodrygo en la acción inmediatamente anterior a la clara posición antirreglamentaria del francés.

Pasaban cosas sobre el césped de San Mamés, aunque más relacionadas con la intensidad y la polémica que con el juego vistoso. Y es que la entrada de Tchouaméni en la medular y el trabajo de Valverde para ayudar a Lucas Vázquez en el marcaje a Nico Williams le dieron al Madrid solidez, pero también le privaron de otras opciones a priori más inspiradas para salir con el balón jugado.

El Athletic insistió con su empuje y avisó seriamente con un remate alto de Berenguer, posibilitado por un fantástico taconazo previo de Iñaki Williams. Más allá de la ocasión, no se puede negar que el Madrid, concedió poco más a su rival, aunque tampoco tuvo ideas para generar en campo contrario, con más trabajo que inspiración de Bellingham.

La dinámica se mantuvo tras la pausa. Ingentes dosis de esfuerzo del Athletic para convertir cada inicio de jugada madridista en un vía crucis. Apretaba de lo lindo el conjunto vasco, que encontró el premio a su dominio territorial con un centro aparentemente inocuo de Iñaki Williams, que se fue envenenando con la rosca para confundir a Asencio. Courtois despejó como pudo el balón y Berenguer, un multiusos, ejerció de 9 para empujar a la red.

Obligado a dar un volantazo a su conservador plan inicial, Ancelotti recurrió a Brahim, y el Madrid al menos ganó metros sobre el césped. De nuevo blando en el remate Mbappé, a las manos de Agirrezabala en una posición interesante para el golpeo, pero lo peor para el galo estaba por llegar. Y es que Rüdiger se jugó el tipo para provocar un penalti, pues Agirrezabala calculó mal y se llevó por delante al zaguero alemán, pero Mbappé asumió la responsabilidad, como en Anfield, y con un lanzamiento calcado al de Liverpool agudizó su mal momento.

Apuntaba el duelo a tropiezo blanco cuando Bellingham, últimamente todo lo acertado que no está Mbappé, recogió un balón rechazado tras el disparo del francés para igualar el duelo. El equilibrio, que no era mal botín para el Madrid a tenor de lo visto, duró un suspiro. Un error de bulto de Valverde en la salida de balón plantó ante Courtois a Guruzeta, impecable en la definición para delirio de la Catedral. Fue el golpe de gracia al Madrid, que vuelve a la casilla de salida y devuelve la hegemonía al Barça.

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